La última palabra sobre las alianzas la tendrán los votantes, dice
Armando G. Tejeda
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 26 de octubre de 2010, p. 5
Madrid, 25 de octubre. Tres pequeños carteles en los que se leía “traidor a la patria”, “corrupto” y “asesino” recibieron hoy en Madrid al ex presidente de México Carlos Salinas. Al llegar a la Residencia de Estudiantes, donde participó en el foro México, entre el norte y el sur, el ex mandatario respondió a quienes lo identifican con el fraude electoral, la corrupción y los asesinatos políticos durante su gestión: “Ya he rendido cuentas de esos temas como presidente”.
Salinas de Gortari llegó al centro cultural español acompañado por su esposa y su pequeña hija. Al bajarse del vehículo, dos mujeres desplegaron los carteles en silencio. El ex presidente ignoró esas manifestaciones, bajó la mirada y, guiado por el embajador de México en España, el panista Jorge Zermeño, entró al recinto donde ofreció la conferencia de apertura del seminario, México: raíces del futuro, a invitación de la Fundación Botín, del Banco Santander.
Una vez dentro, cuando Salinas explicaba sus argumentos sobre por qué el Tratado de Libre Comercio de América del Norte no ha tenido los efectos positivos que se esperaban, de nuevo las dos representantes de la sociedad civil desplegaron sus mensajes escritos, lo que provocó la ira de dos funcionarios mexicanos: uno que acompañaba al embajador de México ante el Reino Unido, Eduardo Medina Mora, y otro empleado en la sede diplomática de España. Los dos enfrentaron a las dos mujeres, les arrebataron las pancartas y las rompieron. A las manifestantes les fue impedido el acceso para el resto de la jornada.
El ex presidente centró su intervención en las relaciones entre México y Estados Unidos, las complejidades y obstáculos durante la negociación del TLCAN, así como veladas críticas al “cataclismo social y moral” que significó la crisis de 1995 y la mala gestión del entonces presidente Ernesto Zedillo. Salinas dedicó la mayoría de su intervención a “desmantelar los estereotipos” que, a su juicio, se han instalado en la opinión pública sobre los efectos negativos del acuerdo comercial con Estados Unidos.
En este sentido negó que desde su entrada en vigor, en 1994, México haya abandonado al resto de América Latina, o que el país se haya “desindustrializado, arruinado a los obreros o propiciado más migración a Estados Unidos. Hay que romper los estereotipos; el TLC fue un instrumento, no una panacea”, afirmó.
El ex mandatario, que se negó a ofrecer su visión sobre el futuro inmediato de México en materia política, se limitó a invitar a los periodistas a que leyeran la conferencia que ofreció en el Instituto Federal Electoral el pasado 13 de octubre, o su libro sobre la “década perdida”, para conocer mejor su opinión sobre los diez años de gobiernos panistas.
Empero, sí habló de las potenciales alianzas electorales en el estado México, pero también con una afirmación genérica: “La respuesta la tendrán los votantes, que serán los que deberán decir en última instancia cuál es el veredicto sobre esas fórmulas”. Y fue todo. Se fue corriendo, mientras los periodistas le seguían preguntando cuestiones que ya ni siquiera escuchó.
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