Soborno de 100 millones de dólares a un presidente mexicano: Reina del Pacífico
Alguien del gabinete debió haber ayudado a 'El Chapo' Guzmán, dijo Sandra Ávila Beltrán, en entrevista con The Guardian.
Durante su paso y cercanía con el mundo de los cárteles del narcotráfico, Sandra Ávila Beltrán, conocida como ‘La Reina del Pacífico’, supo de la inmensa corrupción de los políticos mexicanos y de cómo estos recibían importantes sobornos por parte de los narcotraficantes, “la más grande que escuché fue un soborno de 100 millones de dólares a un presidente mexicano“, señaló en una entrevista con el periódico The Guardian.
Beltrán Ávila pasó los últimos siete años en prisión por lavado de dinero, incluyendo dos años en aislamiento. Ya libre, dio una entrevista exclusiva al diario británico, su primera en casi una década, desde su casa en los alrededores de Guadalajara. En ella, critica la corrupción de los políticos, la futilidad de la prohibición de las drogas y celebró el escape de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán.
A continuación, algunos fragmentos de la entrevista realizada por el periodista Jonathan Franklin:
Sus tres décadas de ascensión al poder le dieron un lugar privilegiado en jets privados, cirugías plásticas clandestinas para disfrazar su identidad, balaceras mortales en fiestas VIP y una constante: inmensos sobornos a servidores públicos mexicanos.
“La más grande que escuché fue un soborno de 100 millones de dólares a un presidente mexicano“, dijo Ávila. “Un millón de dólares no es nada. Vi a un político mirar en una bolsa para ver si estaba ahí. Él sabía todo”.
Aunque habló libremente durante tres horas (con The Guardian), Ávila se negó a ver algo malo en la violencia por el narcotráfico en México, simplemente la comparó con la época de la violencia durante la prohibición de alcohol en Estados Unidos.
En su mundo las drogas estaban en todas partes. Los miles de mexicanos asesinados por cárteles del narcotráfico incluyen a muchos de sus cercanos, y a pesar de eso, se niega a criticar la industria, en su lugar culpa de la violencia al terrorismo patrocinado por el gobierno o a las políticas prohibicionistas, pero no responsabiliza al ya bien documentado e innegable salvajismo usado por las bandas mexicanas de narcotraficantes.
Proveniente de una familia involucrada en el negocio del narcotráfico, mientras que sus amigos de la infancia se convertían en líderes del Cártel de Sinaloa, la joven Sandra exploró otras rutas y se inscribió en clases de periodismo a los 17 años. Pero luego de tres años de estudiar Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), un novio celoso la secuestró. Era un joven poderoso, ligado a los cárteles. En pocos meses dejó la ciudad, terminando con su esperanza de una carrera como periodista de investigación.
A pesar de su cercanía con el mundo de las drogas y todo lo que esto implicaba, Ávila se hizo una promesa a sí misma: no usar cocaína.
“Si la usas, los hombres piensan que eres sólo otra mujer desechable. No serás respetada”, dijo.
La mujeres en este mundo, explicó, son abusadas, descartadas y desechadas con un poco más de preocupación que cuando un niño abandona a una muñeca Barbie. Los líderes del narcotráfico mantienen un harem de hasta 10 mujeres y esta libertad sexual -enfatizó- no se extiende hacia sus contrapartes femeninas. Las mujeres, dijo, son tratadas como objetos, adornos o una necesidad pero “nunca como un ser combativo o una persona hecha de triunfos y logros”.
Se volvió amiga de ‘El Chapo’ Guzmán, salía con uno de los líderes del Cártel de Sinaloa, comandó una flotilla de 30 vehículos y ganó competencias de tiro al jefe de seguridad de Rafael Caro Quintero, fundador del Cártel de Guadalajara.
Habló de la fuga de prisión de Guzmán Loera, con quien llegó a celebrar mientras estaba prófugo. Dijo: “No estaba sorprendida, el dinero lo compra todo en México. Pero me hizo feliz (la fuga)”.
Al ser cuestionada sobre el tipo de colaboración que ‘El Chapo’ habría necesitado por parte de funcionarios corrupctos, respondió:
“Debió de haber sido ayuda desde los más altos funcionarios de gobierno. El sistema carcelario es duro. Para ser capaz de corromper ese sistema, tiene que hacerse desde arriba, no el director de una prisión. Tampoco de los guardias. Tiene que ser a un nivel de gabinete“.
¿Si fueras presidenta de México y estuvieras interesada en erradicar la violencia relacionada con el narcotráfico, qué medida primordial aplicarías?
“Primero tienes que atacar la pobreza. La pobreza es lo que ocasiona la violencia. Empiezas por ser un delincuente y luego te vuelves violento”, dijo.
Las muertes relacionadas con los cárteles, dice, son el resultado de la competencia, y las tácticas brutales de asesinatos implementadas por el gobierno mexicano.
“A veces, el gobierno tiene que matar a personas porque no le conviene meter a prisión a testigos que pueden testificar en su contra”, señaló.
(Traducción: Eduardo Gómez Orozco).
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