domingo, 4 de mayo de 2014

Cuarón, La Volpe y el poder. ÁLVARO CUEVA


Usted no sabe lo orgulloso que me siento de todas las personas que la semana pasada se estaban rasgando las vestiduras por las leyes secundarias de la reforma en materia de telecomunicaciones y que hoy están preocupadas… ¡Por la vida sexual de Ricardo Antonio La Volpe!
En lugar de aprovechar estos días para discutir los artículos de esas leyes, para convocar a los medios públicos para que exijan sus derechos y para abrirle los ojos a todas las instancias que sueñan con medios comunitarios, están debatiendo si La Volpe es inocente o culpable de haberle faltado al respeto a una colaboradora de las Chivas.
Así de firmes son sus convicciones. Así de honesta es su campaña de “no más poder al poder”.
Nos vemos un día antes de que se resuelva lo de las leyes secundarias, cuando ya no se pueda hacer nada.
Y es que, por si usted no se había dado cuenta, de aquí a entonces se nos van a atravesar muchos temas mil veces más emocionantes que el futuro de los medios en México, como el Mundial de futbol.
¿A usted en verdad le interesa el tema del acoso sexual laboral en nuestro país o solo se está divirtiendo con el escándalo de La Volpe como, en su momento, lo hizo con personajes como Kalimba?
¿Usted realmente cree que esta supuesta historia entre el ex director técnico del Guadalajara y una podóloga es la única en su tipo en la historia reciente del futbol mexicano?
Jorge Vergara, el dueño de las Chivas, se deshizo de La Volpe porque, supuestamente, le faltó al respeto a una dama. ¿Por qué la lectura es negativa?
Empresario que combate el acoso sexual, empresario que se merece nuestro respeto. ¿Entonces por qué en lugar de felicitarlo, lo atacamos? ¿Queremos o no queremos que se respete a las mujeres?
¿A usted no se le hace medianamente sospechoso que la más afectada con este asunto, la podóloga, sea la que menos haya hablado?
¿Por qué esta historia sale a la luz y otras no? ¿Cuál es la idea? ¿Acabar con La Volpe, con las Chivas o con el acoso sexual?
No sé a usted, pero a mí todo esto me demuestra que lo menos importante en el deporte mexicano es el deporte mexicano y me confirma que nuestras prioridades noticiosas van a la baja.
Hoy, lo que pesa no es el aspecto periodístico de las notas, es el espectáculo. Por eso, hoy, quienes mandan no son los especialistas, no son los autoridades, sino las estrellas y a las pruebas me remito:
Tuvo que venir Alfonso Cuarón y presentarle diez preguntas a Enrique Peña Nieto para que todo el gabinete de nuestra administración federal se moviera y comenzara a responder.
El director de Gravity hizo, en un día, lo que decenas de académicos, reporteros y analistas políticos no pudieron hacer en meses.
El ganador del Oscar consiguió, en horas, lo que cientos de manifestantes que bloquearon calles, violentaron policías, quemaron cosas y destrozaron tiendas no consiguieron en años.
La nota no es lo que respondieron el Presidente y sus secretarios a través de Twitter y a través de los medios tradicionales, la nota es quién tiene el poder en este país: las estrellas.
Cuidado con esto, porque entonces ahora vamos a tener que pedirle a directores, actores y cantantes que sean los que pidan explicaciones y los que firmen los pliegos petitorios.
Que Carmen Salinas vaya con la CNTE, que Sissi Fleitas comience a interceder por el SME, que Adrián Uribe abogue por las leyes secundarias de todas las reformas y, mire, le juro que la cosa cambiaría.
Y si no me cree, nomás échele un ojito a la revista Rolling Stone México de este mes, que no está dedicada a un disco, a un cantante o a una película. Está dedicada a Enrique Peña Nieto.
¿Cuánto apuesta a que ahí sí va a haber debate? ¡Cuánto a que ahí sí pasa algo?
Yo lo único que celebro es que mientras toda esa masa se divierte, hay otras cosas que sí se están moviendo para bien como la iniciativa para homologar el Código Civil Federal con la Constitución para garantizar los derechos de nuestros niños y adolescentes, y para establecer los matrimonios igualitarios.
Claro, como aquí no hay escándalo, ni quién lo mencione.
Tal vez eso es lo que necesitamos, distraernos un tiempo para dejar trabajar no solo a los que están resolviendo situaciones de alta polémica, también a los que están peleando por el progreso del país. ¿O usted qué opina?
¡atrévase a opinar! alvarocueva@milenio.com

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