CIUDAD DE MÉXICO.- (apro).- Hace una década el magisterio de Oaxaca encabezó uno de los movimientos populares más importantes del país que tuvo rasgos de insurgencia social y que ante el peligro de que se regara por todos lados fue reprimido por policías y soldados con un saldo de varios muertos.
Hoy nuevamente ese estado comienza a vivir una nueva etapa de organización y movilización social motivada por una reforma educativa laboral destinada al fracaso por estar sustentada en la imposición y la violencia.
En el 2006 surgió la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) como una expresión social de rechazo al gobernador Ulises Ruiz, un político corrupto y tirano que quiso engañar a los maestros y a todos los oaxaqueños con promesas incumplidas.
En aquel año era tanto el rechazo ciudadano hacia este gobernador que la gente se organizó y tomó un rumbo de autogobierno peligroso para el presidente Vicente Fox que mandó tropas militares y policiacas para deshacer ese intento de insurrección social.
Diez años después, aquellos niños que vivieron la experiencia de la APPO desde las aulas y en las barricadas, han retomado la estafeta dando paso a una nueva etapa de lucha popular capaz de enfrentar a policías armados, no obstante que fueron reprimidos con armas de fuego con un resultado fatal de ocho muertos.
Aurelio Nuño, ignorante de la historia de los movimientos populares y de insurgencia sobre todo los del sur del país, ha tratado de imponer la reforma laboral educativa mediante las detenciones de los líderes del magisterio disidente y las amenazas de despido a miles de profesores inconformes.
Desde su sillón de medio metro de altura miró displicente a la disidencia magisterial y con el apoyo de su amigo Enrique Peña Nieto estimó seguramente que someterían a los maestros campesinos e indígenas de Oaxaca con el uso de la fuerza y las armas.
En diciembre del 2014, siendo aún secretario de la Presidencia de la República, Nuño dijo las siguientes palabras en el marco de las movilizaciones que entonces iniciaban por la desaparición de los estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa:
“No vamos a sustituir las reformas por actos teatrales con gran impacto, no nos interesa crear ciclos mediáticos de éxito de 72 horas. Vamos a tener paciencia en este ciclo nuevo de reformas. No vamos a ceder aunque la plaza pública pida sangre y espectáculo ni a saciar el gusto de los articulistas. Serán las instituciones las que nos saquen de la crisis, no las bravuconadas”.
En ese momento Nuño redujo la crisis de gobernabilidad a un problema de estrategia de comunicación y a manera de justificación manifestó: “No es fácil cambiar las llantas con el coche en marcha”.
Hoy que su ignorancia aunada a su soberbia y arrogancia son parte de un conflicto social que ya cobró ocho vidas, el amigo del presidente Peña insiste en que no habrá un paso atrás a la reforma laboral educativa y que se aplicará la ley contra los disidentes.
Esa inopia de Nuño está, sin embargo, creando una nueva etapa de la organización popular de Oaxaca, un estado donde otro amigo del presidente, Alejandro Murat, entrará a gobernar sin experiencia de negociación política, lo que podría abonar también al surgimiento de una nueva versión de la APPO pero más radical que la de hace 10 años y a un nuevo conflicto social que habrá de impactar en las intenciones del PRI de ganar la elección presidencial en el 2018.
La suma de errores sólo lleva a la derrota y esa lección política la está reprobando el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, quien confiado en la amistad presidencial más que en su capacidad política, sigue mostrando una ignorancia peligrosa en tiempos de violencia.
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