Son lo mismo... |
Ya vemos que el verdadero proyecto de gobierno del futuro candidato del PRI a la presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, no se discute en los foros de la Fundación Colosio sino en los encuentros controlados con las grandes élites económicas mexicanas: primero, en la pasarela de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión (CIRT), donde propuso revertir los cambios de la reforma política de 2007 para que la pantalla vuelva a ser una gran máquina de facturación en campañas electorales; y en estos días en el foro México, de la Cumbre de Hombres de Negocios, realizado en Querétaro.
En este evento, el lunes 24 de abril Peña Nieto propuso “ser audaces” y abrir a la iniciativa privada a la explotación y refinación del crudo petrolero. Su posición no fue casual. La hizo el mismo día que el Secretario de Energía, Jordy Herrera Flores, confirmó que existen enormes yacimientos de gas en el norte de México. La reserva pasará de 4 billones a 20 billones de pies cúbicos.
“Esta es una ventana de oportunidades que no podemos dejar pasar por cuestiones de índole política y electoral”, afirmó Jordy Herrera, en el tono de un vendedor de garage. ¿Recordará el titular de Energía que fue precisamente por el control de las reservas del gas que se instrumentó una estrategia geopolítica en Estados Unidos para invadir y dominar el gobierno de países como Afganistán.
Seguramente ni él ni Peña Nieto lo quieren recordar. Pero saben muy bien de dónde vienen las presiones para ser “audaces” y abrir a la inversión privada –privilegiadamente norteamericana y española- los recursos energéticos del país.
El ex gobernador del Estado de México simplemente ignora los documentos básicos de su propio partido y la discusión que se generó en 2008, cuando el gobierno de Felipe Calderón, a través de su finado secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, intentó una “reforma energética” que, en realidad, quedó en una mini-reforma petrolera frente al descontento no sólo de las izquierdas sino de sectores del mismo PRI ante el intento de vender los activos más importantes de la empresa mexicana más estratégica del país: Pemex.
Peña Nieto no propuso disminuir la carga fiscal de Pemex ni tampoco investigar y eliminar la ingente corrupción que existe en la paraestatal petrolera. No, eso es demasiado pedir. Lo único que propuso fue lo mismo que Valentín Díez Morodo, sempiterno dirigente del Consejo Mexicano de Comercio Exterior, y que el ex embajador norteamericano en México, Jeffrey Davidow, actual consejero senior del Cohen Group, quien propuso “romper el tabú” de impedir la inversión privada en la industria petrolera mexicana.
La “cargada” mediática y empresarial para amarrar la “apertura” de Pemex en el próximo sexenio siguió el martes 25 de octubre, con la visita del ex presidente brasileño Lula da Silva a la Cumbre de Negocios, foro organizado por Miguel Alemán Velasco, y con la participación del actual mandatario mexicano, Felipe Calderón Hinojosa en ese mismo foro.
Lula se pronunció por lo que siempre ha dicho: la necesidad de una alianza entre Pemex y Petrobras, un proyecto planteado desde antes de 2008. “Podrían crear una tercera compañía que explote otros mercados”, afirmó Lula, según consigna La Jornada en su primera plana de este miércoles 25 de octubre.
Lula llevó a la clase política priista (a Enrique Peña Nieto y a Humberto Moreira) y a un sector del PRD (especialmente al jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, y al ex candidato presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas) al baile que él quería para promover un incremento de las inversiones entre México y Brasil.
Pero el ofendido no por aludido sino porque fracasó en este sexenio en el mismo proyecto fue el presidente mexicano Felipe Calderón. Ante la misma Cumbre de Negocios, Calderón les reprochó a los priistas que le aplicaran “el son de la Negra”, que a todos les dice que sí, pero no les dice cuándo.
“Es un poco el problema mexicanísimo del son de la Negra. A todos diles que sí, pero no les digas cuándo, así me dijiste a mí”, afirmó Calderón con su característico sentido del humor.
“Si estamos de acuerdo en estos cambios, por ejemplo, como los que tuvo Brasil y concretamente su empresa (Petrobras), revisemos por qué, entonces, la iniciativa que presenté fue aprobada en parte y, creo, en cosas buenas, pero no en cosas medulares”, expuso.
En otras palabras, la discusión que se ha abierto a nivel mediática y empresarial es quién concretará lo que no pudo lograr Calderón en su sexenio en materia petrolera. Quizá a quien quieren llevar al baile es a la nación entera, no a un presidente de la República.
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