Visión de González Casanova y De Sousa Santos en seminario
Hermann Bellinghausen
Enviado
Periódico La Jornada
Martes 3 de enero de 2012, p. 9
San Cristóbal de las Casas, Chis., 2 de enero. Dos de los sociólogos-pensadores más influyentes del pasado medio siglo, Pablo González Casanova y Boaventura de Sousa Santos, se refrieron con viveza al surgimiento de movimientos sociales alternativos en todo el mundo, y ambos encontraron en el origen de este proceso a la rebelión zapatista. “Estamos conscientes”, dijo González Casanova, “de que somos cada vez más y de que serán cada vez más quienes en el mundo entero luchen por lo que en 1994 sólo parecía una ‘rebelión indígena posmoderna’ y que en realidad es el principio de una movilización humana considerablemente mejor preparada para lograr la libertad, la justicia y la democracia.”
El portugués De Sousa, amplio conocedor de la realidad latinoamericana y comprometido con el cambio democrático en los países de nuestro sur, consideró que hoy “no se puede mirar desde la izquierda y luchar contra el capitalismo” sin el referente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Esto, durante el seminario internacional Planeta Tierra: movimientos antisistémicos que se realizó durante cuatro días en el Cideci-Unitierra y concluyó este lunes.
“El movimiento mundial de los indignados de la Tierra comenzó en la Lacandona”, señala de entrada el documento de González Casanova para el seminario, y que resulta un “guión de palabras” de por dónde transitar este momento complejo; un manual de 17 puntos, de uso mundial, para interpretar las nuevas ideas para una acción que también deberá ser nueva: “Depauperados y excluidos, indignados y ocupas formulan teorías que contienen un gran respaldo empírico, basadas en una gran cantidad de experiencias”; conocimientos, artes y técnicas “que corresponden al saber y al saber hacer de los pueblos” que exaltó Andrés Aubry, y los valores tojolabales “de solidaridad humana” que rescató Carlos Lenkersdorf.
“Pensemos en la inmensa movilización de los indignados y los ocupas que luchan por otro mundo posible. Hoy –escriben admirados dos profesores ingleses–, la movilización es gigantesca. Nunca se había dado una de esa magnitud, y toda la movilización ‘empezó (añaden) en las junglas de Chiapas con principios de inclusión y diálogo’”, registra González Casanova. “Ese movimiento universal en medio de sus diferencias vive problemas parecidos” y encuentra “soluciones parecidas para la creación de otro mundo y otra cultura necesaria, la que los pueblos de los Andes expresan como el bien vivir; el que el vivir bien de unos no depende del mal vivir de otros”.
El lema que levantó el movimiento zapatista por la libertad, la justicia y la democracia “anda por el mundo entero no como eco, sino como las voces de un pensar y un querer parecido”, apunta el autor de La democracia en México. Estos movimientos “coinciden en que la solución es esa democracia de todos para todos y con todos que no se delega, y que algunos llaman socialismo democrático o socialismo del siglo XXI y otros nomás democracia, y que es eso, y mucho más, pues es una nueva forma de relacionarse con la tierra y con los seres humanos, una nueva forma de organizar la vida”.
De Sousa, catedrático de la universidad de Coimbra e impulsor del Foro Social Mundial, sostuvo anoche que “se necesita un cambio civilizatorio” para vencer al capitalismo, dominante a escala planetaria, ya que “ha creado una totalidad civilizatoria” que hay que vencer. “El zapatismo es una ventana de lo que puede ser este cambio, lo único que puede salvar a la humanidad”.
En una descripción de los procesos progresistas en Brasil, Ecuador, Bolivia y otros países sudamericanos, De Sousa señaló aspectos paradójicos en relación con los contenidos contra el Estado en las protestas antisistémicas. “La asamblea constituyente que se demanda hoy en Chile y Túnez”, sugirió, significa que de momento allí se piensa que es necesario refundar el Estado. Nuestro continente, dijo, “tiene posibilidades de usar instrumentos hegemónicos para ser contrahegemónicos, utilizándolos contra la clase dominante”.
Asumiéndose marxista de larga historia, admitió que en los pasados 20 años las revueltas populares importantes “han sido conducidas por actores ignorados, desconocidos para el marxismo”. Enumeró: mujeres, indígenas, gays y lesbianas, migrantes, campesinos, y ello, “usando palabras con las que la izquierda tradicional no sabe qué hacer”, como territorio, dignidad, espiritualidad. Reconoció el valor pionero de la nueva constitución de Ecuador que asume los derechos de la naturaleza, “aportación del movimiento indígena cuya importancia sólo crecerá con el tiempo” en todo el mundo.
Dentro de la “sociología de emergencias” que vivimos, De Sousa reconoció que los zapatistas “nos enseñaron otra manera de mirar el mundo; rompieron con la ortodoxia marxista valiéndose, un discurso, una semántica y unas ideas novedosas; nos enseñaron una nueva lógica organizativa que tuvo una influencia fundamental en todo el mundo”.
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