El estigma chuchista
Preocupación en el Zócalo
H
ubiera sido tan fácil no convertirse en cómplice. Se hubieran ahorrado tantas y tantas vergüenzas, tantos y tantos calificativos que guardará la historia para señalar a los hijos, a los nietos, a toda la estirpe, que no hubiera sido necesario lloriquear sobre la curul o el escaño, ni embalsamar el cadáver de aquel al que asesinaron. Era tan simple no convertirse en cómplices.
Seguramente en todo el país se sabe que ese PRD, que ahora habla de traiciones y de crímenes, es el mismo que fue pronto a entregarse al que ahora califica de verdugo, y si eso ha golpeado a quienes desde algún punto de la izquierda seguían creyendo en el grupo que controla a ese organismo, en el Distrito Federal ha causado un daño casi irreparable para los amarillos.
El teatro que se ha montado en torno a la llamada reforma energética, que podría engañar a quienes no estuvieran al tanto de lo que ha significado el apoyo del PRD o del grupo de los chuchospara el gobierno de Peña Nieto en los momentos en los que su mayor urgencia era legitimarse frente a una población que cuestionó, y en muchas partes cuestiona la limpieza de su triunfo electoral, no parece funcionar en la ciudad de México.
En el Distrito Federal ya se hizo un juicio sobre la elección presidencial pasada, y se tiene otro sobre el PRD. Juicio al que no le importan las encuestas, pero esta allí, en cualquier mesa de café, en los corrillos universitarios, a la vuelta de la esquina. Y no debe sorprendernos, el grupo en el poder perredista trabajó, y muy duro, para que Peña se sintiera seguro. También lo apoyaba (¿lo apoya?) ese grupo que puso es sus manos, aún sabiendo lo que Peña pensaba hacer con el país y el nivel de sus compromisos con el exterior, un pacto por México que lo sentaba en la silla desde donde actuaría tal y como lo hace ahora.
Es por eso, por ese juicio citadino, que en las oficinas del gobierno de la ciudad de México hay preocupaciones ciertas sobre lo que podría ocurrir con ese partido en el DF. Los perredistas aseguran que en las próximas elecciones internas los chuchos habrán de seguir mangoneando al partido, mientras la inquietud crece en el Zócalo porque ese triunfo, del que se habla, debilitaría aún más a los amarillos frente al electorado.
Y lo peor: para el gobierno que postuló el PRD es que no hay puerta de salida; cobijar a Nueva Izquierda parecería un suicidio. Miguel Ángel Mancera no tiene por qué cargar con el desprestigio político de quienes han pisoteado todos los principios partidistas y las esperanzas de mucha gente de izquierda, pero tampoco puede formar alianzas con el grupo de René Bejarano, porque con ese personaje nunca se tiene seguridad de que los acuerdos se cumplan.
Viajar en el carro de Bejarano es algo así como montarse en el lomo de La Bestia para llegar a Estados Unidos. Nadie sabe qué va a pasar. Total, respecto del PRD nada será fácil para Mancera, le digan lo que le digan sus asesores, que de pronto prefieren asegurar sus intereses exponiendo la figura del jefe de Gobierno.
El rostro del PRD está al descubierto y las lágrimas que ahora vierte no van a cambiar la historia. Sería bueno, de cualquier forma, que en ese mismo partido hubiera un deslinde que pusiera en claro quién es quién entre los amarillos. ¡Sálvese quien pueda!
De pasadita
Uno de los grupos que más ha resentido las medidas adoptadas para que no circulen los vehículos contaminantes los sábados en el DF es el de losbarbacoyeros del estado de Hidalgo. Son algo así como 700 productores que, sábado a sábado, llegaban a la capital, y que ahora están impedidos a seguir con su trabajo. Son poblaciones completas, por ejemplo del valle del Mezquital, y claro, todos los que están alrededor de esa producción: los que elaboran las tortillas, los que producen las verduras para el consomé, los que crían el ganado, los que cultivan y cortan las pencas de maguey, entre otros. Total, cerca de 2 mil personas que se han quedado, al parecer, sin trabajo. Pero la buena noticia es que el Gobierno del DF ya tiene listo un holograma para esos y otros comerciantes, que podrán venir a la ciudad de México. Que sea para bien.
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