miércoles, 17 de octubre de 2012

Otro Obama en el segundo debate ataca directo a Romney

El demócrata acusa a su rival de mantener una filosofía de beneficiar a los más ricos
 
Los años recientes no han sido buenos y no se pueden tolerar 4 más así, dice el republicano
El último encuentro entre los aspirantes a la presidencia de EU se centrará en política exterior
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Los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, el republicano Mitt Romney, y el demócrata Barack Obama, ayer en el debate realizado en la Universidad Hofstra en Long Island, Nueva YorkFoto Reuters
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de octubre de 2012, p. 32
Nueva York, 16 de octubre. Los debates presidenciales se han convertido en un reality show, algo así como La Voz, donde concursantes se enfrentan, una serie de jueces hacen comentarios y al final se pide al público indicar a cuál desea sacar de la competencia, a veces con el estilo pesando mucho más que la sustancia.
Casi 70 millones vieron el primer debate, y se supone que un público masivo también presenció el segundo de los tres programados entre los contendientes del duopolio político de este país a la presidencia. Igual que en los reality, se mide la respuesta del público vía Twitter, y los jueces (analistas y comentaristas) evaluaron casi de inmediato quién ofreció el mejor performance.
A 22 días de la elección, los contendientes presidenciales se enfrentaron en su segundo debate con los papeles inversos en comparación con el primero: el presidente Barack Obama como retador, y el republicano Mitt Romney como campeón del primero.
Todos los ojos estaban puestos en Obama, quien universalmente fue declarado perdedor en el primer, y tal vez más importante, debate, cuyas consecuencias, según los analistas, cambiaron la dinámica de esta contienda y borraron algunas de las ventajas en las preferencias que gozaba el presidente hasta ese momento. Al enfrentarse esta noche, los candidatos estaban en un empate técnico en las encuestas nacionales. Por ello, muchos afirmaban que esta noche era, tal vez, la más importante hasta la fecha para el esfuerzo de relección de Obama.
El blanco: los indecisos
La reacción inmediata de los jueces profesionales fue que esta noche se presentó otro Obama, que esgrimió sus argumentos de una manera mucho más enérgica, e hizo lo que le faltó en el primer debate, atacar directamente a su contrincante sobre una serie de puntos, a veces acusándolo de no decir la verdad, o de haber cambiado de posición una y otra vez. Simplemente no es cierto, fue la frase repetida por Obama ante afirmaciones de Romney.
Aunque estaban ante un público masivo nacional, el objetivo de ambas campañas es captar a un segmento cada vez más reducido de votantes indecisos en unos ocho a diez estados considerados determinantes para el resultado final de la elección del 6 de noviembre. La gran mayoría ya sabe por quién votará, o sabe que no lo hará. Estos debates, por tanto, tienen a este segmento como blanco principal, y a la vez procuran generar entusiasmo entre sus bases.
En el foro de esta noche, en la Universidad Hofstra en Long Island, no lejos de la ciudad de Nueva York, con un formato town hall, donde las preguntas provinieron de votantes indecisos entre el público, se abordaron asuntos internos económicos –el tema de mayor importancia para el electorado– energía, precios de gasolina, políticas sociales sobre equidad de mujeres, inmigración, control de armas de fuego y también asuntos de política exterior, sobre todo en Medio Oriente y China. América Latina no fue tema, más allá de una mención de Romney de promover más libre comercio con la región y una referencia al escándalo de la operación Rápido y furioso en México.
El debate arrancó con una pregunta de un estudiante sobre si al egresar de la universidad podría tener alguna garantía de un trabajo. Sobre el asunto del empleo, Obama tomó de inmediato la ofensiva al declarar que la filosofía de Romney es beneficiar a los más ricos, y promover las mismas políticas que nos llevaron a esta situación de crisis económica. Lo último que necesitamos es regresar a las políticas que nos trajeron aquí. Romney dijo que la gestión de Obama comprobaba que sus políticas han fracasado en cuanto a hacer despegar la economía.
Ambos reiteraron que su prioridad es la clase media, e insistieron en que sus propuestas están diseñadas para rescatar a los ciudadanos de ingreso medio. Romney una y otra vez afirmó que las familias de ingreso medio han sido aplastadas durante los últimos cuatro años y agregó que 23 millones de desempleados, millones más en asistencia alimenticia y 50 por ciento de estudiantes egresados sin trabajo reprobaban la política actual.
Obama insistió en que sus políticas están logrando resucitar una economía que estaba al borde de la peor recesión desde la gran depresión, y que las políticas propuestas por su contrincante sólo son un regreso a las políticas de los diez años anteriores a su presidencia. Afirmó que lo que desea Romney es reducir los impuestos a los más ricos pues beneficiar a este sector es su filosofía, y “yo fundamentalmente estoy en desacuerdo con eso… esa política de arriba para abajo no funciona”. Afirmó que en los planes de Romney la matemática no funciona.
El republicano respondió que claro que su matemática sí funciona, y que su experiencia como empresario, ejecutivo de Juegos Olímpicos y gobernador, comprueba que sabe manejar estos asuntos. Sé lo que se necesita para hacer que una economía funcione. Los últimos cuatro años no han sido particularmente buenos, los próximos cuatro con Obama no prometen ser mejor. Y concluyó: no podemos tolerar otros cuatro años así.
Ambos también disputaron sus posturas en cuanto a inmigración, y los dos afirmaron que este es un país de inmigrantes. Romney recordó que su padre nació en México y que los padres de su esposa son de Gales, y preguntó por qué Obama no cumplió su promesa de promover una reforma migratoria integral en su primer año en la Casa Blanca. Obama respondió que ha hecho todo lo posible, a pesar de la obstrucción republicana, y recordó que Romney no sólo dijo que la ley antimigrante de Arizona era un modelo para el país, sino que su asesor sobre política migratoria es el arquitecto de esa ley.
Pero tal vez el momento más dramático fue por el manejo del atentado terrorista en Libia el 11 de septiembre pasado, donde murieron el embajador estadunidense y otros tres oficiales. Romney cuestionó por qué no se sabía lo que había ocurrido y por qué la Casa Blanca cambió su versión de los hechos. Pero Obama, viendo directamente a su opositor, atacó: uno no convierte la seguridad nacional en asunto político.
Romney insistió y dijo: me preocupa el ciento por ciento del pueblo estadunidense, tratando de reparar el daño de una declaración privada y filtrada en la cual afirmó que 47 por ciento del pueblo que no paga impuestos federales no asume responsabilidad individual, pero Obama no lo dejó escapar recordándole que ese 47 por ciento al que se refería Romney son jubilados, soldados, estudiantes y otros que trabajan, y yo quiero luchar por ellos, eso es lo que he hecho durante los últimos cuatro años.
Bob Mondello, un crítico de cultura de National Public Radio, recientemente señaló que tal vez la razón por la cual estos debates tienen un público masivo es porque durante la última década la sociedad ha sido entrenada para observar concursos en televisión y después votar por el ganador como en el reality de La Voz. Este tipo de programas de concurso “está manipulado para que las cosas parezcan que la competencia es muy reñida porque nadie vería eso semana tras semana si el resultado no estuviera en duda. En las contiendas políticas, los medios frecuentemente son acusados de hacer algo parecido, enfatizando encuestas que sugieren que la pelea está muy cerrada… Pero las cosas que los reality shows nos han acostumbrado a buscar… son lo superficial, cosas que no tienen mucho que ver con gobernar”.
La última ronda de este tipo de concurso, el debate final, programado para el 22 de octubre en Florida, estará enfocado en política exterior.

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