El dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano.
Foto: Octavio Gómez
Foto: Octavio Gómez
MÉXICO, D.F. (apro).- En su texto “En busca de la identidad perdida”, publicado en Proceso como réplica a otra extensa carta de Jesús Ortega, el senador Alejandro Encinas inició con un duro diagnóstico:
“La izquierda partidaria atraviesa por un cambio de ciclo caracterizado por la fragmentación, el descrédito y su desdibujamiento ideológico”.
Encinas, adversario interno de Ortega en los comicios por la dirigencia nacional del PRD en 2008, advirtió en ese texto que de tiempo atrás el único debate en su partido es por el reparto de cuotas y cuates. Los métodos democráticos para elegir a los candidatos se han relegado. Se privilegian los acuerdos cupulares y se cae en un pragmatismo que raya en la incongruencia.
El documento fue publicado dos semanas antes de la jornada electoral del pasado 7 de julio. Como esta reflexión, muchas otras se han hecho al interior del partido sin que atraviesen el muro de los monólogos de sordo frente al grupo dominante en la dirigencia.
Los resultados del domingo demuestran que no sólo los diagnósticos críticos se quedaron cortos, sino que el PRD y el núcleo conocido como Los Chuchos han decidido ganar perdiendo, a costa de desdibujar las opciones de izquierda electoral y colgarse medallas en alianza con el PAN y, si se puede, hasta con Nueva Alianza (Panal).
Lo ocurrido en las elecciones municipales y de legisladores en 14 entidades, y de gobernador en Baja California, está muy cercano a la catástrofe para el partido que, en alianza con otros, llegó a encabezar la segunda fuerza política en 2012 tras las elecciones presidenciales. Difícil de comparar unos comicios federales con los locales, pero la tendencia hacia la fragmentación, la disolución y el desencanto de los votos del PRD se confirmó en este 2013.
El PRD perdió prácticamente sus plazas más importantes: la alcaldía de Cancún –gobernada desde 2008–, la capital de Oaxaca, en alianza con el PAN, y dos municipios de Zacatecas que antes gobernó con el PT. Dirán que en esta entidad el PRD ganó 15 alcaldías en alianza con el PAN, pero no se compara con el avance del PRI, donde apenas hace cuatro años gobernó el perredismo.
En el norte del país, el Partido de la Revolución Democrática ganó cero alcaldías sin ninguna alianza. Fueron los casos de Baja California, Sinaloa, Durango, Aguascalientes (la entidad de Jesús Ortega, donde ni él gana por mayoría relativa), Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas. En este último estado, dominado por el narco y la violencia, la izquierda partidista prácticamente desapareció. El PRI y el PAN se repartieron los triunfos.
En Veracruz, la quinta entidad más importante por el tamaño de su padrón, el PRD ganó cuatro alcaldías más para sumar 32, pero a costa de una recuperación similar al “carro completo” del PRI en las elecciones para alcaldes y diputados locales. En Veracruz, como en Quintana Roo, el gobernador priista se sirvió con la cuchara grande.
De los 212 municipios en juego, la coalición PRI-PVEM-Panal gobernará 99, incluyendo a las 24 ciudades más importantes, salvo Boca del Río y Córdoba, que ganó el PAN.
En Tlaxcala el PRD perdió una alcaldía, en Puebla se fue en coalición con el PAN, al igual que en Oaxaca, repitiendo el esquema de 2010.
Sin embargo, la alianza PAN-PRD en Puebla y Oaxaca no fue nada exitosa si se compara con los comicios anteriores. En Puebla perdieron siete alcaldías y en Oaxaca 12, incluyendo la capital.
El problema ni siquiera es el balance final de alcaldías ganadas o perdidas, así como el número de diputados locales alcanzados. La derrota principal es programática y de participación del electorado.
Ni una sola propuesta memorable de los candidatos del PRD se escuchó en campaña. No hay un punto de vista que lo distinga del PAN, del PRI o hasta del Panal, ya no digamos de sus exaliados: el PT y Movimiento Ciudadano.
En Cancún, su plaza emblemática, asumieron la derrota desde dos semanas antes. El abstencionismo en esta ciudad fue mayor a 70%. ¿No pudo o no quiso el PRD alentar a los habitantes de la ciudad más poblada de Quintana Roo a participar en las urnas?
El PRD perdió la brújula electoral. ¿Se compite solamente para repartir cargos de elección popular o para plantear un proyecto de gobierno con acento social, antiautoritario, defensor de los espacios públicos, de los derechos sociales?
Para la cúpula de la Nueva Izquierda –Los Chuchos que dominan los cargos de decisión claves en el PRD– la reflexión se remite a avalar o no el Pacto por México. Les preocupa si mantendrán o no el nivel de interlocución y el poder del picaporte frente a la presidencia de la República. No les preocupa ni les ocupa la defensa del voto, el grosero retorno a las trampas más viles, ni la violencia desatada contra sus candidatos.
Y luego se molestan cuando les recuerdan que desde los tiempos del PST les decían “los socialistas del presidente”. Ahora se acomodan como “el ala izquierda” del Pacto por México.
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