Astillero
Perversión 2012
PRI, peligro para FC
Guerrero envenenado
Deslumbradas y envalentonadas por el triunfo del dinosaurismo light al que se prestaron, ciertas franjas directivas de los partidos asociados en Guerrero (PRD, PT, Convergencia y PAN) han convalidado la instalación de una nueva historia de polarización y exclusión a título de “peligros para México” definidos a personalísimo título por el comandante Calderón. En 2006, la guerra política y social fue contra el puntero en las encuestas, el que parecía inalcanzable e invencible, Andrés Manuel López Obrador, a quien se le aplicó una suerte de “fraude electoral patriótico”; hoy, la misma lógica de exterminio político se trata de practicar con el enemigo designado, Enrique Peña Nieto y el PRI, a quienes el felipismo está decidido a descarrilar haiga de ser como haiga de ser.
Obsesionados con tumbar de la delantera al copete salino, los dirigentes formales de las organizaciones de izquierda y del partido presuntamente en el poder han aceptado que el bélico Calderón diluya y prostituya plataformas ideológicas partidistas (las alianzas que a fin de cuentas constituyen una regresión política peligrosa), doblegue y sustituya instancias de mando y participación (el caso del candidato panista en Guerrero y el silencio de Gustavo Madero), utilice procesos judiciales precarios o infundados para desacreditar a opositores en vísperas electorales (las acusaciones contra Añorve por supuestos nexos con narcotraficantes) y maneje descaradamente recursos y resortes de las administraciones federal y, en este caso, la aliada estatal, para ayudar al candidato favorito y dañar al contrario.
En el caso del PRD, el PT y Convergencia, no solamente han aceptado una marrullera alianza de facto que a última hora unió sus destinos a los del PAN en Guerrero, sino que, al guardar silencio respecto a las nuevas andanzas felipenses en materia de adulteración electoral, quedan sin autoridad moral suficiente para denunciar hechuras similares cuando a ellos les afecten. Ebrard, Ortega, Camacho y otros dirigentes de estructuras electorales de izquierda han dado el banderazo de salida al bandolerismo electoral pinolero correspondiente a 2012, creyendo que esos efectos nocivos solamente alcanzarán al priísta copeteado.
Ironías de la circunstancia: hoy, la defensa de una expectativa electoral medianamente aceptable para la izquierda en 2012 pasa por la denuncia y combate de los excesos del calderonismo gobernante contra una opción naturalmente repudiable para esa izquierda, la del PRI salinizado y gaviotón. En realidad, los grupos que condujeron el arribo del PRI bis, el de Ángel Aguirre, a la victoria en Guerrero, ni siquiera parecieran haber necesitado el apoyo numérico del PAN, arrimado a última hora por Calderón al banquete chucho-marcelista. Siendo fuerte el respaldo cívico a la propuesta de Aguirre, la mencionada izquierda debería hoy apoyar las denuncias del PRI contra Calderón, no para anular el proceso de Guerrero, que políticamente ha quedado ya asentado, sino para frenar el proceso felipista de envenenamiento y perversión electoral rumbo a 2012. Cierto es que el PRI se ve tragicómico denunciando suciedad electoral cuando históricamente ha sido su especialidad (en todo caso, que denuncien violación a los derechos de autor), y que en Guerrero lo que se vivió fue una competencia de mapaches, pero la “izquierda” podría darle viabilidad a su futuro, y desmarcarse aunque sea levemente del fierro calderonista si es capaz de reivindicar la legalidad y repudiar las prácticas fraudulentas de Los Pinos.
A menos que el compromiso con el felipismo sea mucho, y que los trazos del futuro sean compartidos. Es decir, a menos que los pactos secretos del presente estén contemplando desenlaces compartidos en 2012, con candidaturas ciudadanas por consenso o con una confluencia de PAN y PRD en torno al héroe de la batalla envenenada de Guerrero, el mariscal Ebrard.
Astillas
En el elenco de horrores de la política mexicana sobresalió en los años recientes un personaje turbio al que por ironía se le acabó conociendo como el góber precioso. Producto decantado del priísmo más tradicional, demagogo y marrullero, corrupto y corruptor, Mario Marín ha cumplido íntegro su periodo de gobierno, a pesar de que parecía tumbarlo del poder uno de los muchos asuntos oscuros e injustos que produjo, el del hostigamiento a la periodista Lydia Cacho por órdenes de un empresario pederasta que era socio y cómplice del político poblano que en sus sueños de grandeza creyó posible aspirar a la Presidencia de la República, a título de ser un “nuevo Benito Juárez” y que ahora, al final de su administración, se conforma con la impunidad garantizada e incluso la esperanza de ser postulado en 2012 como candidato a diputado federal. Al relevo del deplorable mandatario poblano llega Rafael Moreno Valle, un priísta que por táctica pasó años atrás al PAN y que se alinea con el grupo multipardista de la verdadera ganadora de la contienda del año pasado, la profesora Gordillo, su madrina política. Tal como ha sucedido en las demás entidades “ganadas” por alianzas del PAN y el PRD, con agregados de PT y Convergencia en algunos casos, la asignación de cargos, es decir, el reparto del poder cupular, ha beneficiado a grupos disidentes de quienes en su momento ejercían el poder, priístas no reciclados, panistas de oportunidad y, sobre todo, representantes del poder magisterial y panalero. En Puebla, al precioso Marín le sustituye el elboso Moreno Valle. Los nombres de posibles integrantes del nuevo gabinete local generaban suspicacia y oposición: un cuñado con aspiraciones de ser secretario de gobierno y jefe del gabinete, el represor de Oaxaca y Atenco, Ardelio Vargas Fosado, en la secretaría de seguridad pública; el senador con licencia y ex dirigente de Convergencia, Luis Maldonado –cercano a Gordillo– como secretario de educación, y otros aspirantes ligados al ex gobernador Melquiades Morales. ¡Viva el cambio!... Y, mientras Monterrey y Tampico viven más violencia pública, ¡hasta mañana, con una fuerza social perfilándose ayer en el Zócalo!
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