domingo, 29 de diciembre de 2013

Final de un año oscuro. José Agustín Ortiz Pinchetti




A
l terminar 2013 he querido enviar una nota que refleje mi preocupación y mi esperanza. Nada mejor que la relectura del profeta, Daniel (Cosío Villegas), La crisis de México. Es difícil evitar la conclusión de que México pasa por una crisis gravísima. Cierto que ha venido gestándose durante décadas, pero el punto al que ha llegado este año es tal que pudiéramos decir que, si no es el peor, es uno de los peores momentos de nuestra historia. México ha vagado sin rumbo perdiendo un tiempo precioso y viendo cómo su proyecto se disolvía. Creímos que la alternancia sería la puerta de la democracia. Estábamos equivocados. Acción Nacional, que se había nutrido con el desprestigio de los regímenes posrevolucionarios, demostró desde el poder que no contaba ni con principios ni con líderes y que su labor de denuncia era una careta. En el poder no hizo sino imitar y superar los peores vicios del PRI, hasta terminar aliándose con su núcleo de los peores, al punto que hoy nadie duda que forman el partido de la reacción.
Como era de temerse, la elite mexicana corrompida e incapaz ha terminado por confiar la solución a la inspiración, la imitación y sumisión a Estados Unidos. Acude desesperada por su fracaso en demanda de dinero, técnicas, cultura, arte y tutela política y nos quiere imponer su tabla de valores. Este proceso de entrega ha llegado al colmo de abrir las puertas a los grandes oligopolios para que puedan saquear, hasta el agotamiento, la máxima riqueza material de México: sus recursos energéticos. Sabemos que estamos lejos de la prosperidad material que prometen a una opinión pública manipulada por una monstruosa campaña de mentiras y cálculos ilusos. Aunque lográramos, mediate el sacrificio a nuestra nacionalidad, mejorar lo que vivimos, perderíamos no sólo nuestra soberanía, sino la seguridad, el dominio y la dicha de quien ha labrado su propio destino.
¿Qué podría hacer nuestra nación para alcanzar a un tiempo el progreso material y una mejor organización política social y humana? La única esperanza es que los hombres libres reafirmen nuestra herencia: reviven las grandes metas de la Guerra de Independencia, la Reforma liberal y la Revolución. De la reafirmación de principios y de ideales vendrá una depuración de los políticos. Reafirmar quiere decir afirmar de nuevo y depurar. Sin esta regeneración, el país perderá mucho de su existencia y de la actual crisis terminará en un desastre, luchas sangrientas y destrucción de las que no terminaremos de lamentarnos nosotros y quienes nos sigan. Deseo a ustedes que demostremos con hechos, no con opiniones, que en este país brilla un espíritu y una fe en nosotros mismos y en nuestro destino. Nos vemos aquí el 12 de enero.
Twitter: @ortizpinchetti

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