Violencia en Morelia |
El golpe a “La Familia”, con toda la violencia que está generando, podría ser esa pequeñísima luz al final del túnel que muchos mexicanos esperan
La coincidencia de fechas sorprende: la mañana del 11 de diciembre del 2006, el país vio cómo tanques militares y batallones del Ejército abandonaban los cuarteles y avanzaban rumbo al estado de Michoacán, entidad controlada por el grupo criminal de La Familia Michoacana. Era el inicio de los operativos antidrogas del presidente Felipe Calderón que, apenas unos días después de su accidentada toma de protesta, decidía lanzarse a una precipitada, pero “urgente y necesaria”, ofensiva de fuerza contra el crimen organizado.
La búsqueda apremiante de legitimación también estaba presente en aquella decisión de fuerza que se proponía recuperar el control del Estado en áreas de Michoacán, y a la postre de otras zonas del país, donde los criminales habían impuesto su ley bajo el descontrol que privó en el sexenio de Vicente Fox.
Mañana se cumplen exactamente cuatro años de aquel momento en el que inició la cruzada anticrimen del presidente Calderón y Michoacán está, cuatro años después, convulsionado por la violencia y los enfrentamientos entre las fuerzas federales y los criminales de La Familia Michoacana. ¿Cambió algo en los cuatro años transcurridos entre estos dos 11 de diciembre?
Si nos atenemos al discurso oficial, en estos cuatro años el grupo de La Familia, considerado por las autoridades mexicanas “el cártel más peligroso y penetrante que existe en el narcotráfico por sus métodos de adoctrinamiento y infiltración de la sociedad”, ha sufrido bajas importantes. Varios de sus capos y operadores importantes en las distintas plazas de Michoacán han sido detenidos y se le han asestado golpes importantes a la capacidad operativa de ese grupo.
Ese discurso oficial, que habla de una “merma” importante a la organización delictiva que ha sido —junto con Los Zetas y el Golfo— de los cárteles más golpeados en la ofensiva del gobierno calderonista, cobró sentido cuando, hace unas semanas, el 10 de noviembre, aparecieron en diversos puntos de Michoacán, sobre todo en su capital Morelia, mantas y panfletos, además de correos electrónicos, en los que presuntos integrantes de La Familia Michoacana proponían un “pacto”, casi una rendición al gobierno federal.
La Familia ofrecía “replegarse” si la Federación garantizaba “la seguridad a los ciudadanos” en el estado; hablaba incluso de desintegrar su organización y de que sus miembros regresarían “a sus actividades productivas” si el “pacto” era aceptado por el gobierno. La propuesta fue rechazada de inmediato por el gobierno. “No negociamos con criminales”, respondieron la PGR y Los Pinos. Vino hace unos días, una segunda propuesta de tregua, ahora por la temporada navideña que también fue rechazada.
Esas dos propuestas de tregua, que sonaban a capitulación y rendición, fueron el motivo por el que el gobierno federal decidió lanzar la ofensiva que comenzó el miércoles pasado con operativos en Apatzingán, principal punto de operación del grupo. La reacción virulenta de La Familia hizo que 11 municipios, incluida Morelia vivieran auténticas escenas de guerra, con tiroteos, coches-bomba y las muertes de tres civiles —una bebé de ocho meses y un niño de dos años víctimas de balas perdidas— además de bajas de tres delincuentes y cinco policías federales, para un total de 11 muertos.
Ayer el gobierno confirmó la muerte de Nazario Moreno González, El Chayo, principal líder de La Familia Michoacana en los enfrentamientos y considerado el principal “ideólogo” del grupo junto con Servando Gómez La Tuta a quien versiones periodísticas ubican ya fuera del Estado y en territorio de Estados Unidos.
La pregunta es ¿ante qué estamos en Michoacán? ¿Es el primer cártel que podría ser desarticulado en sus principales cabezas? ¿No surgirán, como ha ocurrido en otros cárteles, nuevos líderes que tomen las posiciones de la estructura de mando que está siendo golpeada en esta ofensiva? ¿Con la muerte y la caída de los líderes se confirma la debilidad que atribuye el gobierno a La Familia Michoacana?
Según el análisis y el balance que ayer hacían en los mandos de la Secretaría de Seguridad Pública, la violenta reacción de La Familia —que aún con el debilitamiento que le atribuye el gobierno tuvo capacidad de fuego para mantener los tiroteos por todo un día y estrangular todos los accesos a Morelia— sólo muestra “un intento por sobrevivir”, y sostenían que sí está golpeada la estructura operativa, financiera y las redes de protección que soportan a este cártel.
El problema, reconocen en las áreas donde se coordinan los operativos federales en Michoacán, es que el caso de La Familia es único en el narcotráfico en México y aun cuando se lograra debilitar y desarticular las estructuras de mando del cártel, quedaría todavía la amplia base social que mantiene ese grupo por todo el territorio michoacano y que está “adoctrinada” y por tanto llevará tiempo desintegrar.
En un momento en el que no se ve salida a la guerra contra el narcotráfico y en el que todos los análisis de inteligencia del propio gobierno indican que en 2011 se puede recrudecer la violencia y la ofensiva de los cárteles en los territorios donde se les combate, el caso de Michoacán, con toda la violencia que está generando con estos operativos, podría significar esa pequeñísima luz al final del túnel que muchos mexicanos claman por ver en la espiral de violencia en la que nos ha metido esta guerra, con toda su estela de víctimas civiles e intranquilidad para amplias zonas del país. ¿Será eso o será una expresión de que poco se ha avanzado en cuatro años?
NOTAS INDISCRETAS…
“Eres un cobarde”, le escucharon gritar a Patricia Flores Elizondo en la sesión del Consejo panista del sábado pasado. El grito fue para Roberto Gil, luego de que éste decidiera declinar a favor de Gustavo Madero sin consultárselo a ella, su principal impulsora. Acto seguido, Patricia Flores desapareció y nadie volvió a saber de ella en el Consejo… Que Santiago Creel esperará otro momento y que no habrá en su comida de cumpleaños del domingo, en el lienzo charro de Constituyentes, ningún seguidor o militante que le pida buscar la candidatura presidencial. Es decir, no habrá “destape” ni directo ni indirecto; algo vio Creel que decidió alargar sus tiempos…El lunes en Pachuca, habrá dos “sacrificados” que se resignarán a su suerte. Del lado de Enrique Peña Nieto, el gobernador anfitrión Miguel Osorio, que se quedó “nomás milando”, y del lado de Manlio Fabio Beltrones, el líder cenopista Emilio Gamboa. Ambos tendrán que hacerse a un lado, sacrificados, para dar paso al hábil Humberto Moreira que se les metió como la humedad a los priístas y, todo indica, va solo por la dirigencia del PRI… Los dados cierran semana. Escalera doble
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