L
a transición a la democracia en México aún no termina. En Rusia tomó seis años, en España 18 meses, en Europa oriental fue de terciopelo. Nosotros llevamos 36 años, si partimos de la reforma de Reyes Heroles (1977), 23 desde la creación del IFE (1990) o 17 desde la reforma
definitivade Zedillo (1996). Tan no ha terminado que ahí viene un nuevo cambio al sistema político-electoral. La quinta desde Miguel de la Madrid. Todas han sido respuesta a un fraude electoral o a graves irregularidades. Todas quieren corregir vicios y ser definitivas. Y todas fracasan, a pesar de reorganizar los órganos electorales, instalar sistemas cibernéticos ultramodernos y miles de millones y, sin embargo, la democracia que iba a venir no llega.
Los sondeos demuestran que el IFE está perdiendo confianza desde 2006 y que hoy una mayoría lo repudia. Un informe
confidencialpublicado esta semana describe desorden, duplicidad, ineficiencia, alto costo y exceso de personal. La gente cree, en firme, que las elecciones son tramposas y que el IFE es una tapadera del fraude. Y ahora tendremos un nuevo instituto que se encargará de todos los comicios. Desaparecerán los institutos electorales y se designarán nuevos funcionarios por cuotas. Hasta el tribunal electoral se transformará. Hay muchas críticas, pero los partidos están resueltos a ir adelante.

Mientras la prensa, la radio, la tv y el dinero estén controlados por los mandones, los trinquetes y cochupos serán cada vez más sofisticados y originales, y las elecciones no serán democráticas. Quienes gobiernan y saquean a México tendrán que comprender alguna vez los riesgos de una democracia simulada. Podemos temer otro fraude en 2018 y otras reformas en 2019 o 20. Bueno, si la acelerada descomposición en que vivimos no provoca otra cosa.
Twitter: @ortizpinchetti
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