Colosio y Ruiz Massieu:
Crímenes de Estado
NORBERTO MORENO
Estamos a 17 años de los crímenes de Luis Donaldo Colosio y de José Francisco Ruiz Massieu, y la conclusión de la opinión pública sigue siendo la misma: Ambos fueron crímenes de Estado, contrario a la conclusión legal respectiva. El 23 de marzo último ocurrió el aniversario luctuoso del candidato sonorense y, en los meses próximos será el del político guerrerense. No han faltado voces que acusan que ambos crímenes tuvieron que ver con los proyectos y grupo político afín, la vida privada y los escasos resultados de rentabilidad política para su partido, en ese entonces en el poder. Los documentos que acreditan la mala investigación y los obstáculos que enfrentaron los impartidores de justicia para lograr el total y convincente esclarecimiento, los he presentado en mi más reciente obra: De Madero A Colosio, crímenes políticos en México.
En la obra he remontado la investigación de las ciencias forenses desde los asesinatos de Francisco I. Madero, antes el de su hermano Gustavo, el vicepresidente Pino Suárez, los casos de los hermanos Serdán (que ocurrieron antes de los citados), Venustiano Carranza, Francisco Villa, Emiliano Zapata, León Trotsky, Álvaro Obregón, entre otros. El común denominador de la mayor parte de los casos es: La mala investigación, la injerencia política por revanchas o traiciones y, la participación de militares, incluso en los atentados a Manuel Ávila Camacho y Pascual Ortiz Rubio, entre otros.
De igual manera, no falta quien acuse que en los mismos hubo injerencia extranjera, específicamente del gobierno de los Estados Unidos. En el caso de Francisco I Madero presento en la obra un documento desclasificado que corrobora la participación del embajador Lane Wilson. Y así lo desglosé durante la presentación de la obra en referencia, el 18 de marzo del año en curso, en el Club de Periodistas de México, en un acto en el que me honraron con su presencia Humberto Hernández Haddad, el doctor Jorge Ponce, y los licenciados José Manuel Ruiz Macal y Sergio Mendoza.
En el caso Colosio, ahora, han aparecido documentos desclasificados que si bien no esclarecen el crimen, ayudan a entenderlo. Hace casi un par de años, la periodista Dolia Estévez publicó en el Semanario digital que documentos desclasificados por el Departamento de Estado, bajo la Ley para la Libertad de Información, revelan los dos rostros de la trágica carrera política de Luis Donaldo Colosio. El primero, entre 1989 y 1993, escribió Estevez, es el rostro de un joven político ambicioso, decidido a hacer lo que le pidiera Carlos Salinas con tal de ganarse su preferencia; el otro rostro, entre enero y marzo de 1994, proyecta a un candidato acorralado, minimizado y “nada feliz”, debido a la alevosa manipulación que Salinas hace de la rebelión zapatista, concretamente la designación de Manuel Camacho, como Comisionado para la Paz.
Los documentos confidenciales muestran que Colosio empezó a allanar el camino hacia Los Pinos mucho antes del destape. El 25 enero de 1989 se entrevistó por una hora con el embajador Charles Pilliod para tratar de desacreditar a quien desde entonces, anticipaba, sería su más fuerte rival: Cuauhtémoc Cárdenas. De acuerdo con Pilliod, Colosio le dijo que Cárdenas “se hallaba en proceso de ser secuestrado por los comunistas”. Mencionó a Jorge Alcocer y Arnoldo Martínez Verdugo. Luego se esforzó en tratar de convencer al diplomático que, bajo su dirección, el PRI recobraría el terreno perdido en 1988, incluido el Distrito Federal, bastión del cardenismo.
A sabiendas de que EU no tenía derecho de voto pero sí de veto, buscó con ahínco la avenencia de Washington. El 5 octubre de 1990, el embajador John Negroponte informó a Washington que Colosio “está cerca de Salinas, quien lo escogió personalmente para dirigir el PRI y a quien se cree incorporará al gabinete para volverlo presidenciable”. Otro cable del 7 de abril de 1990, firmado por Witajewki, Cónsul en Hermosillo, dice que de acuerdo con fuentes confidenciales, a Colosio no le interesaba la gubernatura de Sonora, sino la Presidencia. El comunicado, parcialmente tachado, informa que Colosio estaba convencido que después de lograr con “éxito la reestructuración” del PRI y anotarse unas cuantas victorias “más o menos legítimas”, Salinas le daría una supersecretaría. “Esto sería la señal a otros contendientes de que el Presidente había optado por el senador de Sonora como primus inter pares”. Los cálculos de Colosio resultaron premonitorios. El 22 de mayo de 1992, Salinas lo designó titular de Sedesol, oficialmente incorporándolo a la carrera por la sucesión.
De acuerdo con los documentos, en enero de 1994, Colosio fue víctima de dos fuertes reveses de los que no vivió para recuperarse: El levantamiento en Chiapas y el subsecuente protagonismo de Camacho manipulado por Salinas. Tan severo fue el deterioro del candidato que, aunque Jones no consideró factible que fuera a ser sustituido por Camacho, sí vaticinó que quizá tendría que cambiar de estrategia y mensaje para “depender más” de la vieja guardia del PRI. El 11 de enero de 1994, Jones escribió: “Colosio no puede estar feliz con los eventos en Chiapas, tanto por los problemas que están causando como por la publicidad que le están robando”. Jones supuso que la designación de Manuel Camacho “debió de haber dejado atónito a Colosio”.
El 17 de febrero, Jones consignó: “Colosio primero vio cómo los rebeldes, luego el ejército y ahora su archienemigo Camacho, están acaparando casi toda la atención pública”. Esto, dice, lo obliga a hacer una doble campaña: “Trabajar las bases durante la semana y las elites políticas los fines de semana. A veces carga su propia maleta, conduce su propio auto o viaja en transporte público”.
Salinas tutor y cuñado.
Un amplio análisis del 2 de marzo de 1994, elaborado por el Buró de Inteligencia e Investigaciones del Departamento de Estado, afirma: “Camacho se ha vuelto indispensable para Salinas y el PRI. También ha fortalecido su propia imagen...parece tener acceso ilimitado a Salinas...Colosio (por otra parte), parece no tener participación... en Chiapas”. Consultado por la Embajada respecto a si Camacho podía sustituir a Colosio como candidato, un “priísta sazonado”, a quien el cable no identifica de nombre, “sacudió la cabeza y visiblemente confuso, respondió, ‘las viejas reglas ya no se aplican’”. Tres semanas después, Colosio es asesinado a plena luz del día.
"El año de 1994 constituye un parteaguas en la historia contemporánea de México. En ese año, el país vivió una serie de acontecimientos que cimbraron la vida política nacional, poniendo en riesgo la paz pública y la seguridad de los ciudadanos, ante la aparente impasibilidad de los órganos de gobierno encargados de velar por el mantenimiento del Estado de derecho y procurar una justicia expedita a todos los mexicanos, que prefirieron hacer uso del viejo recurso de que el tiempo solucione todos los problemas, por inercia o por olvido”. Mario Ruiz Massieu en un Yo acuso agregaba: "Entre los lamentables acontecimientos destacan el estallamiento del conflicto armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en la madrugada del 1o. de enero, en el estado de Chiapas; el asesinato del candidato del PRI a la presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio, ocurrido el 23 de marzo, en Tijuana, Baja California, y el homicidio del secretario general de ese partido, José Francisco Ruiz Massieu, acontecido seis meses después, el 28 de septiembre, en la ciudad de México".
El el ex subprocurador encargado de la investigación de la muerte de su hermano, tenía una conclusión clara: "A Luis Donaldo Colosio y a José Francisco Ruiz Massieu los mataron por sus ideas renovadoras dentro del priismo y en la política nacional, ya que eso tenían en común. El móvil de ambos crímenes fue político, por lo que ellos representaban y por lo que ellos luchaban. La pregunta que ambos crímenes dejaron en el aire es tal vez la más dramática que los mexicanos nos hemos hecho en muchos años: ¿Quién (de esas características) sigue?
El miércoles 28 de septiembre, a las 9:35 horas, aproximadamente, el licenciado Ruiz Massieu salió de un desayuno de trabajo, en el que estuvo acompañado por cerca de 180 diputados electos e integrantes del PRI. Dicho desayuno fue realizado en las oficinas del Frente Nacional de Organizaciones y Ciudadanos, ubicadas en la calle de José María Lafragua, esquina con Plaza de la República, en la colonia Tabacalera. Después de despedirse de sus correligionarios, Ruiz Massieu abordó su automóvil Buick, con placas de circulación 972GCS, para trasladarse a las instalaciones del Instituto Federal Electoral en compañía de algunos miembros de su partido, con la intención de presenciar el debate entre las autoridades del IFE y el senador Porfirio Muñoz Ledo, programado para ese día.
Mario Ruiz Massieu
Al arrancar el motor del vehículo y avanzar algunos metros, un sujeto armado se acercó al automóvil en movimiento y realizó un disparo que perforó el vidrio de la ventanilla del conductor, hiriendo gravemente en el cuello a Ruiz Massieu. De inmediato, el herido fue trasladado al Sanatorio Español, ubicado en la avenida Ejército Nacional número 613, colonia Polanco, a donde arribó con vida, falleciendo aproximadamente una hora después del atentado. De acuerdo con los partes médico forense y de balística, Ruiz Massieu recibió un impacto de bala expansiva, proveniente de una subametralladora semiatomática, marca Intratec, modelo Tec-9, calibre nueve milímetros, de fabricación estadunidense, en la cara lateral izquierda del cuello, a nivel de su base, que penetró en la zona del tórax, provocando una herida necesariamente mortal.
Con base en la reconstrucción de hechos practicada, se pudo saber que el agresor de Ruiz Massieu, luego de disparar contra la víctima, tiró al suelo el arma con la que cometió el atentado y pretendió darse a la fuga, corriendo hacia la avenida Paseo de la Reforma, donde fue interceptado por el policía bancario José Antonio Rodríguez Moreno, quien se encontraba comisionado a la vigilancia de la sucursal de Banca Confía, ubicada en el número 51 de la calle de José María Lafragua. Según su versión de los hechos, José Antonio Rodríguez Moreno, al escuchar la detonación y percatarse de que el agresor lanzaba su arma al suelo e intentaba escapar del lugar, le salió al paso y le marco el alto apuntándole con el arma que tiene asignada para su servicio, ordenándole que se tirara al piso y permaneciera quieto, procediendo a entregarlo a los ayudantes del diputado electo Ruiz Massieu: Ignacio Tercero Reyes y Guillermo Acosta Castro, quienes a su vez lo pusieron a disposición de los agentes de la Policía Judicial Federal que acudieron al lugar.
El ex reportero de la revistas Quehacer Político y Rotativo, Antonio Salyano, en declaración ministerial narró que un día antes del crimen se percató cuando desayunaba en el Sanbon's, que a unos cuantos metros se encontraba el diputado Jorge Montúfar Araujo con acompañantes que después identificó como Fernando Rodríguez González, Carlos Cantú Narváez y Daniel Aguilar Treviño. La información que proporcionaron el homicida y los numerosos testigos presenciales del atentado sirvió de base a la PGR para iniciar la averiguación previa número 6820/D/94, en contra de Daniel Aguilar Treviño, por los delitos de homicidio, portación de arma de fuego de uso exclusivo del Ejército, y los que resulten.
Una vez detenido el autor material del crimen, la pregunta inicial quedaba en el aire: ¿Quién o quiénes planearon el crimen? Para encontrar la respuestas todos los caminos conducían nuevamente a la clase política gobernante. Una vez finalizado el gobierno de Salinas, no hubo mayores obstáculos para capturar a uno de ellos: Raúl Salinas de Gortari, pero desde entonces y a la fecha no se supo nada más de otro de los autores intelectuales, como es el diputado tamaulipeco Manuel Muñoz Rocha. La cabeza de Raúl Salinas rodó, escribió José Luis Trueba Lara, a pesar de los esfuerzos realizados por su hermano. Las torturas que buscaban ocultar la verdad, las acusaciones espectaculares que sentaron en el banquillo de los acusados a algunos miembros de la elite política, la fallida movilización de la escolta militar y del ex presidente, la brevísima huelga de hambre protagonizada por Carlos Salinas de Gortari y la presunta muerte de Manuel Muñoz Rocha perdieron todo su sentido.
Para mayor información pueden consultarse otras de mis obras Almoloya o El Infierno de Hielo, Paraísos Fiscales y sus Demonios y Jueces sin Rostro. Con la sentencia inicial a 50 años de prisión, y la reducción en segunda instancia de la condena a 27 años y medio de prisión, la conclusión del poder judicial inicial era la misma: El hermano mayor del ex Presidente sí había participado en el crimen. Para Mario Ruiz Massieu, el contubernio estaba a la vista e involucraba al diputado Gustavo Carvajal Moreno; Ignacio Pichardo Pagaza, presidente del PRI; María de los Ángeles Moreno Uriegas, secretaria general del PRI, y Humberto Benítez Treviño, procurador general de la República.
¿Cuántos Aburtos?
Mario Ruíz Massieu renunció a la fiscalía huyó a Texas donde fue capturado por no reportar la cantidad de dólares que llevaba consigo, y tiempo después en prisión apareció muerto, se dijo que a causa de un suicidio. Desde su desaparición nada se ha sabido del ex diputado federal por Tamaulipas, Manuel Muñoz Rocha; el abogado Enrique Fuentes León, estuvo preso acusado de participar en el crimen de Nellie Campobello, pero recobró la libertad.
"Es lamentable que en México algunos políticos no entiendan que el país ha cambiado y requiere de que se echen a un lado prácticas corruptas, malsanas y aun criminales. En su conciencia llevarán sin duda el peso de los crímenes políticos que se sigan presentando en México y la descomposición política y social de nuestro país, contra lo cual muchos mexicanos lucharemos para evitarlo. El año de 1994 marcará políticamente la historia de México, un año en el que se registran los homicidios del candidato priísta a la presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio, y del secretario general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu; asesinatos que cuando menos debieran servir para aclarar el paso a la democracia y para que ésta permee a todo el país", escribió Mario Ruiz Massieu después de abandonar la fiscalía encargada de investigar la muerte de su hermano
"Ese era José Francisco, mi aliado que fue victimado en septiembre de 1994. Ése era el político, el administrador y el reformista. Pero sobre todo, ese día perdí a un amigo entrañable, cuya ausencia dejó una marca de dolor que no se va, y que en los rostros de aquellos cercanos a él es imperecedera. Desde entonces mi familia está de duelo, sobre todo sus hijas", escribio el ex presidente Salinas.
En torno a Colosio publicó: "En medio de las hipótesis descabelladas sobre un supuesto 'crimen de Estado', poco se reparó en el hecho de que el asesino material de Donaldo Colosio fue detenido en el lugar de los hechos. Su nombre es Mario Aburto. Fue conducido con vida a los interrogatorios judiciales. Aceptó su responsabilidad. Fue trasladado a la prisión de máxima seguridad y sometido a juicio. Cuando entregué la presidencia de la República, había sido encontrado culpable y sentenciado. Permanecía vivo y en prisión. En los magnicidios de John F. Kennedy y de Olof Palme los victimarios no sobrevivieron o no aparecieron. Aburto siguió en la cárcel".
No obstante dicha hipótesis, Salinas entregó en el último año de su gobierno el premio nacional de periodismo a Dora Elena Cortés, quien durante su labor de corresponsal deEl Universal en Tijuana documentó la teoría del complot y la existencia de al menos tresaburtos, calificados así por el parecido entre ellos. En cambio, la resolución judicial asentaba la existencia de un asesino solitario, teoría que, por su parte, había documentado el director del semanario Zeta, Jesús Blancornelas. Dora Elena Cortés había sido años antes subdirectora del periódico Al Día, propiedad de Amado Cruz Anguiano quien estuvo preso en el Cefereso de Almoloya, por su relación con el Cártel de los Arellano Félix. Coincidentemente, como dicen los políticos mexicanos, Cruz Anguíano abandonó la prisión en la misma fecha en que ingresaba al mismo Cefereso Benjamín Arellano Félix.
El 22 de marzo, cuando Colosio hacía gira por Mazatlán, Sinaloa, Manuel Camacho anunció que no aspiraba a ninguna candidatura y que concentraría su esfuerzo en el proceso de paz en Chiapas. Afuera de la emisora de radio, recuerda Arreola, el general García Reyes estaba realmente muy molesto porque el candidato lo había regañado. Se trató de una reprimenda injustificada porque obedeció a un malentendido. En el periódico El Noroeste había aparecido la fotografía de uno de los miembros de la escolta de Colosio al que, según decía el diario, se le veía una pistola en la cintura. Como me dijo Domiro, "así es como deben andar las personas que protegen al jefe, si no, no sirven para nada". Antes de salir del hotel al aeropuerto de Culiacán, recibe una llamada telefónica, presumiblemente de José Cordoba Montoya, para pedirle que renuncie a la candidatura, según expresa el senador Guillermo del Río Ortegón, integrante de la comisión del Caso Colosio.
"Donaldo, que se veía muy contrariado al terminar de hablar por teléfono, no le comentó a nadie con quien había conversado esa vez, encerrado por cierto en una de las habitaciones del hotel en el que nos encontrábamos. Pero era lógico que el que lo había llamado era el presidente Carlos Salinas de Gortari. La principal evidencia de que se trataba de Salinas radicaba en el hecho de que la llamada no había llegado por conducto normal, el de Castillo, sino que se había utilizado esta vez al general García Reyes, que en la campaña era el único que tenía contacto con el general Arturo Cardona, a la sazón jefe del Estado Mayor Presidencial”. A decir de Arreola la mencionada llamada la recibió en La Paz el general Domiro García Reyes quien se acercó a Colosio y le informó de la solicitud telefónica.
Con fechas de 28 de febrero y 14 de mayo de 1996, respectivamente, se agregaron a la indagatoria dos anónimos relacionados con la supuesta llamada del 23 de marzo de 1994, el primero que tiene agregada la fecha "17-III-94" (sic), cuyo contenido en lo conducente es el siguiente: El que estaba con Luis Donaldo Colosio en el cuarto de Culiacán cuando le pasaron la llamada de México, según esto para exigirle que renunciara a la candidatura, fue José Luis Soberanes. Éste fue el que convenció a Colosio de que tomara la llamada, porque no quería. Después de escuchar Luis Donaldo Colosio contestó: 'Dile que no acepto, que no acepto y me atengo a las consecuencias'. Una vez que sucedió el asesinato, Soberanes se lo dijo a un reportero Juan Martínez Ruíz, pidiéndole que lo difundiera. Se pudiera citar a Soberanes y a Martínez Ruiz, si no se ha hablado con ellos de esto (sic).
Raúl Salinas de Gortari.
Cabe mencionar que casi cinco año después del crimen, apareció en Reforma una declaración ministerial de Soberanes, rendida el 10 de abril de 1995, en la que éste declaró que el fiscal Miguel Montes le confió que "si investigaba todo sería hombre muerto". Montes reaccionó a la publicación: "Niego absolutamente haber afirmado que si investigaba en serio sería hombre muerto". El Segundo no está fechado y su contenido es el siguiente: Como ciudadano responsable, tengo la obligación de comunicarles que el día 23 de marzo de 1994, el candidato presidencial Colosio recibió una llamada al teléfono cellular 9054028194, en la que le pidieron su renuncia a la candidatura presidencial, cuando se encontraba en Sinaloa (sic). A este respecto, Carlos Salinas escribió que "Donaldo Colosio jamás me planteó que pensara retirarse de la contienda electoral. Y yo tampoco le sugerí ni le planteé que tuviera dudas sobre su candidatura; si, como se dijo tantas veces, alguien se atrevió a pedirle que la retirara, lo hizo sin mi conocimiento o del Partido. Sin embargo, Donaldo Colosio nunca me dijo que algo así hubiera sucedido." (Continuará…)
SEGUNDA PARTE SEGUNDA PARTE SEGUNDA
En el libro De Madero a Colosio, presento las irregularidades en la investigación, incluso un facsímil de la declaración ministerial del Mario Aburto cuya firma no es la misma del que rinde su declaración preparatoria ante el juez de Distrito, Alejandro Sosa Ortiz. De manera exclusiva agrego el testimonio del médico legista del Mario Aburto que ingresa al penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez. A decir del doctor Eduardo Gómez Bernal, A las 11: 10 horas, se lleva a cabo la presentación de Mario Aburto ante los medios de comunicación en un cubículo con cristal blindado de la aduana de vehículos, posteriormente en el consultorio medico del área de máxima seguridad la doctora Diana D. González Torres y yo, médicos de guardia, examinamos clínicamente a Mario y le elaboramos su historia clínica. Al respecto, agrega, llama la atención la discrepancia que existe entre los cuatro exámenes médicos oficiales que se realizaron en el cuerpo de Mario Aburto desde el momento de su aprehensión hasta su llegada al Cefereso, ya que existe una marcada diferencia en la descripción de las lesiones como son sus características, situación, dimensiones y número.
En el primer examen médico, realizado por un perito médico legista de Tijuana se mencionan solamente tres lesiones. En el segundo, realizado por tres peritos médicos legistas de la ciudad de México, D.F. se mencionan 14 lesiones. En el tercero, realizado por dos médicos del Cefereso No. 1, se mencionan seis lesiones. En el cuarto, que realizamos con minucioso método medicolegal, la mencionada doctora González y yo, y del cual dí constancia, encontramos 17 lesiones, de las cuales estoy plenamente seguro de su real presencia en el cuerpo examinado.
Ello da lugar al surgimiento de los siguientes cuestionamientos:
*¿Por qué esa divergencia de criterios en señalar las lesiones, si tan sólo habían transcurrido máximo 30 horas entre el primero y el cuarto exámenes realizados? Además de que el tipo de lesiones descritas en el cuerpo de Mario Aburto se clasifican como aquellas que tardan en sanar menos de 15 días.
*¿Por qué se encontraron lesiones relativamente benignas en el cuerpo de una persona que estuvo a punto de ser linchada por una multitud enardecida, sedienta de venganza, cegada por la pasión del momento y sin control?
*¿ Por qué en forma milagrosa desaparecieron algunas lesiones y de igual manera aparecieron otras?
*¿Por qué casi se habían quintuplicado (14 lesiones) en México las primitivas lesiones observadas en Tijuana (3 lesiones), y después habían disminuido a más de la mitad al ingreso de Mario al Cefereso (6 lesiones), para que a las escasas seis horas, nuevamente aumentaran la lesiones casi triplicándose? (17 lesiones).
*¿Por qué esa lógica evolución fisiológica en la que una pequeña equimosis en el transcurso de unas pocas horas duplica su tamaño para transformarse en una lesión dérmica y después aparecer como una excoriación?
*¿Por qué el "fuerte golpe en la pierna derecha" que sufrió Mario en la apretada aglomeración del mitin, y que según él le hizo perder el equilibrio, no dejó ninguna huella material y visible en la piel de su pierna derecha?
*¿Por qué esta discordancia de criterios en la descripción de lesiones tan simples como lo son los edemas, las equimosis, los hematomas, las excoriaciones y las heridas contusas por parte de médicos legistas oficiales de reconocida ética y experiencia profesional?
*¿Acaso existió impericia, negligencia o imprudencia en la realización de los exámenes médicos?
*¿Acaso las lesiones cambian de naturaleza de una entidad federativa a otra?
*¿Hubo un cambio del sujeto examinado?
*¿Qué ocurrió en medio del desordenado tumulto para tratar de asegurar al presunto homicida?
*¿Qué ocurrió la noche del miércoles 23 de marzo con la persona de Mario Aburto?
*¿Qué ocurrió en el transcurso del vuelo de Tijuana a la ciudad de México?
*¿Qué ocurrió en las oficinas de la PGR de la ciudad de México la tarde y la noche del jueves 24 de marzo con la persona de Mario Aburto?
*¿O acaso hubo consigna de "muy arriba" de ocultar la verdad de los hechos? y si la hubo, ¿con qué finalidad?
Tal vez la explicación de estos errores médicos, más no la justificación de ellos, sea que alguno de los peritos medico legistas, obligado por las humanas circunstancias de la hora, de las condiciones inadecuadas del lugar en que se practicó el examen o por relevancia del caso político, se halla equivocado, pero creo que estadísticamente esto no es posible. Insisto, participamos SIETE médicos, cinco de ellos somos peritos legistas, en la elaboración de estos cuatro estudios, y no existe una lógica concordancia y unificación de criterios en la descripción de las lesiones presentadas en la misma persona.
Y nuevamente surgen las inevitables dudas:
*¿Es que efectivamente se dio una suplantación de persona de Mario Aburto?
*¿Por qué en el dictamen de necropsia del licenciado Colosio no se detallaron las características medicolegales de los orificios de entrada y de salida que fueron ocasionados por los dos presuntos disparos, especificando la dimensión de cada uno de ellos para poder obtener el calibre de los proyectiles, y con esto determinar si se trató de una o de dos las armas homicidas y cuál fue el trayecto de los proyectiles?
*¿Por qué no se describió el anillo de contusión o Anillo de Fish de las heridas de los orificios de entrada para así poder determinar la posición que guardaba el (o los) agresor (s) en relación con la víctima?
Estas son tan sólo algunas de las muchas preguntas que no sólo médicolegalmente sino lógicamente surgen ya que ellas obnubilan en gran parte la verdad histórica de los hechos, pero son preguntas que hasta la fecha no han sido satisfactoriamente contestadas, además de que me parecen peligrosas y muy difíciles de responder debido a la trascendencia del magnicidio en cuestión. Las opiniones a la fecha han concluido en atribuirle dicho crimen al gobierno de Carlos Salinas. Entre esas voces, el doctor De Tavira así lo sostenía hasta el día de su asesinato en el estado de Hidalgo.
La periodista Yolanda Figueroa, luego de hacer revelaciones acerca del narco-poder en su obra El Capo del Golfo, fue asesinada en el interior de su domicilio junto a su esposo e hijos, el crimen se les atribuyó a los trabajadores domésticos. En la obra, Figueroa se cuestiona los asesinatos o reclusión de personajes que estuvieron vinculados a la investigación. Estos son los casos de Federico Benítez López, ex director de Seguridad Pública Municipal de Tijuana; José Arturo Ochoa Palacios, ex delegado de la PGR en Tijuana; Ernesto Rubio Mendoza o Antonio C. Martínez, "El Guamúchil", ex agente judicial federal; Aarón Juárez Jiménez, ex defensor de Othón Cortés; José de Jesús García, que habría llevado a Othón Cortés a Lomas Taurinas; Eugenio Zafra, asesinado después de haber logrado la liberación de los Mayoral; Guillermo González Calderoni, presuntamente asesinado en Texas. El ex director de la policía judicial federal, Adrián Carrera Fuentes, quien estuvo en los primeros interrogatorios a Mario Aburto, cayó preso por su relación con El Cártel de Juárez. El ex secretario particular del Carlos Salinas, Justo Ceja Martínez está desaparecido.
Yolanda Figueroa refiere que cuando Jorge Carpizo Mc Gregor se desempeñaba como procurador general de la República, y a raíz de las investigaciones de los narcoperiodistas, acusó formalmente a Césareo Morales García, en aquel entonces diputado federal con licencia y ex secretario del candidato a la presidencia, Colosio Murrieta, de haber servido de intermediario de su hermano Carlos Morales El Pelacuas,abogado de Miguel Ángel Félix Gallardo, para intentar invertir 500 mil dólares en el diarioLa Jornada. Figueroa cita además que el 25 de enero de 1996, en su edición semanal, la publicación estadounidense U.S. News and World Report informó que el desaparecido candidato a la Presidencia de la República, Colosio Murrieta, habría rechazado diez millones de dólares provenientes del narcotráfico para el financiamiento de su campaña. Según el conocido semanario, el ofrecimiento habría sido realizado por el cártel colombiano de Cali a través de Raúl Salinas de Gortari, y que muy probablemente esa actitud del entonces candidato presidencial habría motivado su asesinato.
El doctor Eduardo López Betancourt que de igual manera ha sufrido múltiples persecusiones escribió: "Entre más se analice la figura del ex Presidente Carlos Salinas de Gortari, se confirma que es quien, aún en nuestros días, ejerce mayor influencia y poder en el país. Ocurre como en las épocas del Maximato, período donde el ascendiente político de Plutarco Elías Calles era absoluto, y se decía: ‘el Presidente vive aquí, pero el que manda está enfrente’; haciendo referencia al lugar donde habitaba el sonorense Elías Calles, quien acostumbraba poner peleles como presidente. Actualmente se sigue la misma tónica; Carlos Salinas se hizo del poder político y económico de México, desde que era secretario de Programación y Presupuesto, con el beneplácito del farisaico y tibio, pero eso sí, pillo a ultranza, Miguel de la Madrid Hurtado. Después, siendo Presidente, Salinas decide que su sucesor sea Luis Donaldo Colosio, quien al parecer le salió respondón, por lo que vía el magnicidio, es quitado del camino, y se le da el cargo al Presidente más gris que ha tenido México en toda la época post revolucionaria (lo cual no impidió que saqueara dinero de la hacienda pública (; obviamente, nos referimos a Ernesto Zedillo".
A su vez Rafael Loret de Mola resume que dentro de los grandes simulacros de la vida nacional, éste cobra especial relevancia porque, sin duda, toma forma a través de la manipulación colectiva acerca de los grandes crímenes de 1994, cuya investigación, sinuosa y torpe, se aparta de la verdad para implementar, en cada momento y lugar, la consigna presidencial, para sancionar a quienes caen de la gracia del sistema -como Raúl Salinas de Gortari y no Carlos, por ejemplo, pues éste conserva influencia y cercanía con el poder-, o para forzar la expresión de opiniones en un sentido u otro para desvincular a los actuales depositarios del mando de cualquier posible sospecha.
Manú Dorbierer en Satiricosas refería que "el asesinato de Colosio (23/3/94) se adjudicaba al muy dinámico dueto Salinas-Córdoba & Co. El caso se distinguía por el enredo que los asesinos habían armado y que los investigadores no querían desenredar. Un lector me envío una curiosa información sobre la posible participación de militares en el caso Colosio: Durante los primeros meses de 1994 -dice un lector-, estuvieron pasando en la TV mexicana varios videoclips promocionales del Ejército Mexicano. En uno de ellos se ve un salón de clases con varios soldados en actitud de estudiar. En primera fila de este salón aparece un soldado que si no es Mario Aburto (el suspuesto asesino de Colosio), es su hermano gemelo".
Para pretender desmentir todo tipo de afirmaciones en su contra, el ex presidente Salinas narró sus tareas durante el día de la tragedia: "La tarde del 23 de marzo de 1994 me encontraba en el salón Vicente Guerrero de la oficina principal de Los Pinos en una reunión con campesinos. El acto concluyó aproximadamente a las 7:30 de la noche. Al salir del salón, me aguardaban junto a la puerta el jefe del Estado Mayor presidencial, José Cordoba. Me abordaron de inmediato para darme una noticia terrible: Durante un acto de su campaña electoral en la ciudad de Tijuana, Baja California, Donaldo Colosio había sufrido un atentado. Me dijeron que estaba herido de bala y que lo habían trasladado a un hospital. Sus palabras me produjeron una turbación profunda. Traté de reponerme. Pregunté sobre su estado de salud. Me respondieron que esperaban noticias sobre su evolución. Subí a mi oficina. Ahí llamé por la red al doctor Enrique Wolpert, subsecretario de Salud. Le pedí que se trasladara urgentemente a Tijuana en compañía del mejor especialista. Wolpert tenía estrecha relación con Luis Donaldo.
"Más tarde empezó a llegar información sobre Colosio. Era muy preocupante, pues confirmaba que su estado era de suma gravedad. Tenía la esperanza de que los conocimientos de Wolpert ayudaran a salvarlo. Llamé por la red al secretario de Gobernación, Jorge Carpizo, quien se encontraba en su oficina, acompañado del procurador general de la República, Diego Valadés. Hablé con Carpizo y con Valadés y en ese momento le di instrucciones al procurador general de que se trasladara de inmediato a Tijuana para tratar de averiguar lo que sucedía. Después busqué al gobernador de Baja California, Ernesto Ruffo. No se encontraba en el estado. La angustia crecía. Continué informándome sobre el estado de salud de Colosio. En el hospital, los médicos luchaban por salvarle la vida. Las noticias no eran alentadoras. Al mismo tiempo, llegaban a Los Pinos miembros de mi gabinete y legisladores del PRI. Empecé a dialogar con algunos de ellos. En ese momento, llegó a mi despacho el doctor Ernesto Zedillo, quien había informado a Córdoba sobre el atentado contra Colosio. En presencia de Zedillo pedí que me comunicaran con Manlio Fabio Beltrones, gobernador de Sonora, estado vecino al lugar de la tragedia. El atentado se había cometido contra un sonorense distinguido. Le pedí al gobernador Beltrones que se trasladara desde Hermosillo al lugar de los hechos para completar la información sobre los acontecimientos.
"Hablé por teléfono varias veces con Liébano Sáenz, secretario de Información y Propaganda del PRI. Sáenz, uno de los colaboradores más cercanos de Colosio, se encontraba en Tijuana; fue él quien le avisó a Zedillo del atentado. Le pregunté sobre la calidad del equipo médico que atendía a Colosio y sobre la situación de su esposa, la señora Diana Laura Riojas, quien estaba a su lado en el hospital. Sus palabras me confirmaban la gravedad del momento. Liébano Sáenz tuvo la amarga responsabilidad de anunciar al país el deceso de Colosio.
"En mi agenda oficial de esa noche estaba prevista la recepción oficial del Primer Ministro de Canadá. Había sido programada para las 8 de la noche en el salón Adolfo López Mateos de Los Pinos. Tuve que recibirlo, pues ya se encontraba en la residencia. Junto con él, me dirigí al salón donde se habían congregado decenas de funcionarios, empresarios e intelectuales. Se anunció la cancelación de la cena que teníamos programada. Despedimos de mano a cada uno de los asistentes. Regresé con el Primer Ministro a la residencia, y me despedí de él. Luego me trasladé a mi oficina. Ahí, a las 22:10 horas, me comunicaron que Donaldo Colosio había fallecido”.
Aunado a todo ello, es importante analizar el contexto del magnicidio. El periodista Renato Consuegra ha hecho una investigación en la que refiere que además Salinas de Gortari filtró la posibilidad de hacer modificaciones a la Constitución General de la República desde 1991.
A 10 días de las elecciones federales intermedias del 18 de agosto, la Asociación de Comerciantes de La Laguna, A. C. (Acolac), hizo publicar un desplegado periodístico con motivo de una visita de Salinas a Torreón. En él, los miembros de la Acolac solicitaron una audiencia presidencial para "plantear los fundamentos políticos, sociales, históricos y económicos" para modificar el artículo 83 de la Carta Magna que anula la reelección presidencial. Pero el 29 de agosto, la Secretaría de Gobernación, dirigida por Fernando Gutiérrez Barrios, respondió por medio de un comunicado que "no se propondrá modificación alguna en esta materia". Ignacio Ovalle, secretario técnico del Consejo Político del PRI, dijo que su partido no apoyaría ninguna propuesta reeleccionista, aunque desde el desaparecido PFCRN, el diputado Jorge Amador Amador, a título personal, expresó la conveniencia de pensar en el principio de no reelección.
En entrevista publicada por Excélsior el 18 de junio de 1992, Salinas comentó que, "a raíz de la elección de agosto de 1991 y del buen desenvolvimiento general del país, voces diversas han planteado este tema". El 29 de octubre, Salinas dio por terminada la campaña reeleccionista ante legisladores, al reiterar que no promovería ninguna modificación al artículo 83 constitucional. Y no sólo mandó tapar el cuadro de Venustiano Carranza en el salón que lleva el nombre del Jefe del Ejército Constituyente en Los Pinos, con uno de Francisco I. Madero, sino que llevó una ofrenda floral a la estatua de éste en la explanada central de la residencia oficial, con un listón morado y el lema: "Sufragio Efectivo. No reelección".
El proyecto salinista de reelección buscó por otro método. Si Manuel González le regresó el poder a Porfirio Díaz en 1884 -y se fue a gobernar Guanajuato hasta su muerte 9 años después- y Plutarco Elías Calles lo haría con Álvaro Obregón, ¿por qué Colosio no se lo habría de retornar en 2000? En una encuesta publicada en 1992 por el Instituto Mexicano de Opinión Pública (IMOP), dirigido por Adip Sabag, se estableció que entre los habitantes del país había la percepción de que un intento reeleccionista le podría costar la vida a Salinas.
Como parte del clima sobre la posibilidad de la reelección, metida también al debate público a pesar de los violentos acontecimientos de 1994, ese año Televisa transmitió la tercera de una serie de novelas históricas dirigidas por Ernesto Alonso: El Vuelo del Águila, con argumento del historiador Enrique Krauze sobre la vida y obra de Porfirio Díaz, y el matiz indicado para reconocer que, a quien por décadas se le considerara como un temible dictador, fuera descubierto "como un héroe y constructor del progreso que llevó a México a la modernidad del entonces naciente siglo XX, y cuya coyuntura histórica e ideales lo anclaron en el poder".
Salinas había declarado años antes, recién electo, al ex guerrillero nicaraguense Tomás Borge, que el principio de la no reelección en México ha funcionado bien. "Tiene raíces históricas profundas y la enorme virtud de permitir una extraordinaria movilidad política y social. Cuando se asume la Presidencia de la República, se sabe perfectamente que es un período fijo y, además quienes fueron presidentes, lo respetarán. En consecuencia, al convertirse en ex Presidente, respetarán totalmente a quien asume esta responsabilidad. La regla -no escrita en México- es la no participación de los ex presidentes en política, en responsabilidades directas. No le corresponde estar presente en la toma de decisiones directas. Yo voy a cumplir plenamente esa regla de la sabiduría política mexicana". Lo que no sabía Salinas es cómo sería obligado a acatar esa regla. Los acontecimientos ocurridos a final de su mandato y el encarcelamiento de su hermano, lo obligaron a salir del país y autoexiliarse en Irlanda bajo los brazos de un nuevo amor.
Acusación de John Womack, profesor de Salinas en Harvard: En 1998 el catedrático de la Universidad de Harvard y consejero de Carlos Salinas, reveló los nombres de lo que el ex presidente llamó la nomenklatura, quienes habrían conspirado contra él y la "continuidad" de su proyecto: Ignacio Pichardo Pagaza, Gustavo Carvajal Moreno, Fernando Gutiérrez Barrios, Alfonso Martínez Domínguez, Fernando Ortiz Arana, Alfredo del Mazo, Augusto Gómez Villanueva, Javier García Paniagua y Francisco Labastida Ochoa.
Si existieron motivos políticos para asesinar a Luis Donaldo Colosio y evitar que actuara como bisagra en la reelección de Carlos Salinas de Gortari, los grupos involucrados los diluyeron desde las primeras investigaciones y presionaron a los distintos fiscales cuando comenzaron a hurgar hacia los hilos que conducían a los probables autores intelectuales. De esta forma, fueron exonerados los grupos TUCAN (Todos Unidos Contra Acción Nacional), Omega y hasta el propio Estado Mayor Presidencial. Las pistas del asesinato fueron borradas o alteradas en sus distintas etapas; además, Mario Aburto observó el video del asesinato y después fue sacado de la delegación de la PGR en Tijuana antes de su primera declaración; semanas y meses después, también fueron eliminados policías y agentes del Ministerio Público involucrados en la adulteración de hechos o que conocían demasiado y no se iban a callar. En su defensa pública, Salinas destacó su combate a los grupos políticos, económicos y del narcotráfico contrarios a su política; sin embargo, evitó decir que bajo su protección otros crecieron de forma inconmensurable.
Por su parte, el ex cónsul de México en San Antonio, Humberto Hernández Haddad, envió mensajes a la cancillería comandada por José Ángel Gurría, donde explicaba la existencia de una "relación voluntaria o involuntaria entre José Córdoba Montoya, Marcela Bodenstedt, Enrique Fuentes León (identificado por la DEA como abogado del cártel del Golfo), el ex diputado Manuel Muñoz Rocha y Juan García Abrego", además de que "desde 1992 el Departamento de Justicia, a través de su oficina en San Antonio, ha establecido reservas sobre el connacional Fernando de la Sota Rodalléguez, quien vino entonces a esta ciudad como comisionado de la PGR para investigar al cártel de Juárez" a petición de la entidad estadounidense, que tras darle todos los detalles de un operativo, confirmó sus pesquisas. Tras este hecho, ahora sí fue corrido por Morales Lechuga. Fernando de la Sota terminó como integrante del Estado Mayor Presidencial y de Seguridad del Presidente Ernesto Zedillo en 1995.
Apenas Ernesto Zedillo fue designado candidato sustituto, el jefe del clan y en ese entonces secretario de Agricultura y Recursos Hidráulicos, Carlos Hank González, operó el apoyo de la llamada vieja clase política para el nuevo abanderado del PRI, desde las mismas oficinas de la dependencia a su cargo. Y sus cercanos pronto coparon los primeros niveles de la política: Ignacio Pichardo Pagaza fue traído de la embajada de México en España para hacerse cargo de la coordinación general de la campaña y pese a no contar con los méritos suficientes, Humberto Benítez Treviño fue nombrado procurador general de la República en reemplazo de Diego Valadés, y Óscar Espinoza Villarreal fue integrado a la secretaría de Finanzas del PRI. Benítez fue acusado por Mario Ruiz Massieu de haber desalojado a sus colaboradores con lujo de violencia y armas largas, de las oficinas donde despachaba como subprocurador, en las cuales dejó unas carpetas donde José Francisco Ruiz Massieu tendría el detalle de los acontecimientos de 1994 hasta el día de su muerte.
Tras el triunfo de Zedillo en las elecciones del 21 de agosto de 1994, Pichardo Pagaza fue nombrado presidente del PRI y María de los Ángeles Moreno secretaria general a la muerte de José Francisco Ruiz Massieu; ambos fueron acusados por Mario cuando habló de que "los demonios andan sueltos" y obstaculizaban la integración de las averiguaciones en torno al asesinato de su hermano desde la sede del partido y el Congreso de la Unión, en colaboración con Benítez Treviño. Con estos acontecimientos, la prevalencia de los grupos ligados a José Córdoba y Atlacomulco en el gabinete de Ernesto Zedillo fue marcada. Pichardo Pagaza arribó al gabinete como secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal; Carlos Rojas Gutiérrez, quien fuera Director de Finanzas y Administración en el hipódromo de Agua Caliente de Jorge Hank Rohn, de 1985 a 1988; vicepresidente de Finanzas de 1985-86 y de Relaciones Publicas de 1987-88, y presidente y consejero 88-90, del Instituto Mexicano de Finanzas de Tijuana, continuó como secretario de la Sedesol, y Óscar Espinosa Villarreal fue designado regente de la Ciudad de México.
La fuerza del grupo Atlacomulco fue evidente en los primeros meses cuando negociada la salida de Roberto Madrazo como gobernador de Tabasco por Esteban Moctezuma y el PRD, ex presidente del PRI se acercó con su maestro y padrino Carlos Hank y desde la Hacienda Don Catarino se fincó su permanencia. Fue la primera gran derrota de Esteban Moctezuma, quien dejó la Secretaría de Gobernación a otro integrante del clan del Estado de México, Emilio Chuayffet en junio de 1995.
Luis Colosio Fernández, padre del candidato del PRI a la presidencia de la República, fue directo el 21 de marzo de 1995, al cumplirse un año del asesinato de su hijo: "Ojalá que cuando (la investigación) llegue a Córdoba (el presidente Zedillo) no se eche para atrás". Ante tal afirmación, la corroboración pedida por el reportero de El Imparcial de Hermosillo, Sonora, que lo entrevistó entonces y que se publicó hasta el 24 de marzo de ese año a petición del entrevistado, llevó a la reiteración:
-¿Córdoba, don Luis? ¿José Córdoba Montoya? ¿Usted cree que él pudo haber planeado el asesinato?
-Creo que él tuvo mucho que ver.
De esto, como de otros momentos en que supuestamente le habría pedido la renuncia a Colosio, Córdoba Montoya lo negó en una entrevista entregada por escrito al diarioReforma y publicada el 10 de octubre de 1994. "Es un disparate y un infundio sugerir que yo le hubiera podido pedir a Colosio renunciar a su candidatura. Simplemente ese hecho no ocurrió".
Luis Colosio Fernández dijo que el asesinato de su hijo se dio en un evidente clima de deterioro de la relación con Carlos Salinas, desmentido al día siguiente por el ex presidente quien lanzó un strike con mucha jiribilla: "Sería bueno preguntarle al que mandó la carta por qué expresaba esas cosas en la misiva. Yo creo que aquí, más que preguntarme a mí qué opino sobre ella, hay que preguntarle al que la escribió... algo que me llama la atención es la fecha de la carta, el 19 de marzo... es decir, en esas fechas el candidato Colosio había decidido hacer cambios a su equipo y entre los cambios estaba el del coordinador de su campaña". Mandó la carta Ernesto Zedillo, quien iba a ser relevado como coordinador de campaña, mientras su "jefe" y principal impulsor, José Córdoba Montoya "trabajará en el gobierno hasta el 30 de noviembre", habría decidido Colosio.
La carta parece escrita con toda intención: dañar la imagen de Manuel Camacho Solís y asumirse leales a Colosio e intrigar contra el entonces presidente Salinas. Aquí tres párrafos de ella: "No obstante lo ocurrido el pasado 28 de noviembre, Manuel Camacho -antes o después del 1 de enero- decidió continuar jugando un papel protagónico en la política nacional y ha actuado con un plan muy preciso para cumplir con ese objetivo, aprovechando y cultivando en todo momento las nuevas prioridades del Señor Presidente. Insisto, mi propuesta de celebrar este pacto (con Salinas) es independiente de mi admiración y agradecimiento por el Señor Presidente. Es una recomendación elemental, yo diría de libro de texto, de estrategia política. Créeme que estoy profundamente convencido de lo que te expreso. En mis recomendaciones no hay interés personal alguno. Simplemente creo que es lo mejor para México".
Con este contexto no puede soslayarse que Córdoba siempre tuvo un candidato: Zedillo. Y que si no lo pudo llevar a la candidatura, lo puso detrás del candidato como coordinador de campaña donde Colosio iba a nombrar a Carlos Rojas Gutiérrez. Con Zedillo detrás de Colosio, Córdoba tuvo que ver en decisiones de la campaña y, posteriormente, en la designación de su protegido como candidato sustituto antes de ser desterrado por Salinas como representante de México ante la OCDE.
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