MÉXICO, D.F. (apro).- El pasado domingo 7, antes de cruzarse en su camino una patrulla de la Marina, Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, se encontraba como espectador en un juego de beisbol regional que se efectuaba en un estadio con gradas desvencijadas, ubicado en el municipio de Progreso, Coahuila.
Eran las 13:00 horas y la novena local jugaba contra el cuadro representativo del municipio de Juárez.
Según testimonios obtenidos por el diario Reforma, Lazcano se encontraba acompañado de un sujeto que más tarde fue identificado como Mario Alberto Rodríguez Rodríguez, de 44 años, su presunto guardaespaldas.
Los testimonios refieren que El Lazca y su acompañante llegaron en una camioneta pick-up blanca de doble cabina y la estacionaron frente al improvisado estadio.
A nadie le pareció raro ver a dos extraños en el juego porque, según uno de los testigos, muchas personas de comunidades cercanas como la Presa Don Martín y San Alberto, acuden a ver los partidos.
En el pequeño poblado de apenas 3 mil 500 habitantes, nadie sabía que se encontraban frente a uno de los capos más buscados por la PGR y la DEA. “La raza dice que no conocía a nadie de ellos, ni sabía que eran de los malos”, dijo uno de los testigos entrevistados por el diario.
El Lazca y Rodríguez Rodríguez comían y bebían mientras observaban el juego. Momentos después se retiraron y 20 minutos después regresaron para seguir viendo el partido.
A pesar de que en la parte trasera de la camioneta traían armas de grueso calibre y que podían ser observadas desde donde estaba el público, uno de los testigos refirió que la gente le prestaba más atención al juego.
La tranquilidad en el lugar se rompió cuando llegaron seis elementos de la Marina, quienes, según las versiones obtenidas por Reforma, habían sido alertados de la presencia de hombres armados en el parque de beisbol municipal.
Lo primero que se escuchó fue un granadazo. “Luego la gente vio que llegaron los marinos y comenzaron los ‘tracalazos’”, relató un testigo.
Empezó la confusión. Algunos jugadores empezaron a correr, otros se pusieron pecho tierra y la gente salió disparada rumbo a un arroyo que pasa por un monte para ponerse a salvo.
Según el testigo, El Lazca y su acompañante lograron subir a su camioneta y huir mientras los marinos los “roseaban” de balas.
Relató que los presuntos capos se detuvieron para repeler la agresión. Primero “uno de ellos (Rodríguez Rodríguez) se bajó (de la camioneta) a tirar, que fue al que tumbaron primero, era el conductor.
Luego el copiloto (El Lazca) también se quiso bajar, pero ahí quedaron los dos muertos, a un lado de la camioneta blanca”, detalló el testigo.
La gente del poblado calculó que la balacera duró unos 20 minutos y la mayoría se fue a sus casas, en donde han permanecido refugiados desde el domingo pasado. Incluso los niños al menos lunes y martes, no fueron a la escuela.
El robo de los cadáveres
Los cadáveres de los presuntos narcos fueron trasladados por órdenes del agente del Ministerio Público estatal a la funeraria García, en el municipio de Sabinas, 82 kilómetros al norte de Progreso, la misma noche del domingo para realizar la autopsia.
Ahí especialistas de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) del estado realizaron el protocolo de identificación, tomaron los registros fotográficos y dactilares de los cadáveres y realizaron la necropsia para determinar la causa de la muerte, información que fue enviad a la PGJ para su cotejamiento.
A las 18:05 horas los elementos de la Marina reportaron al Ministerio Público de Sabinas los hechos violentos ocurridos unas cinco horas antes en el municipio de Progreso.
Para entonces, según las versiones oficiales, ni los testigos de la balacera, ni los soldados que abatieron a los capos, ni el personal forense sabían que uno de los cadáveres que tenían ante sí era El Lazca.
La madrugada del lunes 8, entre la 01:0 y 1:30 horas, un comando de encapuchados entró a la funeraria García y obligó al dueño del establecimiento a depositar los restos en una carroza y conducirla para sacarlos del lugar. El sitio a donde los llevó, aún es un misterio.
Una empleada de la funeraria entrevistada por Reforma, confirmó la información:
“Se los llevaron desde ayer (el lunes 8), después de practicarle nosotros la autopsia. Sí eran dos cuerpos pero no le puedo dar mayor información hasta que venga el encargado”, atajó.
Pero dejó en claro: “Ni supimos quién era ni nada. No sabemos quién se los llevó”.
Respecto de la razón por la que los cadáveres de los capos fueron llevados a una funeraria y no a una instancia oficial, una fuente oficial consultada por Reforma explicó que en los municipios o pueblos pequeños de Coahuila, como Progreso, donde no hay grandes oficinas del Estado ni instalaciones de servicios forenses, los cadáveres se llevan a las funerarias de las ciudades más grandes y cercanas.
Aún después del “robo” de los cadáveres del El Lazca y Rodríguez Rodríguez, los peritos continuaron con el protocolo de identificación. Compararon la fotografía del cadáver con la que se contaba de Lazcano Lazcano en Servicios Periciales.
Al ingresar la ficha dactilar original en el sistema nacional de huellas dactilares y cotejarlas con las huellas tomadas al occiso, la información arrojó que sí pertenecía al líder de Los Zetas.
La información contenida en la ficha demográfica del sistema señala que Lazcano nació en 1975 y medía 1.60 de estatura. Dichos datos se dieron de alta en el sistema el 2 de noviembre de 2005.
Eran las 13:00 horas y la novena local jugaba contra el cuadro representativo del municipio de Juárez.
Según testimonios obtenidos por el diario Reforma, Lazcano se encontraba acompañado de un sujeto que más tarde fue identificado como Mario Alberto Rodríguez Rodríguez, de 44 años, su presunto guardaespaldas.
Los testimonios refieren que El Lazca y su acompañante llegaron en una camioneta pick-up blanca de doble cabina y la estacionaron frente al improvisado estadio.
A nadie le pareció raro ver a dos extraños en el juego porque, según uno de los testigos, muchas personas de comunidades cercanas como la Presa Don Martín y San Alberto, acuden a ver los partidos.
En el pequeño poblado de apenas 3 mil 500 habitantes, nadie sabía que se encontraban frente a uno de los capos más buscados por la PGR y la DEA. “La raza dice que no conocía a nadie de ellos, ni sabía que eran de los malos”, dijo uno de los testigos entrevistados por el diario.
El Lazca y Rodríguez Rodríguez comían y bebían mientras observaban el juego. Momentos después se retiraron y 20 minutos después regresaron para seguir viendo el partido.
A pesar de que en la parte trasera de la camioneta traían armas de grueso calibre y que podían ser observadas desde donde estaba el público, uno de los testigos refirió que la gente le prestaba más atención al juego.
La tranquilidad en el lugar se rompió cuando llegaron seis elementos de la Marina, quienes, según las versiones obtenidas por Reforma, habían sido alertados de la presencia de hombres armados en el parque de beisbol municipal.
Lo primero que se escuchó fue un granadazo. “Luego la gente vio que llegaron los marinos y comenzaron los ‘tracalazos’”, relató un testigo.
Empezó la confusión. Algunos jugadores empezaron a correr, otros se pusieron pecho tierra y la gente salió disparada rumbo a un arroyo que pasa por un monte para ponerse a salvo.
Según el testigo, El Lazca y su acompañante lograron subir a su camioneta y huir mientras los marinos los “roseaban” de balas.
Relató que los presuntos capos se detuvieron para repeler la agresión. Primero “uno de ellos (Rodríguez Rodríguez) se bajó (de la camioneta) a tirar, que fue al que tumbaron primero, era el conductor.
Luego el copiloto (El Lazca) también se quiso bajar, pero ahí quedaron los dos muertos, a un lado de la camioneta blanca”, detalló el testigo.
La gente del poblado calculó que la balacera duró unos 20 minutos y la mayoría se fue a sus casas, en donde han permanecido refugiados desde el domingo pasado. Incluso los niños al menos lunes y martes, no fueron a la escuela.
El robo de los cadáveres
Los cadáveres de los presuntos narcos fueron trasladados por órdenes del agente del Ministerio Público estatal a la funeraria García, en el municipio de Sabinas, 82 kilómetros al norte de Progreso, la misma noche del domingo para realizar la autopsia.
Ahí especialistas de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) del estado realizaron el protocolo de identificación, tomaron los registros fotográficos y dactilares de los cadáveres y realizaron la necropsia para determinar la causa de la muerte, información que fue enviad a la PGJ para su cotejamiento.
A las 18:05 horas los elementos de la Marina reportaron al Ministerio Público de Sabinas los hechos violentos ocurridos unas cinco horas antes en el municipio de Progreso.
Para entonces, según las versiones oficiales, ni los testigos de la balacera, ni los soldados que abatieron a los capos, ni el personal forense sabían que uno de los cadáveres que tenían ante sí era El Lazca.
La madrugada del lunes 8, entre la 01:0 y 1:30 horas, un comando de encapuchados entró a la funeraria García y obligó al dueño del establecimiento a depositar los restos en una carroza y conducirla para sacarlos del lugar. El sitio a donde los llevó, aún es un misterio.
Una empleada de la funeraria entrevistada por Reforma, confirmó la información:
“Se los llevaron desde ayer (el lunes 8), después de practicarle nosotros la autopsia. Sí eran dos cuerpos pero no le puedo dar mayor información hasta que venga el encargado”, atajó.
Pero dejó en claro: “Ni supimos quién era ni nada. No sabemos quién se los llevó”.
Respecto de la razón por la que los cadáveres de los capos fueron llevados a una funeraria y no a una instancia oficial, una fuente oficial consultada por Reforma explicó que en los municipios o pueblos pequeños de Coahuila, como Progreso, donde no hay grandes oficinas del Estado ni instalaciones de servicios forenses, los cadáveres se llevan a las funerarias de las ciudades más grandes y cercanas.
Aún después del “robo” de los cadáveres del El Lazca y Rodríguez Rodríguez, los peritos continuaron con el protocolo de identificación. Compararon la fotografía del cadáver con la que se contaba de Lazcano Lazcano en Servicios Periciales.
Al ingresar la ficha dactilar original en el sistema nacional de huellas dactilares y cotejarlas con las huellas tomadas al occiso, la información arrojó que sí pertenecía al líder de Los Zetas.
La información contenida en la ficha demográfica del sistema señala que Lazcano nació en 1975 y medía 1.60 de estatura. Dichos datos se dieron de alta en el sistema el 2 de noviembre de 2005.
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