Jenaro Villamil
Para ser el “delfín” del presidente Felipe Calderón, Ernesto Cordero va de mal en peor. Ya como efímero secretario de Hacienda, Cordero demostró su escaso talento para declaraciones llamativas: afirmó que con 6 mil pesos una familia mexicana puede vivir holgadamente y hasta pagar educación privada. Se retractó. Culpó a los medios de alterar sus palabras, pero se le quedó el mote del “ministro Bartola”.
Ahora, como precandidato y lejos del aparato protector de la Secretaría de Hacienda, Cordero se enfrenta a la animadversión de grupos panistas que lo ven como una imposición. En Guanajuato, la sede del foxismo y también del gobernador de derecha, Juan Manuel Oliva, quien lo ha apoyado, Cordero fue recibido entre rechiflas y gritos de “¡fuera, fuera!”. En contraste, Josefina Vázquez Mota, su adversaria en la contienda interna, fue aplaudida.
Cordero explicó este lunes que la rechifla fue el resultado de que en el evento habían más simpatizantes de la ex secretaria de Desarrollo Social que de él. “Estamos empezando, no se vayan con la finta”, declaró a bote pronto frente a los reporteros que hicieron la crónica de la rechifla.
No le bastó este mal momento entre sus correligionarios. Este 26 de septiembre, Cordero se metió a los sinuosos terrenos de la moral y las creencias. El mismo día que la Suprema Corte inició la discusión sobre la anticonstitucionalidad o no de las reformas en Baja California y San Luis Potosí en relación a la despenalización del aborto.
La Suprema Corte analizará si elevar a rango constitucional la consideración de que el Estado debe proteger la vida “desde el momento de la concepción” es un derecho absoluto o relativo a las condiciones de la propia madre. Los grupos Pro Vida, cercanos a la derecha religiosa panista, han calificado de “genocidio” la propuesta del ministro Fernando Franco González Salas que considera contrarias a la Constitución federal las reformas en ambos estados. Lo llamaron “el ministro de la muerte” en una concentración dominical en el Monumento a la Madre.
Con un oportunismo poco afortunado, Cordero ahora se une a los grupos Provida y regañó a la Suprema Corte por ser “incongruente”. “Parece lamentable que la Suprema Corte esté modificando su criterio”, afirmó.
Según Cordero, el máximo tribunal del país consideró como constitucionales las reformas que hace cuatro años ampliaron la despenalización del aborto en el Distrito Federal. “Ahora, la Corte pretende cambiar su criterio e impedir que los estados realicen reformas” en este terreno, argumentó.
Mal tino de Cordero. La reforma penal en el Distrito Federal no estableció como un valor absoluto el “derecho a la vida”, tal como hicieron los Congresos de Baja California y de San Luis Potosí. Como abogado, erró el punto medular de la discusión entre los magistrados.
Quizá con estas declaraciones, Cordero pretende recibir el apoyo de los grupos más conservadores del PAN. Lo único que logrará es una tremenda rechifla, sobre todo, entre los militantes del blanquiazul que andan un busca de un candidato con posiciones modernas y no aliado a grupos cercanos al Yunque y a Provida.
Cordero anda perdido. Ojalá alguien le avise que la disputa está en otro lado.
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