MÉXICO, D.F. (apro).- Por donde se le mire, México continúa siendo un país “mediocre” en productividad, pese a las reformas impulsadas por el gobierno de Enrique Peña Nieto, quien hoy mismo sentenció que “cada una de las reformas estructurales ya ha comenzado a elevar la productividad y competitividad de las Mipymes … dando mayor dinamismo a la economía nacional”.
El estudio “México: Políticas prioritarias para fomentar las habilidades y conocimientos de los mexicanos para la productividad y la innovación”, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), indica lo contrario.
En el 2013 nuestro país registró el nivel más bajo de productividad laboral de la OCDE, 60% por debajo del promedio de la OCDE y 70% inferior al de Estados Unidos. Aquí algunos datos que persisten y mantienen a México en el sótano entre las 34 naciones integrantes del organismo ante el siguiente panorama:
Reformas que no terminan de dar los resultados esperados, falta de oportunidades para los egresados de la universidad, disparidad entre el aprendizaje en la escuela y la aplicación de este conocimiento en el mercado laboral, elevada informalidad, insuficiente inversión en innovación y tecnología, así como un entorno desfavorable para los negocios.
El organismo encabezado por José Ángel Gurría aclara que, pese a la aprobación de las reformas, el principal desafío es garantizar la puesta en marcha de ellas, así como impulsar el avance en las áreas que aún no han sido atendidas.
Sobre el caso de la reforma educativa, la OCDE considera que en el nivel medio superior, México necesita elevar la calidad de la enseñanza, profesionalizar a los directores de las escuelas y ofrecer mayor transparencia en la gobernabilidad así como en el financiamiento a lo largo de todo el sistema.
Además, dice, es necesario mejorar la educación y formación profesional.
“Para que el gobierno pueda cumplir con su compromiso, dentro del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, de aumentar la cobertura de la educación superior a un 40%, es necesario mejorar la calidad y aplicabilidad de la educación superior mediante vínculos más sólidos con el mercado laboral y garantizar que más mujeres inicien y concluyan estudios en este nivel educativo”, según la Organización.
El documento ejemplifica: “En México contar con un nivel de educación más alto no disminuye el riesgo de caer en desempleo. Esto es lo opuesto a lo que sucede en la mayoría de los países miembros de la OCDE, donde tener un título universitario se traduce en mayores posibilidades de encontrar empleos de calidad y mejor remunerados”.
Una de las explicaciones principales, acota, es el tamaño del mercado informal mexicano que, si bien presenta una tendencia a la baja, sigue estando en niveles muy altos, en una estructura productiva dual con empresas y sectores de punta que conviven con actividades de menor valor agregado y baja productividad.
Pese a que las medidas introducidas con la reforma laboral de 2012 y la reforma fiscal de 2014 “van en la dirección correcta” con la caída de 2 puntos porcentuales en la proporción del trabajo informal en el empleo total entre el último cuarto de 2012 y el primer cuarto de 2015, muy posiblemente es resultado de estas reformas, según la OCDE, la evidencia sugiere que no hay una solución única para abordar el problema.
El estudio dice que es necesario un amplio paquete de políticas que incluya el fortalecimiento de las instituciones regulatorias y el combate a la corrupción.
“Las recientes reformas para fortalecer las instituciones dedicadas al combate a la corrupción y el sistema procesal serán de gran ayuda, como lo será la implementación de la reforma al sistema judicial. Estas reformas institucionales son esenciales para garantizar que las empresas puedan expandirse y contar con un sistema jurídico que haga valer los acuerdos contractuales” precisa el documento.
Además, México también debe mejorar su ecosistema de innovación con medidas que incluyan la promoción de centros de innovación y la expansión de su infraestructura de Tecnologías de Información y Comunicación.
El país se encuentra entre los países de la OCDE con menor penetración de banda ancha fija e inalámbrica, la menor proporción de empresas involucradas en ventas electrónicas y presenta la menor tasa de uso de internet entre adultos.
Según el estudio del organismo, se deben mejorar las condiciones marco para el crecimiento y la innovación. Con este propósito, México tiene que modernizar su infraestructura de transporte, eliminar las barreras regulatorias que aún persisten para crear e impulsar empresas y mejorar aún más el entorno financiero para las nuevas empresas.
Los números arrojan que México es parte de una de las regiones en donde las empresas reportan más dificultades para encontrar empleados con las capacidades que requieren –30.9% de las empresas mexicanas; 14.8% en la OCDE–; donde la inversión de las empresas en sus trabajadores es considerablemente más baja que en el promedio de la Organización.
Junto a lo anterior, las pequeñas y medianas empresas (Pymes) producen casi tres cuartas partes del empleo en México, más que en la mayoría de los países de la OCDE.
Sin embargo, el sector de las Pymes en su totalidad hace una aportación considerablemente menor al Producto Interno Bruto (PIB), ya que apenas representa un poco más de la mitad del valor agregado del país.
“Esta modesta aportación de las Pymes refleja la gran proporción de microempresas, muy pequeñas y poco productivas, que hay en México. Parte de este problema es el gran diferencial entre las tasas de interés para las empresas grandes y para las Pymes, que es mucho mayor que en la mayoría de los otros países de la OCDE, aunque México está abatiéndolo considerablemente mediante su programa de garantías de créditos”, detalla el documento.
Por lo pronto, la OCDE deja claro que el acceso al crédito, especialmente en las fases “semilla” y de nuevas empresas, sigue siendo un obstáculo importante para promover el emprendimiento.
De hecho, los capitales de inversión y de riesgo representaron apenas 0.06% del PIB del año pasado, uno de los porcentajes más bajos en los mercados emergentes.
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