Nueva York— Desde que Donald Trump subió hasta encabezar los sondeos, los estrategas republicanos han cuestionado si en dichas encuestas se ha exagerado el apoyo con el que cuenta.
Existe evidencia en apoyo a dicha teoría.
El domingo escribimos acerca del respaldo para Trump, usando datos de sondeos proporcionados por Civis Analytics, una empresa de información demócrata que en 2012 fundó el director de análisis de la campaña de Obama, Dan Wagner. La información demostraba que Trump iba menos bien que en cualquier encuesta pública reciente, pero no bastó para poner en duda su liderato.
Al analizar los datos se reveló que Trump tiene más éxito entre los electores que no participan con regularidad en las elecciones primarias. Sin embargo, sigue aventajando a los otros precandidatos republicanos, inclusive entre los electores que votan con mayor frecuencia.
El análisis sugiere asimismo que aunque a Trump le va bien entre los votantes irregulares, no es por una cifra poco común. Y también varios otros precandidatos tienen mejores resultados entre quienes visitan con poca frecuencia las urnas.
Antes de ir más allá en los resultados, es importante comprender la razón de que los sondeos de Covis difieran de las encuestas realizadas por agencias informativas o universidades. Casi en todos los sondeos públicos se intenta entrevistar a adultos llamando a números telefónicos al azar, técnica conocida como marcación de números aleatorios. Las respuestas se ajustan de acuerdo con las características demográficas de la población adulta, eliminando luego a las personas que dicen no estar registradas para votar.
La técnica se basa firmemente en la teoría estadística, pero posee limitaciones en los sondeos electorales. Una de tales limitaciones es que la población adulta no necesariamente refleja al electorado, algo cierto en forma particular durante las elecciones primarias. Después de todo, la mayoría de los adultos no votan en las elecciones primarias. La gente tiende a decir que acude a votar, aun cuando no lo haga.
Las encuestas públicas pueden resultar engañosas si los adultos que no votan tienen opiniones considerablemente distintas a los que votan en las primarias. Por lo general, la diferencia no es enorme. Pero ciertos analistas han argumentado la posibilidad de que la celebridad de Trump pueda darle una ventaja poco común entre los votantes irregulares, quienes tal vez no pongan mucha atención a las noticias políticas.
Los equipos de campaña de los precandidatos, a los cuales importa mucho contar con resultados más precisos, han adoptado un enfoque diferente en los sondeos: toman su muestra de los archivos del padrón electoral, los cuales contienen información en torno a los antecedentes en las votaciones. Lo anterior otorga a los equipos de campaña una poderosa herramienta destinada a examinar al electorado potencial.
Si Trump registró una ventaja grande entre quienes tienen pocas probabilidades de votar, eso se averiguaría mediante un sondeo que empleara alguna muestra enlistada –como los datos del Civis. El sondeo Civis se realizó del 10 al 19 de agosto y tuvo una muestra de 757 encuestados. Dicha muestra llegó a ser hasta tres veces más grande que la de ciertos sondeos públicos.
En los resultados Trump aparecía con el 16 por ciento del voto, por debajo de cualquiera de sus resultados de encuestas en un mes. Pero gran parte de la diferencia se debió a que el 22 por ciento de los electores que respondieron en el sondeo Civis estaban indecisos –mucho más que en numerosas encuestas públicas recientes.
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