Salarios ni para alimentos
FE: académicos famélicos
S
er profesor en la UNAM es un honor y un orgullo, ni duda cabe, pero quienes en ella ejercen también tienen el vicio de comer, por mucho que los directivos de la Facultad de Economía de la máxima casa de estudios se empeñen en que no lo hagan ni tengan mejoría en sus respectivos niveles de bienestar.
De hecho, la situación es tétrica en esa división académica que dirige Eduardo Vega López, empeñado en jubilar a buena parte de la plantilla laboral aun en contra de la voluntad de los supuestos
beneficiarios. Por ejemplo, “70 por ciento de los profesores ordinarios de asignatura perciben ingresos por debajo de la línea de bienestar del Coneval; en el caso de los ayudantes de profesor es 90 por ciento. De nuevo en el caso de los profesores de asignatura, 98 por ciento no puede acceder a la canasta alimentaria recomendable, y se encuentran casos hasta de 40 años de antigüedad de profesores que no han sido promovidos y permanecen con los nombramientos y salarios más bajos ante el bloqueo que de facto tienen las autoridades al controlar la planta académica a designios del director”.
Las cifras citadas provienen de una encuesta (cuestionario-diagnóstico de la planta docente de la Facultad de Economía de la UNAM, documento elaborado por estudiantes y profesor@s de las academias de INAE, economía política, historia económica y métodos cuantitativos) levantada entre el 26 de abril y el 5 de mayo de 2016, entre cuyos resultados destaca que 92 por ciento de los participantes rechazó tajantemente la intentona de Vega López de forzar al personal académico a renunciar a sus derechos laborales.
Resulta increíble que actorcillos de quinta obtengan (versión oficial) millonarios ingresos por los culebrones que se transmiten en la teleo que los politiquillos se hinchen los bolsillos a costillas de sus presuntos
representados, mientras los académicos universitarios –que enseñan, forman e informan a los futuros profesionistas– no ganen siquiera para comer, y todavía pretenden
jubilarlosy con esas miserias. Entre tales académicos hay licenciados, estudiantes y pasantes de maestría, maestros, estudiantes y pasantes de doctorado, doctores y con posdoctorado.
El citado cuestionario-diagnóstico revela una situación verdaderamente espeluznante en la Facultad de Economía de la UNAM, la cual, es de suponer, no es privativa de esa división académica. Para mejor comprender de qué se trata, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) informa que al cierre de marzo pasado la línea de bienestar (canasta alimentaria y no alimentaria) la fijó en 2 mil 714.66 pesos mensuales (el salario mínimo vigente es de 2 mil 190 pesos). La versión oficial asegura que con ese titipuchal de dinero un mexicano vive con bienestar y no es pobre.
Pues bien, en la Facultad de Economía de la UNAM de los 264 profesores ordinarios de asignatura, con nombramientos distintos a los ordinarios de asignatura y ayudantes de profesor (algunos de ellos estudiantes de doctorado) que participaron en el cuestionario diagnóstico, 46 por ciento obtiene entre cero y un salario mínimo mensual; 15 por ciento entre uno y dos salarios mínimos y 1.5 por ciento de dos a tres salarios mínimos. Del citado universo, sólo dos obtienen entre 19 mil 720.80 y 20 mil 816.40 pesos por mes (más de 18 y hasta 19 salarios mínimos).
El 70 por ciento de los profesores ordinarios de asignatura y 95 por ciento de los ayudantes de profesor no pasan, cuando mucho, de dos salarios mínimos mensuales de ingreso, aunque la mayoría no pasa de uno, es decir, la Facultad de Economía les da una paga casi 20 por ciento inferior a la línea de bienestar (canasta alimentaria y no alimentaria) fijada por el Coneval.
En otro desglose del citado cuestionario-diagnóstico se detalla que por debajo de la línea de bienestar del Coneval se encuentra 94 por ciento de los ayudantes de profesor; 70 por ciento de los profesores ordinarios de asignatura, y 14 por ciento de los profesores con nombramientos distintos a los ordinarios de asignatura. En el mismo orden, quienes no alcanzan a cubrir el precio de la canasta alimentaria recomendable son cien, 98 y 23 por ciento.
De ese tamaño es la precarización de la docencia en la Facultad de Economía (y en muchísimos centros de educación superior del país), y ante la cerrazón de las autoridades ayer académicos de esa área de la UNAM
iniciaron un paro general de labores de 24 horas como medida de protesta ante el intento de los directivos de esa entidad de obligar a docentes consolidados a jubilarse aun contra su voluntad. Los maestros universitarios señalaron que es necesario un plan institucional de profesionalización que atienda la precarización en la que se encuentran la mayoría de los profesores de la casa de estudios, pues alrededor de 80 por ciento sólo está contratado por horas(La Jornada, Emir Olivares).
Sobre este último tema, el cuestionario-diagnóstico revela que en la Facultad de Economía de la UNAM el promedio de salario por hora frente a grupo es de 72.30 y 101.07 pesos para ayudantes de profesor y profesores ordinarios de asignatura, respectivamente (las horas semanales promedio frente a grupo son 4.7 para los primeros, y 5.9 para los segundos); por hora efectiva por grupo, de 29.15 y 38.93 pesos, en cada caso; y por hora de trabajo docente de 19.45 y 27.92 pesos.
De igual forma, publica La Jornada, “demandaron a los funcionarios de la Facultad de Economía un proceso transparente para el ingreso como docentes de tiempo completo, el cual –dijeron– debe darse mediante concursos de oposición, como lo marcan las normas de la UNAM, y no por dedazo. Lamentaron que hasta ahora el director de la FE, Eduardo Vega, no haya manifestado interés por resolver sus demandas, por lo que se han visto obligados a acudir tanto a la rectoría como a la Dirección General de Atención al Personal Académico de la casa de estudios, donde entregarán sendos documentos exigiendo la instalación de una mesa de diálogo a fin de solucionar sus peticiones”.
Así se las gastan en la máxima casa de estudios del país.
Las rebanadas del pastel
Mientras el devaluado pesito mexicano de nueva cuenta mira hacia la frontera de los 19 por cada billete verde (ayer se vendió a 18.60 bilimbiques, 43 por ciento más que al inicio del gobierno peñanietista), el barril mexicano de exportación está a un tris de romper la barrera de los 40 dólares, algo no registrado desde hace siete meses, justo el 16 de octubre de 2015. Ayer la mezcla se vendió a 39.87 dólares.
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