M
i anterior colaboración resultó ligeramente provocadora. Sostuve que no puede existir ninguna separación entre la política y la espiritualidad. También intenté refutar la idea muy popular en la izquierda de que la espiritualidad y la religión se confunden. Recibí respuestas interesantes de mis lectores. Algunas apoyaban mis hipótesis, pero otras las reprobaban enérgicamente. Uno definió:
o se está con la ciencia que rechaza la espiritualidad o con la ignorancia que la defiende. Independientemente de quién tenga razón, es un hecho que el tema no sólo ha regresado al debate, sino que para muchos el espíritu es esencial en el ejercicio público. Muchos personajes se han reconocido como dotados de una orientación espiritual y han sido importantes y benéficos:
Martin Luther King, en la defensa de los derechos civiles. Aung San Suu Kyi, quien impugnó con éxito el sangriento régimen militar de Birmania. Dag Hammarskjold, cuyo papel como secretario de las Naciones Unidas fue clave para la paz mundial. Adam Michnik, uno de los artífices de la democracia en Polonia. Aldo Moro, dos veces premier de Italia y defensor de los avances sociales. Jacques Delors, hombre clave en la construcción de la Unión Europea, de la que fue presidente hasta 1994. Vaclav Havel, quien después de una larga disidencia logró encabezar el proceso de democratización de Checoslovaquia. Mahatma Gandhi, probablemente el más grande líder del siglo XX. Nelson Mandela libertador de Sudáfrica. Todos ellos en forma explícita advirtieron que la quintaesencia de sus empresas libertadoras era el espíritu y pensaron que sin una revolución espiritual las fuerzas que se oponían al cambio hubieran sido invencibles.
Lo notable es que el fenómeno sigue avanzando. Un pensador que observa la crisis del sistema estadunidense, como J. P. Palmer, sostiene que para sanar el corazón de la democracia es necesaria una política digna del espíritu humano; así opina la española Adela Cortina (Justicia cordial). En todas partes surgen códigos éticos, libros y ensayos que vinculan la espiritualidad y la política. Aparecen partidos como en Suiza el Integrale Politik, en Alemania el partido de las Violetas, la organización intereuropea llamada Integración Política. Cada vez es mayor el número de quienes sostienen que los grandes desafíos de nuestra época sólo podrán enfrentarse con una visión holística y las palabras amor, revolución de las conciencias, tolerancia, regeneración, aparecen en el lenguaje y en las propuestas de los políticos. Esta es una de las características del liderazgo de AMLO y del naciente partido de Regeneración Nacional.
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