MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Nada hizo falta más que dos apoyos básicos (Televisa y Azteca) para que el Partido Verde, así llamado, se lanzara en septiembre a una campaña electoral anticipada mediante anuncios del todo ilegales.
Nada hizo entonces falta para que prosiguiera con su campaña ilegal más que el silencio cómplice de Lorenzo Córdova y otros consejeros del INE, por petición del gobierno federal.
Todo parece en realidad una conspiración delictiva, una forma de asociación para eludir y violar toda clase de disposiciones legales tan largamente procesadas en muchas negociaciones entre los partidos políticos de México.
Casi 400 mil impactos de televisión (spots) y muchos miles de cineminutos, así como una cantidad inusitada de letreros en autobuses, paraderos, espectaculares y otras muchas formas de publicidad, así como calendarios y tarjetas de descuento enviados a los domicilios de personas desconocidas para ese partido.
El flamante INE, con sus nuevos y viejos consejeros se tomó la libertad de no hacer caso de las quejas presentadas, negó las llamadas medidas precautorias, es decir, la suspensión de los spots televisivos, pero también demoró una investigación que en realidad no era para investigar absolutamente nada sino para hacer tiempo.
Finalmente, el PRD recurrió al Tribunal Electoral para solicitarle que detuviera la campaña en televisión aunque fuera a destiempo, lo cual fue admitido por dicha instancia y así empezó todo: van 185.5 millones de pesos en multas, entre otras, por haber desobedecido la suspensión de los cineminutos, así nomás, por su propia decisión y en abierta transgresión de sus más elementales obligaciones como partido político, que así se autonombra.
Al Verde, así llamado, le han multado por casi todo, pero ahí no terminará el asunto: existe una queja de fiscalización presentada por el PRD en la que se denuncia al así llamado por recibir aportaciones de sociedades mercantiles, en especie. ¿Cuáles podrían ser tales sociedades? Ni más ni menos que las dos grande televisoras del país que le entregaron los spots a precio reducido fuera de mercado, lo cual está, obviamente, prohibido.
El Partido Verde, así llamado, carece de vínculos con las asociaciones internacionales de partidos ecologistas del mundo, no tiene tampoco la menor relación con otras organizaciones defensoras del medio ambiente. En México, carece de contacto con cualquier agrupación ecologista, ya sea de asociaciones no gubernamentales o de grupos de la academia. Es más, todos los ecologistas de México y del resto del mundo se avergüenzan por el hecho de que el PVEM, así llamado, se ostente como verde y como ecologista sin tener la menor relación con el movimiento nacional y mundial de defensa de la naturaleza.
El Verde fue producto de una decisión del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Después, apoyó a Vicente Fox. Luego se alió con el PRI. Nunca ha sido nada por sí mismo. Es un grupo de personas que se dedica al negocio del tráfico de influencias, carente del menor principio ideológico o político, con capacidad de argumentar lo que sea en el momento que sea para defender a quien sea, siempre que todo eso deje dinero.
En alguna ocasión negué mi firma para un dictamen sobre la autorización legal de la destrucción de manglares en zonas de desarrollo turístico. Había dos senadores que querían la reforma de la ley: el presidente de la comisión de ecología, un “verde”, y otro legislador, priista por añadidura y actual gobernador por suerte (de sí mismo), de Sinaloa, donde los manglares ya han sido destruidos en más de la mitad. Por azares de la vida y de la política, mi voto resultó decisivo en la comisión de estudios legislativos, integrada por tan solo cuatro senadores, de tal manera que se rechazó el proyecto. ¿Cuánto dinero iban a aportar los dueños de las compañías hoteleras que querían construir? O para decirlo en palabras del llamado “niño verde”, líder “verde” del partido “verde”: “¿cuánto nos va a tocar a nosotros?”.
El Tribuna Electoral ha sido, por su parte, demasiado simpático para el Verde, así llamado, pues le ha puesto las cosas muy cómodas. El Verde, así llamado, puede pagar todas las multas porque los spots y los cineminutos le salieron baratos. 165 millones no es nada para un partido que inició su campaña electoral en septiembre y lo hizo como el único partido. El INE debió haber detenido la campaña anticipada del Verde, así llamado, pero el gobierno le ordenó a ese Instituto, también así llamado, que no metiera las manos. Al final tuvo que hacerlo, pero ya era calculadamente tarde. Esto se llama falta de credibilidad de las instituciones.
Y luego se preguntan de dónde viene el llamado fenómeno de la falta de confianza.
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