MEXICO, D.F. (apro).- Pequeño y frágil, con una salud deteriorada por un tumor canceroso incrustado en su cabeza, Alberto Patishtán Gómez se asumió como un símbolo de lo “mucho que hay que hacer todavía” en materia de justicia en México para luego advertir que en las cárceles “habrá una mitad que cometió un delito y la otra mitad estamos de pilón”.
El profesor indígena, quien dijo que no guardar rencores contra las personas que lo mantuvieron en la cárcel durante 13 años, sugirió al presidente Enrique Peña Nieto “que como autoridad siga haciendo el bien”.
Activistas y medios de comunicación aguardaban desde el mediodía su llegada, cuando se haría efectivo el indulto presidencial que lo pondría en libertad. Una vez que ello ocurrió, el profesor tzotzil anunció que esperará a terminar su tratamiento de radioterapia para después decidir cómo continuar su misión de ayudar a los pueblos indígenas.
Patishtán, quien fue recibido con marimba, vestía una camisa a rayas azules y pantalón del mismo color, llegó a la Casa de la Solidaridad a eso de las 15:20, dos horas después de que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anunciara la ejecución del indulto presidencial a favor del profesor bilingüe.
En el local ubicado en la colonia Del Valle y donde despachan varias organizaciones sociales, activistas como los macheteros de Atenco, de Amnistía Internacional (AI), jesuitas, universitarios de la Ibero e indígenas chiapanecos con trajes típicos compartían la expectativa por la condición de salud del indultado, por quien demandaban su libertad desde al menos diez años en que el nombre del Patishtán empezó a sonar más fuerte a escala nacional e internacional.
En cuanto Patihstán Gómez se hizo presente, una “nube” de fotógrafos y activistas lo envolvió, grupo que lo siguió incluso cuando pidió ir al sanitario, antes de iniciar el evento.
“Al profe Patishtán/ nadie lo indultó/ el pueblo organizado/ su libertad logró”, era la consigna que salía del cerco de comunicadores.
Luego, el profesor indígena recibió un machete de manos de Ignacio del Valle, líder del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), como un símbolo de “la lucha por la libertad de los pueblos”.
Otro militante del FPDT colocó en el cuello de Patishtán un paliacate rojo, que representa “el sudor del pueblo”.
Emocionado, el profesor blandió el machete, gesto que imitaron otros activistas de Atenco e indígenas chiapanecos presentes en el acto.
Después de una breve cronología de la estancia de Patishtán por las cárceles de Chiapas –Cerro Hueco, Amate y San Cristóbal de las Casas— y una de máxima seguridad –en Guasave, Sinaloa–, detallada por el presidente de Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz), Miguel Álvarez; de la participación de un representante del municipio chiapaneco de El Bosque, Martín Ramírez López, y de Gabriela y Héctor Patishtán, el profesor tzotzil tomó la palabra reconociendo su limitaciones físicas, entre ellas la disminución de su vista: “Ahora veo más claro en mi corazón”.
Alberto Patishtán, quien se asumió como “una persona libre por saberse inocente”, dio cuenta de las injusticias y discriminación que sufren los pueblos indígenas y que lo movieron a actuar a favor de ellos mucho antes de que se le achacara la responsabilidad de la matanza de siete policías municipales en El Bosque.
Para él, su detención el 19 de junio de 2000 fue producto de una venganza del entonces alcalde de El Bosque, el priista Manuel Gómez Ruiz, contra quien encabezaba un movimiento social para su destitución.
En prisión, sometido a una “condena de muerte”, Patishtán Gómez aseguró que al conocer casos de encarcelamientos injustos, la mayoría de indígenas que no hablaban español y que eran pobres, decidió ayudarlos.
Durante su estadía en el penal de Cerro Hueco, gracias a su lucha organizada, logró la libertad de 12 personas, y en San Cristóbal de las Casas, consiguió lo mismo con otro tanto.
En la cárcel, sostuvo, “habrá una mitad que sólo cometió delito y la otra mitad estamos de pilón”.
Con humor, Patishtán contó que durante su estadía en la cárcel fungió como “sacerdote, psicólogo, abogado y hasta como doctor” entre los indígenas que buscaban su apoyo, situación que confiesa fue mal vista por autoridades penitenciaras, quienes buscaron acabar con su labor humanitaria trasladándolo a varios penales.
Incluso, rememoró, lo llevaron a “estrenar” el Centro Federal de Readaptación Social de Guasave.
“Quisieron acabar con mi lucha, quisieron restar pero lo que resultó fue multiplicar, quisieron ocultarla y lo que ocurrió es que resplandeció”, consideró Patishtán sobre los intentos inútiles de las autoridades por ahogar su labor de defensa en los penales en los estuvo recluido.
Después de 13 años de cárcel, el profesor reflexionó: “¿Y qué significa la libertad? Yo desde un principio la libertad la sentí; desde el primer día en que llegué a la cárcel estoy libre, y me he sentido libre siempre”.
De su permanente sonrisa y buen humor, que para él es ya su “profesión”, el maestro rural sostuvo que nunca deja de reír porque está “libre en conciencia y ante los ojos de Dios me bendice siempre, y con esa bendición tengo que contagiar a los demás”.
En la breve ronda de preguntas sobre la posibilidad de buscar la reparación del daño y el castigo para los responsables de su encarcelamiento, Patishtán refirió que “no guarda rencor”; sobre sus planes a futuro, dijo que va a tomarse un tiempo con su familia, atender su salud, y que de eso depende su retorno a su pueblo y del tipo de lucha que emprenderá”.
Entonces los reporteros pidieron a Patishtán que dedicara unas palabras a Peña Nieto, luego de que decidiera indultarlo. Breve, acotó: “Que como autoridad siga haciendo el bien”.
En la conferencia Pedro Alfaro, representante del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, apuntó que sigue en trámite el recurso que interpuso esa organización ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en busca de una investigación exhaustiva sobre la detención ilegal del profesor Patishtán, la reparación del daño y una atención efectiva a su salud.
Patishtán se retiró después del acto para descansar, mientras que activistas de derechos humanos se concentraron en el Ángel de la Independencia para celebrar la liberación del profesor bilingüe.