domingo, 29 de enero de 2012

Cómo mentir en las encuestas

El despertar


José Agustín Ortiz Pinchetti
Se aproxima la guerra de encuestas. Las más serias no se publican. Son pagadas a altos precios por gobiernos, mandos políticos y magnates. Las que revelan la verdad son muy valiosas. Como conocimiento es poder, sus propietarios las guardan celosamente y usan para tomar decisiones. Los sondeos electorales que se publicitan a tambor batiente son, por lo general, tendenciosos. Intentan manipular a la opinión pública. Usan ciertas cifras, ajustan los parámetros y manipulan la percepción de los legos sin tener que falsear los datos. Las encuestas, como las estadísticas, son, más que una investigación seria, una obra de arte visual, como decía nuestro inolvidable amigo Josué Sáenz.

Tomemos por ejemplo la última de Televisa, bajo la firma de Mitofsky. Es evidente que en semanas recientes se ha posicionado AMLO. Sus alianzas son un éxito. Sus reuniones atraen multitudes. Las adhesiones de empresarios y de militantes priístas y panistas son contundentes. También los deslices de Peña Nieto. Se ha revelado como personalidad política mediocre, sin programa serio ni habilidad ni conocimientos. El PAN no concluye su debate para definir candidato, quien se posicionará en los próximos días restándole vigor a la candidatura de Peña. Es lógico que Peña baje y sus contrincantes suban. Quizá notaron que en varias semanas no aparecieron encuestas. Ahora aparecen para demostrar que Peña no sufrió daño ni sus adversarios han tenido avance, que su ventaja es abrumadora y que no será rebasado.
Pero un experto puede desenmascarar la fragilidad de la encuesta de Televisa. Eso se hace en una nota muy interesante que recomiendo consultar (cómo mentir con estadísticas, firmada por Ergo, accesible en http://bll51w.blu151.mail.live.com/mail/PrintMessages.aspx?cpids=3dd79f9f-46b2-11el...). En ésta se hace ver que de 100% del universo encuestado 22% no declaró preferencia y 52% rechazó la entrevista. Por tanto, la muestra se reduce, en el mejor de los casos, a un segmento de 26% que representa el voto duro de PRI, PAN y PRD. Entonces, la ventaja del PRI se diluye hasta volverse 22% del electorado, el porcentaje que obtuvo Madrazo en 2006.

La verdad es que una cuota electoral así sería un desastre si tomamos en cuenta el costo para promover a Peña en televisión, radio o periódicos. Además del generoso reparto a los comunicadores que están repercutiendo la encuesta de Televisa como si fuera verdad inobjetable. Es muy probable que PAN y PRD saquen pronto sus encuestas y empiece la guerra de sondeos, lo que hará confuso el panorama. Nadie debe cantar victoria ni desanimarse. La mayoría de la gente parece no saber por quién votará o prefiere no expresarlo, lo que es lógico en esta etapa. El resultado depende de qué tan bien organizados estén los contendientes y qué tan clara y favorable sea la percepción de la población de sus propuestas.

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