martes, 6 de agosto de 2013

Otro recurso chucho

Reunión futurista
Temor de asistentes
Miguel Ángel Velázquez
T
an sólo unos días después de consumarse el triunfo del mercado sobre la libre voluntad política de los ciudadanos de este país, en la pasada elección presidencial, en una casa de la colonia San Miguel Chapultepec se reunieron, para medir horizontes, los líderes de casi todas las diferentes corrientes que forman la izquierda. Mirar hacia el futuro era el supuesto que los convocaba.
Ninguno de los reunidos tenía la menor duda respecto del diagnóstico del día de la elección. La compra masiva de votos, el manipuleo abierto de algunos medios de comunicación –casi todos– y el hambre que se padece en casi todas las regiones del país, momentáneamente apaciguada con los tradicionales métodos de la temporada de elecciones, mostraban una mezcla entre las nuevas formas y las tradicionales de escalar el poder. Así que otro análisis parecía más que absurdo.
Tal vez por ello había quien estaba preparado, desde su perspectiva, claro, para atisbar en el futuro del país y listo para ponerse al frente de un movimiento que aún no se gestaba. Propuso que fuera la izquierda la que planteara un esquema de trabajo político que muy difícilmente podría rendir frutos a la misma izquierda.
Allí se leyó, entonces, un documento que tenía por título Reconciliación de México: legalidad, mandato popular y bases para un acuerdo nacional. El escrito constaba de diez páginas en las que se describía una agenda que proponía contribuir a la reconciliación nacional y a la concordia desde las izquierdas, que impulsarían un acuerdo nacional, y donde sería este grupo, el de las izquierdas, el que daría el primer paso. Nuestra oportunidad histórica es ser una fuerza que contribuya a la reconciliación, al orden democrático, a la equidad, la transparencia y el desarrollo.
Después habla de sus políticas de alianzas y asegura que debería llevarnos a la formación de coaliciones parciales: con el PAN, para impulsar la transformación de las instituciones políticas con la democratización de los medios y el control del dinero de los gobernadores; con el PRI, para avanzar en lo posible a un sistema de seguridad social universal; con el PRI y el PAN, para mover la política actual de seguridad hacia una política de seguridad respetuosa del estado de derecho y de la soberanía nacional; con todas las fuerzas y liderazgos nacionalistas, partidarios y no partidarios, y el apoyo de la movilización social, para frenar el intento de la reforma privatizadora del petróleo que descanse en la modificación del artículo 27 constitucional.
El documento se discutió y al final se desechó. Los reunidos estuvieron de acuerdo en que una idea que dejaba tantos huecos en su tejido resultaría un cheque en blanco para el gobierno de Peña Nieto, y aunque hubo quienes apoyaron esa idea, hablar de reconciliaciones no parecía lo más político ni lo más conveniente para la izquierda, que no tiene –aún ahora– los medios políticos –léase diputados y senadores– ni económicos para ir a una cruzada de ese tipo.
Por el contrario, el PRI sí contaba con esas herramientas, por decirlo de algún modo, para arrebatarles la idea y encabezarla con sus propias formas. Así se discutió y, como dijimos, se desechó. Pero un chucho, según nos cuentan, se guardó el escrito y ya sea por su idea o impulsado por algún otro interesado, lo llevó hasta las manos de un priísta amigo suyo, oaxaqueño de nacimiento, quien con algunas reformas lo llevó hasta lo más alto de la política nacional.
En esa reunión había más de 20 personajes que supieron del asunto, muchos de los cuales están hoy aterrorizados.
De pasadita
Nadie sabe con exactitud cuántos afters existen en la ciudad, Pareciera como si todos los días, y noches, por todos los rumbos del DF naciera uno o varios de estos bares abiertos en las madrugadas. Los datos son confusos y cambiantes, pero lo cierto es que las autoridades del DF trabajan para inhabilitarlos. Por lo pronto, nos aseguran, ya hay cerca de medio centenar de estos antros cerrados. Muy pronto el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, no dirá cómo van estos trabajos.

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