(18 de enero, 2015).- Para Omar García, vocero del Comité de Estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, desde el 26 de septiembre “vivo como ya hubiera muerto”, por lo que perder la visión del ojo izquierdo es lo que menos le preocupa en este momento, esto a raíz del enfrentamiento de las familias y normalistas con el Ejército en las inmediaciones del batallón militar 27 en Iguala, el 12 de enero.
Asume que puede ser el 44 desaparecido debido a su liderazgo en el movimiento por Ayotzinapa. En el nosocomio donde se encontraba hospitalizado, (Issste) de Chilpancingo, el oftalmólogo se dedicó a expresarle sus opiniones en contra por las acciones de los estudiantes y familias de los desaparecidos: “me hacía preguntas que no venían al caso y comentarios como que no era bueno entrar a los cuarteles militares. Le dije que eso no le incumbía y que tenía que limitarse a su trabajo. Por eso preferí irme”, señaló en entrevista con la periodista Sanjuana Martínez.
Por esa razón decidió abandonar el hospital, aun con el riesgo de desprendimiento de retina, Omar señala que la mejor medicina es “la solidaridad y el cariño de sus amigos”.
Con 24 años de edad, cursa el segundo año de la normal y no duda de la responsabilidad del Ejército mexicano en los hechos del 26 y 27 de septiembre de 2014. “Muchos dirán que estamos locos, que esa fue una acción arriesgada, pero no hay locura en esto, estamos demostrando que vamos en serio y que queremos entrar a los cuarteles para encontrar a nuestros compañeros. Y lo vamos a hacer”.
Luego de ser apedreado por los militares el 12 de enero, sabe que “pudo habernos irnos peor. Sabíamos que ir a un cuartel militar no era cualquier cosa. Pero desde hace dos meses estamos insistiendo que se abra una línea de investigación al Ejército por su participación en la desaparición forzada de mis compañeros, de la cual soy testigo, como otros más que pueden confirmar la versión”, indicó.
Afirmó que “no somos tontos no somos tontos. Si tuvieron a nuestros compañeros en algún momento en el cuartel militar de Iguala, como lo demuestran algunos teléfonos celulares de mis compañeros, es obvio que ya los sacaron de allí. Eso lo sabemos”.
Esto con base a la localización que las familias de los normalistas recibieron a través de sus celulares como el caso de Rafael López Catarino, padre de Julio César López, que de acuerdo con el GPS fue el cuartel militar de Iguala el último lugar donde se encontraba.
Sin embargo la Procuraduría General de la República (PGR), no ha iniciado la búsqueda de localización de los celulares, aun cuando la Telecom, comprende la geolocalización y la retención de datos y “cada llamada y cada mensaje están registrados y las empresas de telecomunicaciones tienen el deber de guardar esos datos durante dos años”.
–¿Y por qué la PGR no ha investigado los celulares de los normalistas desaparecidos?
–A tres meses y medio la PGR no investiga, incluso a los ocho días pudieron haber dado una localización de los 43 teléfonos de nuestros compañeros que salieron de la escuela.Todos tenían celular. En algún momento les tienen que haber quitado los celulares y en ese momento deben saber si se los llevaron juntos o los dividieron. Nosotros tenemos varios celulares de compañeros que nos indican que estuvieron en el 27 Batallón de Infantería de Iguala”.
Lo que se suma al retraso de intervención por parte de la PGR, tuvieron que pasar 10 días para que atrajera el caso.
“El Ejército pudo movilizar a la gente hacia donde se le haya antojado, como al Campo Militar Número Uno y otros lugares donde se sabe que se ha torturado y encarcelado a gente que desaparece. Sabemos de vuelos de la muerte, de presos políticos, incluso hay ex guerrilleros que lo demuestran, porque estuvieron en esas prisiones y manifiestan que los militares se dedicaban a desaparecer gente. Además de los asesinos a sueldo que el gobierno tiene por donde quiera”
“La PGR puede intentar lo que sea, pero Ayotzinapa no se olvida ni se olvidará. Nuestro plan es revisar todos los cuarteles militares. A nosotros no nos van a dejar satisfechos con entrar sólo al cuartel de Iguala. Vamos a seguir luchando, incluso después de que se demostrara que nuestros compañeros están muertos. No son 43, son miles en México”, expresó.
Toda vez que el Ejército ha participado en diferentes masacres, también cuenta con testimonios de militares desertores “Nos han contado que son testigos de la corrupción en el Ejército, de las prisiones secretas, aparatos de tortura y todo lo que tienen clandestinamente”.
–Esa línea de investigación que involucra al Ejército, ¿la van a continuar pese a que no los dejen entrar a los cuarteles?
–Nunca la vamos a descartar. Yo estuve allí frente a los soldados esa noche. Ellos insinuaron que nos iban a desaparecer.
–¿Por qué el Ejército querría desaparecer 43 jóvenes?
–No atacaron a estudiantes comunes y corrientes, se han llevado ya muchos otros, como en Cocula; esta vez eran estudiantes normalistas, jóvenes que piensan diferente al Estado. Es lo que representa Ayotzinapa en el movimiento de Guerrero.
–¿Ustedes son incómodos para el Ejército?
–Siempre lo hemos sido. Y desarmados para colmo.
–¿Son considerados subversivos?
–Nos gustaría que nos consideraran subversivos, pues nos consideran vándalos y delincuentes, que es peor.
Omar García también recordó como a su compañero Édgar herido en el rostro le fue negada la atención médica inmediata y un militar le contestó “que se lo merecía y se tenían que aguantar”.
“No hay ayotzi que no haya sido encañonado en el pecho a las dos o tres semanas que haya ingresado a la escuela. Siempre llegan los marinos, la policía o los militares y te encañonan en el pecho. Eso es para probarte. Con el tiempo ellos mismos nos han quitado el miedo.”
La detención de Felipe Rodríguez Salgado, El Cepillo, integrante de Guerreros Unidos, no abona en la investigación: “De qué sirve que detengan a 97 personas si las estructuras detrás siguen intactas.
“A nosotros nos importa un comino las estructuras visibles de sicarios, porque detrás de ellas están los verdaderos criminales, los que mueven todo. Sin el Estado, la delincuencia organizada no funcionaría. Sin las estructuras del Estado no habría delincuencia organizada. Detrás de los que andan con sus cuernos de chivo están los otros sin armas, pero que son los que organizan todo.”’
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