MÉXICO, D.F.(apro).- Si usted es periodista, fotógrafo, activista o simplemente joven, no realice fiestas en su casa, no invite a extranjeros –menos de nacionalidad colombiana–, no altere sus movimientos, porque si es asesinado la Procuraduría capitalina tratará de responsabilizarlo de su propio destino.
La criminalización de las víctimas es la ruta sospechosa que está adoptando la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) para minimizar el multihomicidio de Rubén Espinosa Becerril, fotorreportero amenazado por elementos de seguridad pública de Xalapa, Veracruz; Nadia Vera Pérez, antropóloga y activista de derechos humanos, quien acusó directamente al gobernador veracruzano Javier Duarte de lo que le sucediera; Yesenia Quiroz Alfaro, joven de origen michoacano y cultora de belleza; Olivia Alejandra Negrete Avilés, una mujer que hacía el trabajo doméstico, y una joven colombiana a la que han identificado con el nombre de Nicole.
En la primera versión oficial del multihomicidio, el pasado domingo 2, el procurador capitalino Rodolfo Ríos orientó el móvil al robo, y relató que en el departamento 401 de la calle Luz Saviñón 1909 hubo una fiesta desde la noche del jueves hasta la mañana del viernes 31 de julio.
No mencionó que el comando que torturó, ejecutó y presumiblemente abusó sexualmente de las víctimas actuó de manera muy similar a otros episodios relacionados con las denuncias del propio Rubén Espinosa Becerril en contra de estudiantes y maestros agredidos en Xalapa. El 5 de junio pasado, 10 hombres allanaron los domicilios de jóvenes estudiantes de la Universidad Veracruzana. Los atacaron con machetes, bates, bastones y armas largas.
La PGJDF afirmó desde el 2 de agosto que mantiene varias “líneas de investigación”, pero entre el 3 y 4 sólo ha filtrado a varios medios y columnistas afines a las versiones oficiales que Rubén Espinosa y las cuatro mujeres estaban en una fiesta y probablemente su ejecución estuvo relacionada con asuntos de narcotráfico colombiano. En el mejor de los casos, Rubén Espinosa y Nadia Vera estuvieron en el lugar y el momento equivocados, parece inducir esta versión.
Les bastó mencionar la nacionalidad de una de las asistentes para construir una versión a modo que excluyera al gobierno de Veracruz o a fuerzas de seguridad pública de esa entidad, encabezadas por Arturo Bermúdez Zurita, como parte de las “líneas de investigación”.
Hasta ahora no han dicho si ya investigaron por qué Rubén Espinosa desistió de su denuncia ante la Fiscalía Especial para Delitos contra Periodistas en el 2013. El fotorreportero que colaboró en Proceso y Cuartoscuro le dijo a más de una decena de amigos que no confiaba en las autoridades y que habían bloqueado su denuncia. También denunció en una entrevista con Rompeviento TV que temía por su vida.
Las autoridades ministeriales capitalinas le filtraron al periódico ‘La Razón’ el video de la única cámara que, al parecer, grabó imágenes de lo ocurrido en la calle. La cámara de vigilancia del edificio 1909 de Luz Saviñón, lugar donde ocurrió el multihomicidio, está descompuesta.
El video reproduce imágenes de las 3 de la tarde del viernes 31 de julio en el cruce de las calles de Zempoala y Luz Saviñon. La versión “filtrada” afirma que los tres hombres que llevan arrastrando una maleta voluminosa con ruedas, son los presuntos asesinos de las cuatro mujeres y el periodista.
Los tres hombres se subieron a un Mustang modelo 2006, placas 486 VRN, que posteriormente fue localizado en la delegación Coyoacán, en la colonia Paseos de Taxqueña.
La versión de La Razón reproduce lo siguiente:
“De acuerdo con los reportes del expediente FBJ/BJ-1/T2/4379/15-07, los investigadores cuentan con indicios para presumir que en las maletas llevaban algunas joyas y pertenencias que sacaron de la habitación de Nicole y de la maquillista Yesenia Quiroz, la cual fue hallada en completo desorden.
“Así lo relató a las autoridades la joven Esbeidy, quien vivía con ellas y quien las encontró sin vida. Sin embargo, no pudo especificar qué tipo de alhajas eran las que tenían las dos jóvenes”.
Las necropsias a la colombiana Nicole y a la maquillista Yesenia Quiroz establecen que las estrangularon y después les dieron el tiro en la cabeza. La primera fue hallada boca abajo sobre la cama y Yesenia en el piso. Nadia Vera presentaba múltiples golpes en el rostro. Todo esto, según el expediente “filtrado” de la Procuraduría capitalina.
En otros medios se reproduce la versión de que el Mustang era de Nicole, de 29 años, y que la PGJDF cuenta con testimonios de dos testigos: “Arturo”, identificado como amigo de Rubén Espinosa, y Esbeidy, quien compartía el departamento con sus amigas. Las versiones indican que contra Nicole “hubo especial y marcada saña”.
La versión de la dependencia capitalina ya generó una airada reacción de la comunidad de colombianos radicados en la Ciudad de México. Desde el lunes 3 de agosto la cuenta en Twitter “MeMuevoPorColombia” reclamó: “No a la estigmatización de los colombianos. Pedimos verdad”.
El lunes 3 enviaron una carta al embajador colombiano en México, José Gabriel Ortiz, para solicitarle que haga “un pronunciamiento ante esta situación, como la exigencia a las autoridades mexicanas de una investigación seria, que devele los móviles y culpables de este crimen atroz”.
“Desconocemos la identidad de nuestra compatriota. Sin embargo, nos solidarizamos con su familia y expresamos el dolor que este hecho causa y esperamos que tanto la embajada como el consulado colombiano puedan estar en disposición de facilitar los trámites necesarios, si así lo solicitan los familiares”, advirtieron en su carta.
Por otro lado, los vecinos que han querido hablar con los medios de comunicación desmienten la versión de una “fiesta” en el departamento 401 donde fueron asesinadas las cuatro mujeres y el fotoperiodista.
Uno de los vecinos narró que a la una de la mañana del viernes salió de su departamento a ver la luna y observó a dos de las víctimas. “Estaban platicando en la terraza, me vieron y se metieron, pero fiesta no hubo”, afirmó.
Una extraña coincidencia vincula las versiones preliminares de la Procuraduría capitalina con el nefasto discurso de Javier Duarte, en Poza Rica, hace un mes. Ante reporteros de la entidad, les advirtió que debían “portarse bien” porque “lamentablemente, algunos de los colaboradores, trabajadores de los medios de comunicación, tienen vínculos con grupos de la delincuencia organizada”.
“Se los digo por ustedes, por sus familias, pero también por mí y por mi familia, porque si algo les pasa a ustedes al que crucifican es a mí. Pórtense bien. Todos sabemos quiénes andan en malos pasos. Dicen que en Veracruz sólo no se sabe lo que todavía no se nos ocurre. Todos sabemos quiénes de alguna o de otra manera tienen una vinculación con estos grupos. Que nos hagamos como que la Virgen nos habla es otra historia”, arengó.
¿Quién es Javier Duarte para hablar como prefecto de escuela y no como gobernador de una entidad? Si ya sabe “quiénes andan en malos pasos” ¿por qué no los investiga y los lleva ante un juez? ¿Desde cuándo aquel dicho de que “calumnia que algo queda” es el típico recurso para generalizar y criminalizar a todo un gremio?
La posición de Duarte coincide como una gota de agua con la orientación que la Procuraduría capitalina le está dando a la investigación del multihomicidio de la Narvarte.
Si el jefe de gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera –el mismo que como procurador investigó el “suicidio” de Digna Ochoa– opta por seguir la misma ruta de Duarte, estaremos ya en una situación doblemente criminal y peligrosa: el segundo crimen contra periodistas y activistas se comete desde las instancias de procuración de justicia.
Twitter: @JenaroVillamil
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