martes, 25 de enero de 2011

Sicarios electorales Julio Hernández López

Astillero
Gerente del sexenio
Fan se SuperFeli
Adiós a don Samuel




La encargada de relaciones públicas de la Blanca Casa matriz entregó ayer un diploma verbal de reconocimiento a quien se ha ganado en la sucursal mexicana el título de Gerente del Sexenio, el especialista en guerras que acaban siendo luchas en superlibre, Felipe Calderón, también conocido como El Licenciado. Además, para incentivar la productividad de la plantilla local, la supervisora Clinton extendió un cheque, provisionalmente de utilería, por 500 millones de dólares para que los empleados nativos puedan desarrollar el libreto de intervencionismo alegremente permitido (en realidad, anhelado) por el feliPato, que se denomina Iniciativa Mérida pero que desde siempre se ha sabido que es una nueva versión de la historia original de El Caballo de Troya.
Hillary, quien practicó el don de lenguas (malpensados, absténganse de inferencias becarias) al convertir en palabrería elogiosa y épica el idioma de sangre y dolor que ha impuesto Calderón como oficial en todo el país. Glosolalia divina, virtual trance religioso, que permitió a la poseída secretaria de Estado declararse fan del curandero mexicano, Felipe de Los Pinos (lo cura todo armado de fuego), y elogiar sus varios hechos prodigiosos, su valentía blindada, su preclara visión que por pura coincidencia es la misma que los gringos desean (¡milagro, milagro!): Gran Felipe Guerrero, al que aplaude la taimada señora Clinton, quien suele cegar con ditirambos a los que luego caen en las trampas sembradas bajo los tapancos de las ceremonias pomposas. No le queda de otra al SuperFeli más que seguir adelante “y no detenerse”, pero cuenta con todo el apoyo del gobierno estadunidense, dice la actoralmente emocionada Hillary (feliz también está El Licenciado, pues con la alharaca clintoniana ve temporalmente superado el trago amargo de que Wikileaks lo haya balconeado como solicitante de ayuda gringa para pacificar una plaza hirviente y aparentar que algunos logros se alcanzaban; por fortuna, Janet de Habsburgo no aceptó la corona de Ciudad Juárez).
Reunido con un segmento escogido de la comunidad libanesa, el objeto de las alabanzas envenenadas filosofaba sobre la improcedencia de las “viejas ideas, ideas añejas, obsoletas, que han mostrado su daño, en la que se piensa que lo correcto o lo conveniente es simplemente engañar o transar o debilitar, precisamente, los valores que forman a cualquier sociedad”. Pinolerismo de nota roja llevada a la sublimación institucional, pues el licenciado Calderón presumiría a su selecta audiencia que durante su administración han muerto o han sido encarcelados 20 de los “37 capos, di tutti capi, digamos” que eran “los más buscados del país” apenas dos años atrás (“pero a uno de ellos nomás no lo agarran”, grita desde gayola algún abonado a esta columna que no entiende de qué se trata el asunto y prefiere seguir viendo su telenovela preferida). En tanto, en Nuevo León, ocho personas presuntamente dedicadas al narcotráfico eran abatidas y en varios puntos urbanos se repetían los narcobloqueos ya correlativos a todo enfrentamiento más o menos importante. En Ciudad Juárez subía a siete el número de jóvenes asesinados en un campo de futbol. Y en la capital del país los marinos ponían el pie combativo en la colonia del Valle, a propósito de una “denuncia ciudadana” que igual sirve para capturar a culpables que para agredir a inocentes, botado al cesto de la basura el latoso procedimiento viejo, añejo, obsoleto, de las denuncias ante un agente del Ministerio Público, la valoración jurídica, la apertura o desistimiento de acciones penales e incluso la solicitud a un juez para que con criterio jurídico decidiera si la fuerza pública debía actuar en determinado caso. Uf: el México que se fue.
Don Samuel se ha ido y su partida provoca dolor en la franja social comprometida con los cambios sociales progresistas y con la defensa de los marginados y maltratados, en especial los indígenas (obviamente, hubo voces de oportunismo e hipocresía, una de ellas la de la mencionada Hillary, que también expresó distraídas condolencias por la muerte del obispo emérito; el licenciado de la gran caldera nacional hasta un minuto de silencio pidió durante una comida preferencial por los ricos a la que asistía). Siguen adelante otros religiosos de similares posturas, como el obispo de Saltillo, Raúl Vera, el sacerdote Miguel Concha y algunos presbíteros de zonas de Oaxaca y Chiapas, entre otros, dispuestos siempre a la solidaridad con las causas justas, defensores de los derechos humanos, convencidos de la importancia de acompañar los procesos de lucha de mexicanos por sus derechos. Pero el fallecimiento del histórico obispo de San Cristóbal hace más evidente la enorme distancia que separa hoy el caminar doliente de la gran mayoría nacional respecto de la conducta acomodaticia, privilegiada y cómplice con el poder que practica la mayor parte del clero mexicano. La figura y el ejemplo del que se ha ido, y la persistencia de quienes con su ejemplo continúan, contrastan vivamente con los andares de personajes frívolos, ambiciosos y enriquecidos como Norberto Rivera, Juan Sandoval y Onésimo Cepeda, por citar los casos más escandalosos. Descanse en paz Tatic, quien hizo de la suya una vida de lucha y compromiso.
Los comicios de Guerrero van en camino de convertirse en un episodio más de violencia producida por la delincuencia organizada. No necesariamente la relacionada con el narcotráfico, aunque ese factor está siempre presente en la política de la entidad. Pero sí con la delincuencia electoral organizada, dado que las principales partes contendientes están concentrando en la plaza lo mejor de sus catálogos negros, una especie de sicarios de urnas y boletas. No hay causa noble por defender en esa refriega, es el pleito de cárteles escindidos, la lucha descarnada por el poder, el botín y los intereses de las cúpulas promotoras, el figueroismo sangriento por un lado y el oportunismo ambicioso del chuchismo-marcelismo por otro. ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

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