11. noviembre, 2012 Álvaro Cepeda Neri *
Como puntualizó el diputado federal Manlio Fabio Beltrones, sin el “poder de la política” son imposibles las transacciones democráticas y republicanas. Es lo que Calderón y sus burros panistas nunca entendieron ejerciendo un mal gobierno y cavando su tumba, a la que los trabajadores echan paladas de impugnaciones tras el intento de querer imponer, con un disfraz de reformas laborales a la ley reglamentaria del Artículo 123 Constitucional, una contrarreforma sólo favorable a los descarados patrones que demandan la aprobación de la misma. Mutilar estas tijeras calderonistas que cortan las conquistas laborales es obligación política para frenar a quienes copian las medidas estadunidenses sin agregar sus beneficios.
El Partido Acción Nacional (PAN) y su aliado, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) –hasta dónde han llegado los del centro-izquierda con Ebrard, los Chuchos, Manuel Camacho y Cárdenas– ya de salida (huída) del Poder Ejecutivo Federal, se han coludido con el peñismo para dar el arponazo antiobrero, con el pretexto de liberar a los trabajadores de las garras sindicales. Pero sólo beneficiarán a los patrones que ya no contratarán empleados, sino esclavos por hora y sin prestaciones, y mediante terceros para reducir obligaciones. Enterrar estas modificaciones y adiciones lesivas a los trabajadores es compromiso de los diputados federales. Pues por ningún concepto debe permitirse a los panistas y perredistas alineados con Calderón que consumen su atrevimiento.
Los trabajadores que cuentan con plazas formales en las empresas hacen bien en salir a la calle y protestar para mantener viva la oposición contra los empresarios y patrones, que con Calderón encontraron la coyuntura para el zarpazo. Y, en caso de que se consume la puñalada trapera antilaboral-anticonstitucional, han de mantenerse activos, para que el peñismo recule en su compromiso con el PAN y Calderón. Se habla de favorecer a los trabajadores, pero sólo cuidan los intereses de la clase capitalista y su punta de lanza del neoliberalismo económico, que el investigador Joseph E Stiglitz exhibe en todas sus maldades en su libro El precio de la desigualdad. El 1 por ciento de la población tiene lo que el 99 por ciento necesita (Taurus ediciones, 2012, con traducción al español de Alejandro Pradera).
Así PRD-PAN sellen su complicidad para favorecer a los patrones, los diputados federales del Partido Revolucionario Institucional deben parar las contrarreformas o plantear una reforma a la Ley Federal del Trabajo consecuente con el Artículo 123 Constitucional. De lo contrario los trabajadores han de recurrir al Tribunal Constitucional [Suprema Corte de Justicia de la Nación], porque a todas luces esta contrarreforma busca darle la vuelta al imperio de la ley que rige a la nación. Es necesario que, cavada la tumba por los enemigos de los trabajadores, empujen y entierren el antilaborismo de Calderón y socios. “La responsabilidad de la política y la macroeconomía, de las políticas monetaria y fiscal, es mantener la economía del pleno empleo”, escribe Stiglitz. Y la propuesta PRD-PAN-Calderón busca el desempleo y el final de lo que resta del bienestar en prestaciones a los trabajadores.
*Periodista
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