José Gil Olmos
MÉXICO, D.F., 23 de febrero (apro).- La ciudad de México vive en una burbuja que está a punto de romperse, o quizá ya se rompió, y vemos ya los primeros síntomas de la violencia generada por el crimen organizado: ejecuciones, narcomenudeo, peleas entre grupos, secuestros y la lucha por el mercado.
La amenaza que vive la capital del país parece una reedición de la antigua historia de villanos, es decir de los habitantes de las villas que crecían de manera desordenada alrededor de las primeras ciudades protegidas por murallas y fosos, y eran vistos como un peligro porque vivían al margen de las leyes feudales.
Y es que la ciudad de México está rodeada por los municipios del Estado de México con mayor crecimiento de narcomenudeo en el país. En lo que va del gobierno de Enrique Peña Nieto, en esa entidad se ha triplicado el número de ejecuciones generadas por la lucha entre las principales bandas identificadas con La Familia Michoacana y Los Zetas.
Entretenido en sus sueños presidenciales y en su millonaria campaña de propaganda desplegada en Televisa, Peña Nieto ha descuidado de manera preocupante la seguridad pública del estado que gobierna.
En suelo mexiquense no sólo ha aumentado el número de feminicidios, también la presencia del crimen organizado se ha aposentado en los principales municipios urbanos que rodean a la ciudad de México, mismos que han experimentado una explosión demográfica por los jóvenes que ahí nacieron y por las familias capitalinas que se han mudado en los últimos años.
De acuerdo con un reporte publicado el pasado fin de semana por el diario Reforma, en los municipios de Huixquilucan, Ecatepec, Los Reyes La Paz, Chalco, Nezahualcóyotl, Tlalnepantla, Naucalpan, Atizapán e Ixtapaluca se registraron 60 ejecuciones en 2007, y tres años después la cifra aumentó a 273, lo que equivale a un incremento de 355%.
La capital está rodeada precisamente por esos municipios que en los últimos cuatro años han registrado dichas ejecuciones, todas ellas relacionadas con el crimen organizado.
Según el "ejecutómetro" de Reforma, de 2007 a 2010, en todo el Estado de México se registraron 644 ejecuciones, es decir que toda la entidad sufre la violencia generada por el narcotráfico, cuyo poder se ha extendido no por la venta de la droga y extorsiones, sino por el secuestro y el cobro de impuestos a comerciantes.
Durante los últimos años, la ciudad de México ha sido vista por muchos visitantes de otros estados como una isla en medio del clima de violencia que se vive en casi todo el país. Llegar al Distrito Federal significa para muchos un respiro de tranquilidad, ya que se supuestamente se puede pasear y hablar abiertamente en bares y restaurantes, sin miedo a que el de al lado sea algún narcotraficante o un sicario.
Incluso se puede visitar parques y centros comerciales sin el miedo de quedar en medio de una refriega entre bandas contrarias o en un enfrentamiento con soldados y policías, o bien tener que pasar un retén de sicarios.
La burbuja en la ciudad de México da la falsa impresión a los capitalinos de estar a salvo de la violencia, de esas miles de muertes en el país producto de la guerra contra el narcotráfico. De hecho, este mundo de miedo, temor e incluso de terror se ve de alguna manera lejano e incluso ajeno.
Sin embargo, esa falsa impresión está a punto de romperse.
Al ser cuestionado sobre la venta de droga y actos violentos de la delincuencia organizada en el Distrito Federal y el Estado de México, el procurador de Justicia capitalino, Miguel Mancera, aceptó que es un problema latente.
"Estamos trabajando en ese tema. No tendría una cifra en este momento (de puntos de venta de droga), pero estamos trabajando en el tema de la capacitación de personal. Como ustedes saben, hay una reforma a la Ley General de Salud que nos obligará a tomar directamente el tema de narcomenudeo", expuso el funcionario.
La preocupación del procurador Mancera se debe a que en las delegaciones capitalinas que colindan con los municipios mexiquenses ya se observa un aumento de ejecuciones.
Por ejemplo, en Iztapalapa y Gustavo A. Madero, que tienen como vecinos los municipios de Nezahualcóyotl, Los Reyes la Paz y Ecatepec, el año pasado se registraron 123 y 105 ejecuciones, respectivamente.
Las cifras extraoficiales revelan que Ecatepec es el municipio con mayor número de ejecuciones, con 188, seguido de Nezahualcóyotl, con 160.
Otras delegaciones capitalinas como Azcapotzalco, que colinda con Naucalpan y Tlalnepantla, así como Cuajimalpa y Miguel Hidalgo, que se avecindan con Huixquilucan, ya registran un crecimiento impresionante de narcomenudeo.
Históricamente la zona de Tepito y la colonia Morelos, en el centro de la ciudad de México, era registrada como la más problemática en seguridad y tráfico de drogas, armas, piezas de autos y productos importados ilegalmente. Hoy eso mismo se vive en distintos puntos del oriente capitalino, donde en los mercados callejeros se observa el tráfico de drogas y armas a plena luz del día.
Las autoridades capitalinas han expresado su preocupación y han establecido acuerdos con el gobierno de Peña Nieto para detener esta amenaza seria del crimen organizado. Sin embargo, tanto el jefe del gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, como el gobernador mexiquense están más preocupados en cuidar su imagen que en sus responsabilidades públicas.
Las detenciones de los principales capos en los barrios residenciales del Distrito Federal y el Estado de México, así como los recientes operativos militares y los rondines cada vez más frecuentes de soldados fuertemente armados por las avenidas principales, nos hablan que la burbuja se está rompiendo y que los villanos avanzan sin que ningún poder pueda detenerlos.
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