sábado, 25 de julio de 2015

Los priistas ya suenan ridículos

César Camacho durante su discurso. Imagen: Procesofoto

Con Peña “el balance favorece a México”: líder nacional del PRI


MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- “El PRI se parece más a nuestro tiempo que a sus orígenes”, “las reformas definieron la estrategia gubernamental para las siguientes décadas”, “el balance favorece a México”, con estas frases abrió César Camacho Quiroz el evento de unidad para la transformación que organizó en su sede nacional teniendo como invitado a Enrique Peña Nieto.
El dirigente priista, luego de soltar frases que no concuerdan con la realidad, pidió confianza.
“Este es un tiempo retador… nadie dijo que no hubiera escollos… el PRI no le rehúye a los desafíos ni ignora las críticas. Responsabilidad es tener que responder. No permitamos que anide la desconfianza, ni permitamos ser vulnerados.
“El entorno económico (del mundo) atraviesa una difícil situación. No falta quien medre con tal estado de cosas. Nadie supuso que el camino seria sencillo. Pero, la educación se está recuperando, se ha reducido la pobreza… está claro que se debe solidificar el Estado de Derecho, estabilizar la seguridad que da confianza. Pero el hombre de Estado que es Enrique Peña Nieto de esto se encarga”, expresó.
Luego aclaró que no es momento “para arriar banderas”, pero tampoco para soslayar que es tiempo de unidad.
Sin llamar a las cosas por su nombre, sin enfrentar la deteriorada situación económica en todo el país, el fracaso de la reforma hacendaria o la crisis de seguridad y abusos, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones de parte del Ejército, el dirigente nacional del PRI sí aceptó que “se debe restaurar el tejido social”.
Sin embargo, no dijo cómo, aunque minutos antes, cuando llamó “hombre de estado” a Peña Nieto, mencionó que ya se encargaba de ello.
Con una mezcla de añoranza, de tiempos de partido único y nacionalismo trasnochado, Camacho Quiroz  hizo un llamado al “patriotismo”.
Dijo que el país ha vivido “luces y sombras que por momentos nos duele”, por ello antes hizo el llamado: “es la hora del patriotismo”.
Sus palabras no provocaron entusiasmo ni malestar entre los cientos de asistentes, fue más bien un desdén silencioso hacia el dirigente nacional quien, en su discurso gris y falta de crítica sintetizó un servilismo al llamar “hombre de Estado” al Ejecutivo federal y al asegurar que “el balance (de lo que se está viviendo) favorece a México”.
Su discurso fue corto, tan corto como los aplausos que le dieron jóvenes y mujeres quienes en su mayoría abarrotaron el lugar. Todas parecían ansiosas de escuchar, ver y tomarse la foto con Peña Nieto, el candidato presidencial de 2012 que reapareció como en el evento de “unidad” de un país resquebrajado.
“El hombre de Estado” por su parte hizo un balance de su gestión y se vanaglorió de que “la violencia se ha ido reduciendo” “que la tranquilidad de las familias se ha ido recuperando en diversas partes del país”.
Peña Nieto enumeró sus reformas, después de que habló Camacho Quiroz. Aclaró que no fueron reformas del presidente sino del partido y pretendió cerrar con una frase que fuera inolvidable y justificadora:
“Para cambiar el destino del país no hay atajos ni rutas cortas sino un camino largo y cuesta arriba, pero esa es la única vía y así lo expresó la ciudadanía al dar mayoría al PRI en la Cámara de Diputados”.
Es decir, se avecinan más cambios, avalados por los priistas que ganaron las elecciones el pasado 7 de junio.

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