¡¡Exijamos lo Imposible!!
Lo que no iba a ser pasarela
Miguel Ángel Velázquez
Pegó donde preocupa a todos, donde no se atreven los otros discursos, y la gente recibió la promesa entre gritos y aplausos. No se necesitaba más. La palabra mágica, una sola, que no era gota de demagogia, volvió a prender la esperanza: Justicia. Andrés Manuel López Obrador comenzó su campaña rumbo a 2012 en la explanada acotada de la delegación Gustavo A. Madero, poco después de las 11 de la mañana.
Ya caliente el discurso, López Obrador recordó cada uno de los beneficios que los gobiernos de izquierda han traído a los pobladores del Distrito Federal. Volteó hacia un lado, luego al otro y con una sonrisa un tanto socarrona fintó: El Metro sigue costando dos pesos, y la gente, atenta, lo corrigió a coro: Tres. Ya con la sonrisa plena, soltó el gancho: Bueno, así lo dejé yo. Pablo Gómez, de sombrerito y chamarra de cuero, alzó la vista para encontrar culpables con el gesto cómplice del que sabe entender las entrelíneas.
El candidato de las izquierdas subió al templete y empezó por saludar a la gente que escucharía el discurso a sus espaldas, porque al frente ya no cabía nadie, y porque al centro de la explanada, al jefe delegacional, Víctor Hugo Lobo, se le ocurrió instalar un enorme árbol de Navidad que dividió el lugar, y obligó a la gente a desplazarse alrededor del adorno navideño, que no obstante permaneció allí durante todo el acto.
Como nunca, las tribus trataron de mostrar su fuerza con banderas de diferentes colores que identificaban a cada uno de los clanes, y que ondeaban desenfrenadas hasta que apareció López Obrador, y todas declinaron. El discurso iba a empezar y el templete hablaba por sí solo. Los que quieren y los que pueden llegar a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal estaban listos para mostrarse. Alejandra Barrales, Benito Mirón, Laura Velázquez, Mario Delgado, Miguel Ángel Mancera, Martí Batres, Porfirio Muñoz Ledo… y hasta Carlos Navarrete y Gerardo Fernández Noroña. Todos como en bote de tamales, sudados y juntitos.
Faltaba, nada más, Joel Ortega, quien tejió como pocos un manto lopezobradorista en esa delegación cuando fungió como delegado, en el gobierno del propio Andrés, y que pese a todo, principalmente los golpes bajos, aún conserva gran parte de esa estructura. Ésta es su delegación, murmuró alguien cuando se hizo notoria su ausencia. René Cervera, encargado de la organización del acto, se extrañó por la falta, aunque sabía muy de cierto que Ortega no estaría esa mañana en el mitin.
Y es que el acuerdo, se nos comentó por la tarde, era cortar a Ortega. Cervera y Lobo decidieron borrar de la lista de invitados al ex delegado y aspirante a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal. Las razones del cortón se dieron a partir de los posibles reclamos que por el episodio News Divine pudiera enfrentar el también ex jefe de la policía, pero después, en el retén que construyó el jefe delegacional con un equipo de choque, quedó claro que Víctor Hugo Lobo no quería sombras en el acto. Al ex delegado Chiguil, simplemente le negaron el paso.
Todo hacía suponer que Lobo no quería que nadie le echara a perder su numerito. Del otro lado de la valla que impedía que la gente llegara hasta la escalinata del templete, un hombre de edad trataba de exhibir una manta que al parecer decía algo en contra del delegado, pero un grupo de jóvenes con camisetas negras y letras amarillas en las que se leía Lobo’s, le arrebataron la manta, lo empujaron y el hombre quedó tras la valla con los reclamos que se perdían en el griterío.
–Ése es Héctor Sánchez, ya me vino a hacer una huelga de hambre aquí. Está mal de la cabeza.
–¿Y por eso lo tratan así?
–Bueno, ahorita lo vemos.
–Pero esos son los pretextos con los que algún gobernador justificó que dispararan en contra de estudiantes.
–¡Míralo! –se le dijo, pero Lobo no quiso dar ni un paso más allá de la primera fila, donde se había ubicado, porque me quitan el lugar.
–¡Como no!
Luego se lavó las manos:
–Los que le quitaron la manta no fueron los míos... fueron los de Morena.
Lo malo es que todos los golpeadores llevaban en la espalda el apellido del titular de esa demarcación.
En fin, allí, en la Gustavo A. Madero, René Cervera se dedicó a decir, a unos sí y a otros quién sabe, que para el siguiente acto, en Iztapalapa, ya no dejarían subir a ninguno de los que juegan por el DF, pero pocos o nadie le hizo caso, y en la tierra del Jesús del Cerro de la Estrella estuvieron casi todos, pero al paso de las horas se desgranó la entusiasta mazorca que se miraba decidida a todo por la mañana. A Iztapalapa llegaron, pese a las recomendaciones, Martí Batres, Mario Delgado y Laura Velázquez; en Álvaro Obregón nada más se miró a Delgado y Batres, y hasta Benito Juárez alcanzaron a llegar Laura Velázquez, Benito Mirón, Martí Batres y Mario Delgado.
De cualquier forma, fue en Álvaro Obregón donde se concentró el mayor número de militantes que volvieron a escuchar, y corearon, el reclamo de justicia que levantó López Obrador en el comienzo de una campaña que habrá de salpicar de nuevos horizontes muchas más conciencias que destruyó la mentira, hace muchas, muchas injusticias.
De pasadita
Por lo pronto, en el PRD del Distrito Federal parece que ya se acordó que sólo llegarán a la final, según la convocatoria que estará lista este mismo mes, quienes obtengan cuando menos 30 por ciento de apoyos de los consejeros estatales. Así que de todos los mencionados, quienes pueden evitar ese candado, al parecer sólo son cinco, y de esos, a la final-final, sólo conseguirán boleto tres. Adivine quiénes.
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