Se reúne Fox con su “exgabinetazo”; el panismo, ausente
Fox y Marta Sahagún con algunos de los que formaron parte del gabinete. Foto: Verónica Espinosa. |
SAN CRISTÓBAL, Gto. (proceso.com.mx).- “¡Parece un asilo!”, fue la exclamación del exvocero presidencial Rubén Aguilar Valenzuela, de frente a la mesa oval –réplica de la original de Los Pinos– ante la cual Vicente Fox Quesada se sentó con una veintena de aquellos que formaron parte de su gabinete legal y ampliado en el sexenio 2000-2006, reunidos esta tarde en la exhacienda San Cristóbal.
Un “encuentro de amigos, sin jiribilla”, definió Fox, para acordarse de los viejos tiempos y con la esperanza de convencer a alguno de integrarse al consejo directivo del Centro Fox, en el que hasta ahora no figura ninguno.
Todos fueron invitados por Vicente Fox y Marta Sahagún. No todos llegaron.
En la biblioteca del Centro Fox –semejante a la Vasconcelos–, Fox les dice ante las portadas de periódicos que aluden a su triunfo el 2 de julio del 2000 que es una tristeza “ver en qué está terminando la democracia”, en México y en Estados Unidos, donde los bandos políticos no pueden ponerse de acuerdo.
Las ideologías son cosa del siglo pasado, les comenta Fox. “Yo por eso la hice a un lado desde hace rato… por eso ando apoyando a Peña Nieto”.
Ríen los exfuncionarios Reyes Tamez (Educación), Julio Frenk Mora (Salud), Alejandro Gertz Manero (Seguridad Pública), Luis Pazos (Banobras), Rubén Aguilar Valenzuela (vocero), Ramón Muñoz Gutiérrez (Oficina de la Presidencia), Víctor Lichtinger (Semarnat), José Luis Romero Hicks (Bancomext), Sari Bermúdez (Conaculta), Manuel Agustín Reed (Conafor), Eduardo Romero (Función Pública), Emilio Goicoechea (secretaría particular), Ernesto Velasco (ASA), Julio Di Bella (Radio y Televisión), Pedro Borda (Inapam), Juan Hernández (Oficina de atención a migrantes) y Edward John McCarthy, de Fonatur.
Entre las risas, una voz femenina explota:
“¡No me haga enojar!”. Es Xóchitl Gálvez, excomisionada de Atención a los Pueblos Indígenas, quien va entrando y alcanza a escuchar la confesión, más que probada en hechos, de Fox.
“Tenías que llegar en este preciso momento”, suelta Fox, entre los aplausos de los exfuncionarios y señoras que los acompañan para la Gálvez, quien entra, como suele hacerlo, soltando madres.
Unos instantes después baja a la biblioteca y se une al grupo el general José Armando Tamayo, quien fungiera como jefe del Estado Mayor Presidencial en el sexenio foxista.
Ya a la comida llega Pedro Cerisola Weber, exsecretario de Comunicaciones y Transportes. Alcanza a tomarse la foto del recuerdo en la entrada principal del Centro Fox con los demás.
Este “encuentro de amigos” no se había dado con formalidad desde que terminaron el sexenio, tan distantes el voto útil, la foxi señal, la visita a la Basílica de Guadalupe, la remodelación de Los Pinos, el toallagate, la boda presidencial, el futurismo de la primera dama, la guerra en Iraq… o la demanda contra Proceso.
Sesenta exfuncionarios fueron convocados, según las cuentas de Marta Sahagún al inicio del recorrido, poco después de las 11 de la mañana cuando auguraba que algunos todavía estaban en carretera y se incorporarían más tarde; otros se retirarían y algunos más se quedarían a dormir en el hotel de la exhacienda, construido en el viejo casco para los invitados especiales.
No obstante, el panismo se declaró ausente. Josefina Vázquez Mota (Desarrollo Social), Santiago Creel (Gobernación), Javier Usabiaga (Agricultura), Rodolfo Elizondo (Turismo), Rodolfo Elizondo (Energía) o Alberto Cárdenas (Semarnat) anticiparon que no viajarían a San Cristóbal. “Compromisos de agenda”, arguyó Marta Sahagún.
Con “agendas apretadas” o fuera del país se declararon Jorge G. Castañeda, extitular de Relaciones Exteriores, y el general Rafael Macedo de la Concha, extitular de la PGR.
“Eduardo Sojo quedó de ver si alcanzaba a llegar… como tenía una reunión del Inegi…”, alcanzó a susurrar Sahagún antes de anunciar el menú de la comida en el restaurante negocio de los Fox: chiles rellenos de fideo, de frijoles, de chicharrón; gorditas de horno, sopa de nopal.
Tras la presentación de los alumnos de la escuela de música del Centro Fox en el auditorio principal (una bandera de México con la leyenda “2025” proyectada sobre los muros), la incompleta comitiva foxista desciende a la biblioteca, donde se ubican las réplicas del salón del gabinete y la oficina del presidente en Los Pinos, con pósters tamaño natural de los jardines de la residencia en el lugar de las ventanas.
Fox les explica que en esta biblioteca “están los libros”. Y pide que se note el parecido que ésta tiene con una de las obras que pretendió dejar como huella de su sexenio, la mega biblioteca José Vasconcelos.
Actualmente el recinto tiene un acervo de 18 mil libros, aunque su capacidad es para 100 mil (en esto también debe parecerse a la Vasconcelos).
Una niña de la comunidad de Barreto rinde protesta como presidenta por un día, uno de los programas de liderazgo que se llevan en el centro. “Casualmente (los niños) eligieron a una mujer”, explica Marta Sahagún.
El juramento de la niña se confunde con el que, melancólicamente, se escucha del propio Fox en una pantalla de televisión.
El exgabinetazo avanza unos pasos admirando las sillas de montar que le fueron obsequiadas a Fox a lo largo del sexenio, exhibidas en vitrinas. Entonces, a varios de estos exfuncionarios hoy en la sombra de la vida pública, les brillan los ojos: están en la puerta de la réplica de la oficina del gabinete.
Rápidamente Vicente Fox ocupa su lugar al frente y los demás van acomodándose… o inconformándose, como ocurre con Ramón Muñoz, quien de ser jefe de la Oficina del Presidente, pasa a sentarse en el otro extremo de Fox.
“Si ésta fuera una verdadera reunión de gabinete, yo estaría sentado ahí”, dice Muñoz, señalando el lugar ubicado del lado derecho del ex presidente.
Rubén Aguilar no se sienta; se mueve de allá para acá tomando imágenes. “Lo que el presidente quiso decir… ja, ja, ja”, manotea detrás de Fox, antes de que todos pasen a la réplica de la oficina que ocupó el guanajuatense en la residencia oficial de Los Pinos.
Después de la comida, se invita a los medios a captar la foto oficial del encuentro. Sin lugar entre las señoras que permanecen sentadas, Xóchitl Gálvez corre a colocarse entre los varones, sus excompañeros, que permanecen de pie, y pone el punto final al recorrido por el centro Fox:
“¡Yo con esta bola de cabrones!”.
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