domingo, 14 de septiembre de 2014

Periodistas “damnificados” del “chayo”

chayo

(14 de septiembre, 2014).- Varios periodistas critican en voz baja, y también en Facebook, que el director del Instituto de Comunicación Social de Gobierno, José Luis Sánchez, les retrase el apoyo mensual a que los tiene acostumbrados.
Le reclaman que no “jinetee” el dinero de los periodistas; que ya no se atrase en los cochupos, que ellos también tienen familia y necesidades por satisfacer.
Los alaridos son tan estentóreos que causan pena ajena pero también permiten comprender la forma en que se ha movido el gobierno chiapaneco para controlar a toda una tropa de militantes de la pluma y el papel.
Las subvenciones a la prensa en Chiapas son muy antiguos; sin duda el artífice fue Emilio Rabasa, un político que se hizo en los pasillos de Palacio Nacional, y que aprendió de Porfirio Díaz a controlar con monedas a los periodistas quisquillosos, pues el dictador destinaba a la prensa un presupuesto similar al que se gastaba en mantener a diputados y senadores, con sueldos y ayudantías.
En su etapa de escritor y periodista, Rabasa experimentó la generosidad del erario. Después, en su larga carrera de jurista, legislador y, finalmente de gobernador de Chiapas, entregaba apoyos constantes a los contados periodistas que existían en ese entonces en la entidad.
A partir de ahí se instauró un modelo de subsidios y chayotes muy eficiente que ahogó la crítica y convirtió a los periódicos en órganos propagandísticos de los gobernadores en turno.
El chayote representa la lealtad a los hombres del poder. Una lealtad momentánea que se desvanece cuando se acaba la administración y el apoyo constante y sonante.
Ahí se termina la lealtad y se empieza a construir una nueva relación con el gobernador entrante.
El gobernador pasado, pese a que haya otorgado y pagado puntualmente el chayo, se convierte en el blanco preferido de las críticas y causa de todos nuestros males, en tanto que el nuevo gobernante es el bienhechor y salvador de esta patria chica abandonada y sufrida.
Así ha sido nuestra historia de peines, chayos, embutes y subvenciones que hoy se pone en el aparador de las redes sociales, todo porque al director de Icoso, el “malora”, dicen los periodistas “damnificados”, se le ocurrió “jinetearlo” para sus propios y perversos fines.

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