2011-07-01 20:58:00
No es un día normal. Es Ecatepec -gobernado dos veces por Eruviel Ávila-, en sus límites con el Distrito Federal; es el Estado de México de Enrique Peña Nieto, gobernador por el PRI; el reloj marca las 13:50 de la tarde; la gente incendia llantas, lonas, papel, todo lo que se pueda quemar, sobre los carriles de Sur a Norte en la conocida Avenida Central en su cruce con el desbordado Río de los Remedios. Están desesperados.
Para los vecinos, hoy no hay escuela ni trabajo ni quehaceres diarios. Hay tristeza por la pérdida de absolutamente todo lo que tenían en sus casas; hay preocupación por las enfermedades de los niños, debido a que la inundación se da por las contaminadas aguas del Río, el incómodo vecino (lleno de mierda, orines y basura revueltos), que también se desbordó el año pasado; hay zozobra pues parece que volverá a llover; hay enojo porque se les prometió que llegaría la ayuda y cinco horas después aún no llega nada; hay inconformidad porque el año pasado el propio gobernador les prometió que esto no volvería a pasar; hay molestia con los Elementos del Ejército Mexicano pues sólo los han visto hacer rondines, comer y dormir, eso sí, sin perder su señalización en el hombro la cual señala: “PLAN DN-III-E”.
Pero, sobre todo, hay una advertencia: “¡No vamos a votar!”.
Fúricos, habitantes de las colonias Arboleda de Aragón, Ejército, Renacimiento, CROC, entre otras, deciden tomar también los otros dos carriles de la Avenida Central, los que van de Norte a Sur. También queman llantas. El humo de un lado y del otro de la vialidad–con el Sistema de Transporte Colectivo Metro, Línea B en medio- ya toca el Cielo.
No faltan los automovilistas que se molestan con la protesta. Hay varios connatos de bronca entre los mismos ciudadanos.
-Váyanse al Palacio de Toluca… allá enciérrenlos… nada más nos chingan a nosotros-, dice un conductor.
A Luis Alfonso y Armando Marcial les preocupan los 200 kilos de masa que traen en su camioneta, ahora estacionada frente a un fuego inexpugnable.
“Si dejamos abierto un carril a la autoridad le vale verga”, justifica un vecino.
A cada reclamo, hay una respuesta.
“Tienes qué vivirlo para sentirlo, no hemos dormido ni comido… ven, vamos, para que veas”, revira un vecino a un conductor molesto por no poder transitar.
-Es que esto es inconstitucional… váyanse a hacer aseso en sus casas-, grita una señora, cuando de repente los vecinos la empiezan a encarar.
“No estamos aquí por gusto… hay pura mierda en nuestras casas… es hasta un metro de agua”, le responde Leticia Cruz, encabritada.
A las 3 de la tarde, arriban a este punto más de trescientos elementos de la Agencia de Seguridad Estatal. Lo primero que hacen es quitar, a la fuerza, el bloqueo de los carriles de Sur a Norte. Y los bomberos limpian. Luego de una breve plática con los vecinos, de repente, estalla el polvorín. Policías, con piedras, palos y gas lacrimógeno en las manos, atacan a los ecatepequenses. Éstos responden. Avenida Central es escenario de una batalla campal, que dura menos de diez minutos, pero deja a varios heridos.
A Irving Armando no deja de escurrirle sangre en la cara. Como él, hay por lo menos cinco vecinos manchados de sangre. Fue hasta que David Vital, un jefe de la policía, da ciertas órdenes cuando para la represión.
-¿Por qué llegaron aventando piedras y gas lacrimógeno?- le pregunto al agente en medio del borlote.
Escucha. No responde.
-¿Por qué llegaron aventando piedras y con gas lacrimógeno?- insisto.
-¿Usted me vio a mí?
-Yo vi a varios de sus policías.
-Ahorita regreso…
Y se escabulle.
En tanto, un camarógrafo reclama su cámara robada por los policías, luego de que lo golpearan en plena gresca.
Los vecinos se calman entre ellos. Al final, se ponen de acuerdo para que la policía entre a las colonias afectadas a ayudarles con el agua. Mínimo eso.
Policías recorren las zonas afectadas. Se van hasta el fondo. El agua llega hasta las rodillas. Ciertamente, huele a mierda.
En la casa de la familia Juárez, no han dormido. Todos los que viven sobre la Calle Valle de Osirias, tampoco. Así están también en la Calle Rubén Darío.
Una mujer me invita a que vea su casa. Es un desastre. Tampoco ha dormido nada. ¿Y es que cómo?
Otra mujer de la colonia Renacimiento me pregunta si soy del gobierno del estado, dice que necesita ayuda para sus hijos porque están muy enfermos. La pesadilla comenzó ayer a las 5 de la tarde. 24 horas después, la mujer está desahuciada. Le escurren lágrimas, de esos ojos rojos que te dicen que se la ha pasado llorando, en medio de tanta lluvia y tanta agua que brota no sólo de las coladeras sino del piso mismo.
En minutos, llueve de nuevo. Otra noche triste en esta zona del pobre Ecatepec, donde para nada importan las elecciones del 3 de julio próximo. No obstante, en las casas inundadas se observa la propaganda: “En esta casa somos amigos de Eruviel”. Un amigo al que hoy no se le ve.
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