El despertar
José Agustín Ortiz Pinchetti
Nadie se llame a engaño. Al fin sabemos la propuesta de Peña Nieto, candidato virtual del PRI: la restauración del viejo régimen. El PAN propone continuar en la misma trayectoria trágica. Calderón intentará desfondar al PRI revelando verdades atroces sabidas por todo el mundo. Latrocinios, crímenes, abusos, desvíos. La única esperanza de cambio y modernización está representada hasta hoy por AMLO y su movimiento. Pero hay que decirlo con toda claridad: aunque López Obrador es un líder excepcional, se requieren muchos otros. El país tiene hambre de nuevos líderes más allá de las ideologías y los programas.
¿Dónde buscarlos? No sé si debamos poner un anuncio en el periódico que diga: Se buscan ciudadanos con madera de líderes. Con sana estructura interior pero eficaces para la operación política. Que busquen el poder para servir y no para servirse. Con vocación vivida como misión: rescatar a México. Patriotismo no como retorica, sino razón de vida. Como vida personal bien organizada que corresponda a una vida pública intachable. Que no roben, que no mientan, que no traicionen, aunque la mentira, el robo y la traición sean la moneda corriente en nuestra clase política actual, con imaginación que se atreva a visualizar a un México próspero y justo, donde se vuelva a crecer y que por primera vez en siglos se empiece a repartir. Donde las instituciones tengan fachadas que coincidan con sus interiores.
Líderes rectos, pero inefectivos, favor de abstenerse. Necesitamos personas capaces de transformar la realidad, dotados de un sano pragmatismo; aquellos que se adelantan a los acontecimientos, que responden a tiempo a las incitaciones y que incluso provocan los retos para estimularse. Requerimos a quien sepa lo que busca y que no se enrede en el chismorreo y la grilla. No sólo enérgicos, sino entusiastas, que puedan concentrar esas virtudes y la realización de las cosas. Puntuales, responsables y cumplidores.
Requerimos gente confiable que sepa tratar a la gente. Que crea en ella, que no se crea más lista que los demás. Que no cante mañanas, que no simule. Que para convencer a alguien primero lo escuche, comprenda lo que quiere y esté abierta a dejarse convencer. Pero que también sea capaz de hacerse comprender. Gente que no quiera ventajas ocultas, que no haga compromisos para incumplirlos, que vaya por beneficios para todos los involucrados en un acuerdo. Que sepa trabajar en equipo, que no se sienta amenazada porque otros sean mejores. Que entienda que el todo es mayor que las partes. Que es mucho mayor y mejor lo que se obtiene en grupo que la suma de lo que puede hacer cada uno por separado.
Bueno, me voy a una tienda de antigüedades en Peralvillo a conseguir una lámpara de Diógenes para buscar con ella a los líderes que el país necesita.
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