Compañeros de batalla recuerdan a Arnaldo Córdova como intelectual de carácter y autor de libros –algunos de ellos emblemáticos– que han ayudado a estudiantes, sindicalistas y académicos a conocer la historia del México del siglo XX y de cómo se ejerce el poder. También hablan de los “exabruptos notables” del antiguo colaborador de Proceso, pero sobre todo ponderan su pensamiento crítico, basado siempre en una lógica inspirada en valores democráticos. Su hijo Lorenzo Córdova Vianello rememora los años difíciles de su padre y destaca la forma singular en que se forjó.
Fue un historiador, politólogo y abogado singular, comenta Lorenzo Córdova Vianello al referirse a Arnaldo Córdova, su padre, quien falleció el pasado 30 de junio a los 77 años.
El presidente consejero del Instituto Nacional Electoral (INE) repasa el itinerario del polémico intelectual que supo, dice Córdova Vianello, desasociarse de los historiadores tradicionales, lo que le valió ríspidas confrontaciones con el gremio.
“No era un politólogo en un sentido convencional y de hecho tuvo discusiones con los politólogos porque en el elemento histórico y el elemento jurídico siempre estuvieron presentes en su obra y su cátedra en la UNAM. No era un jurista ordinario porque era más politólogo que abogado… Más bien, no sólo era abogado; también era politólogo”, expone.
Arnaldo Córdova colaboró en Proceso entre julio de 1978 y junio de 1982. En su edición 155, del 22 de octubre de 1979, el semanario publicó un reportaje en el que el reportero Fausto Popoca entrevistó a Córdova. El académico le expuso sus discrepancias con Jesús Reyes Heroles, quien había impartido una conferencia en la Universidad Complutense de Madrid.
De acuerdo con Popoca, Córdova le dijo: “En Madrid no habló el funcionario ilustrado que muchos han querido ver en Jesús Reyes Heroles… se escuchó a un jefe de la policía. No habló un político, sino un exfuncionario que aún se siente funcionario y sus intervenciones fueron terribles”.
Arnaldo envió una carta aclaratoria a Proceso, que se publicó a la semana siguiente, para matizar: “Más que como político –escribió–, Reyes Heroles aparece como un típico funcionario a lo largo de su carrera pública: para mí tiene más una imagen de técnico eficiente que de político; se ha identificado con ciertos propósitos del régimen en determinados momentos, pero no veo, ni en su obra ni en su actuación pública, nada que signifique ideas programáticas de corriente o posiciones políticas. Eso es únicamente mi opinión y, como es obvio, tan criticable o susceptible de ser corregida como lo es toda opinión personal”.
Lorenzo continúa con la remembranza de su padre, autor de libros clave para entender la realidad mexicana del siglo pasado, entre ellos La formación del poder en México, La Revolución y el Estado en México, La formación del nuevo régimen y La ideología de la Revolución Mexicana, de imprescindible lectura para estudiantes, intelectuales y profesores de ciencias sociales:
“Es una personalidad muy compleja desde el punto de vista ideológico porque fue un intelectual de gran calado. Siempre, sin abandonar la acción política, estuvo interpretando y encauzando ideológicamente los cambios que experimentó el país; siempre con un pensamiento crítico; siempre con una lógica inspirada en valores democráticos.”
Jorge Alcocer, quien durante años militó en el Partido Comunista de México (PCM) al lado de Arnaldo, y Rolando Cordera –quien junto con José Woldenberg y Adolfo Sánchez Rebolledo formaron el Movimiento Acción Popular (MAP), que al fusionarse con otras agrupaciones de izquierda dio origen al Partido Socialista Unificado de México (PSUM) en 1981– aseguran que la “fuerte” personalidad de Arnaldo fue el reflejo de sus experiencias de vida.
Lorenzo Córdova encuentra la explicación en los años de formación de su padre: “En los cincuenta –dice en entrevista telefónica–, cuando estudiaba en la Facultad de Derecho de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, pero sobre todo en su juventud, tuvo una dura vida, marcada por la discriminación y la pobreza.
Eso, agrega el consejero presidente del INE, le hizo formar un carácter “fuerte”. Cita incluso el artículo de José Woldenberg, uno de los alumnos de Arnaldo, quien el jueves 3 escribió en el periódico Reforma: “Arnaldo Córdova fue un hombre de trato espinoso, áspero”.
Por separado, Cordera coincide: su personalidad detonaba sus “exabruptos célebres”. Y Alcocer cuenta que parecía un erizo; si alguien se le acercaba demasiado, “lanzaba espinas”.
Lorenzo Córdova insiste: “Yo creo que era parte de una vivencia personal. Él (Arnaldo) tuvo una infancia muy difícil. Fue un hijo natural –Córdova era el apellido de su madre–; nunca fue reconocido por su padre. De ahí que fuera un self man made, alguien que ‘se hizo por sí mismo’, como dicen los anglosajones”.
Su madre era muy humilde, iletrada, pero siempre procuró que él estudiara. “Mi padre tuvo que trabajar desde muy pequeño, en trabajos muy pesados, con una conciencia de clase crítica desde el principio”, comenta Lorenzo.
Arnaldo nunca le ocultó a su hijo los desencuentros con su padre ni la discriminación que padeció desde la infancia.
Todo cambió cuando Arnaldo conoció a la académica italiana Anna Paola Vianello, con quien se casó y procreó dos hijos. “El dato importante, creo yo, es que finalmente el contacto con el mundo intelectual, crítico y muy ilustrado, ocurrió cuando conoció a mi madre –relata Lorenzo–.
“Mi madre era filóloga, una mujer de una enorme cultura. Mi padre lo decía: ella le enseñó a los clásicos, a amar la música clásica; eso le cambió radicalmente el modo de concebir al mundo, sin olvidar su pensamiento crítico.”
Su formación política
Arnaldo Córdova fue uno de los fundadores del Partido Comunista Mexicano (PCM) en Michoacán. Incluso fue enviado por esta organización a China de manera clandestina para que terminara su formación política.
Sobre ese periodo existen dos versiones. Alcocer –otro antiguo colaborador de Proceso– asegura que Arnaldo obtuvo una beca para ir allá en la década de los cincuenta a terminar su formación política en la época en que China rompió con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) por las diferencias entre Mao Zedong y José Stalin.
“Estuvo en la escuela de ‘cuadros’ del Partido Comunista chino en los cincuenta o sesenta. Durante la ruptura chino-soviética de aquellos años, los chinos decidieron no mantener las becas a los latinoamericanos. Arnaldo regresó con una conducta crítica hacia los rusos y los chinos y fue expulsado del PCM”, según Alcocer.
Lorenzo asegura que su padre no fue expulsado de ese partido, sino que dejó la militancia por diferencias ideológicas: “En realidad su distanciamiento del Partido Comunista ocurre a su regreso de Italia. El PCM era más cercano al Partido Comunista de la Unión Soviética, al PCUS, y al Partido Comunista Italiano, el más grande del mundo occidental: era el más liberal, el menos adocenado de todos los partidos comunistas en el mundo.
“Digamos que rápidamente matizó en un comunismo moderno, de corte más socialista, con sus estudios en Italia. Mi padre se fue de México siendo maoísta –un marxismo adocenado– y regresó siendo gramsciano. Eso fue lo que lo distanció del PCM en los años setenta, lo mismo que a sus compañeros de batallas intelectuales Rolando Cordera, José Woldenberg, Pablo Pascual y Adolfo Sánchez Rebolledo.
“Eso lo llevó a fundar el MAP (Movimiento de Acción Popular), un movimiento de izquierda democrática, de corte socialdemócrata, articulado en gran medida alrededor del sindicalismo universitario”, sostiene.
Alcocer, Cordera y Woldenberg participaron en la creación del MAP, que posteriormente se transformó en el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), del que Arnoldo fue diputado federal de 1982 a 1985. Y según Alcocer, fue “buen tribuno: lúcido y brillante; era un analista político de primer nivel”.
Arnaldo “tenía congruencia de convicciones e ideología”. Como diputado, “siempre mantuvo una postura crítica hacia el gobierno del PRI; y dentro del PSUM se distinguió por los debates. Después estuvo con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), del que también fue fundador, y en los últimos años al lado de Andrés Manuel López Obrador”, añade Alcocer.
“Sin embargo –aclara–, Arnaldo no era un ideólogo de partido. No era un intelectual al servicio del partido. Se expresaba con absoluta libertad de pensamiento. Yo le decía: ‘Eres un erizo, no hay manera de acercarse a ti’. Era muy arisco.”
En los ochenta, durante una reunión con diputados la situación se volvió tensa y Arnaldo perdió los estribos ante su colega José Encarnación Pérez, El Chon. Según Alcocer, Arnaldo le dijo: “Para opinar, se necesita saber leer y escribir”. Su interlocutor le respondió: “Pues yo te enseño. Soy maestro rural”.
El militante
Rolando Cordera, quien solía compartir sus vacaciones familiares con Arnaldo en la playa, sostiene que su amigo fue un gran estudioso. “Podríamos decir que lo fue de la ciencia política a nivel internacional; también un gran estudioso de la historia de México. Él consideraba que era indispensable conocerla si queríamos entender la política en México, y particularmente al poder”.
Cordera destaca textos de Arnaldo que considera emblemáticos: La ideología de la Revolución Mexicana –un elemento clave para conocer la evolución política como pueblo– y La formación del poder político en México, que iba a ser la introducción del citado libro pero terminó por publicarse de forma separada.
“En esos dos títulos se da la gran síntesis del trabajo intelectual de Arnaldo, sin menoscabo de otras obras como La política de masas del cardenismo, La Revolución en crisis –que aborda el periodo del Maximato–, un libro que no fue bien atendido ni por los estudiosos ni por el público y que yo considero que es uno de los grandes libros de Arnaldo.
“Ahí, en su obra, Arnaldo logró una singular combinación teórica, eficaz y exitosa, sobre el estudio de la historia; en ella ofrece una visión robusta de lo que es el poder en México, su comportamiento y las perspectivas para un México mejor, democrático.”
Y rememora que trabó amistad con Arnaldo a partir de la creación del MAP. Ese movimiento “fue un intento de encuentro entre sindicalistas universitarios, particularmente académicos, con sindicalistas nucleares y lo que quedó del movimiento de la Tendencia Democrática de los electricistas que encabezaba Rafael Galván.
“Todos nos encontramos en el movimiento electricista y coincidimos en la apreciación de la importancia y valía que tenía Galván. A partir de esa movilización, que dio origen al Frente Nacional de Acción Popular –donde también había campesinos y productores rurales–, después de la derrota y la represión en los setenta, nos planteamos la conveniencia de participar en la política que se estaba abriendo en cuestiones político electorales”, relata Cordera.
De ahí surgió el MAP. Poco después nació la propuesta del PCM y otros grupos para transformar al partido, que finalmente se llamó PSUM.
“Ahí, en el MAP, nosotros elaboramos una serie de reflexiones sobre el país, tesis políticas, económicas y sociales, tareas en la que Arnaldo tuvo una participación muy destacada, sobre todo en los juicios y valoraciones de la política y el Estado de esa época”, resume el entrevistado.
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