Como no queriendo, para no molestar al “maestro” de la universidad de Hard-Bar y hacer como que Peña respeta el pacto secreto con el panista para no echarle tierra, Osorio Chong (su entrevista con la periodista Carmen Aristegui lo exhibió como un funcionario elevado a su nivel de incompetencia y mostró su mediocridad), Murillo Karam y el mismo Peña ya empezaron a sacar los trapos sucios de sangre, raterías e incumplimiento de obligaciones del calderonismo. Osorio admite que hubo más de 70 mil homicidios por la guerra fallida, pero fueron más de 100 mil; aunque cuando haya un informe verídico de fosas clandestinas del Ejército y de los narcotraficantes, la cifra bien puede llegar a más de un cuarto de millón de mexicanos privados de la vida; muchos de ellos “estaban en el lugar equivocado y a la hora equivocada”, que cínicamente Calderón llamó “daños colaterales”.
Peña afirmó que durante la docena panista murieron de hambre más de 11 mil mexicanos, pero en realidad fueron muchos más; y que la pobreza abarca a más de 7 millones de connacionales. La verdad es que hay no menos de 54 millones sobreviviendo entre la hambruna y las dos o tres clasificaciones de empobrecimiento. A lo mejor, los trapos sucios del calderonismo –que apestan por todo el país– seguirán siendo mostrados a la opinión pública. Lo malo es que Peña no se atreverá a llamar a cuentas al borrachín de Hard-Bar mediante una acusación de juicio político ante el Congreso de la Unión y una denuncia penal por los homicidios. De atreverse tiene todo el año en curso para someterlo a esos dos tribunales. Pero Peña no irá hasta allá, se quedará en las denuncias indirectas. Y es que no sabe cómo exhibir la herencia que le dejó su antecesor. Y no quiere que los del Partido Acción Nacional se le vayan del Pacto por México, ya que los necesita para dar la apariencia de “unidad” para “mover” su proyecto.
El asunto de fondo es que si Peña y los suyos no van a proceder contra Calderón, sacarle los trapos sucios es pura distracción barata. Pues serán cómplices de los panistas y les darán impunidad, serán tapaderas que deben resolver el desastre social, la mala administración, los desfalcos (los panistas fueron tan rateros como los priístas Zedillo, Salinas y De la Madrid, cuando menos) y entrarle a la inseguridad no solamente escogiendo los 700 municipios dizque más llenos de violencia criminal, sino atacar desde los cuatro puntos cardinales en un operativo de asfixia. Porque de lo contrario, como se dice, habrá el efecto cucaracha, ya que los delincuentes, como ahora hacen, se trasladarán a otros lugares.
Mostrar los trapos sucios del calderonismo, sólo por mencionar el pasado inmediato para echarle culpas sin sanciones, huele a demagogia. Los azules tienen piel gruesa y todo se les resbala. Y el apoyo actual de sus legisladores, uno que otro desgobernador de Acción Nacional y algunos presidentes municipales, parece contar más para el peñismo que deslindar responsabilidades penales, administrativas y de juicio político para encarcelar a más de uno, empezando por el maistro Calderón.
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