lunes, 18 de octubre de 2010
Derecha capitalina: fuerza en extinción. Edgar González Ruiz.
A lo largo de décadas, el conservadurismo católico, y, por ende, el Partido Acción Nacional (PAN), ha perdido terreno en la ciudad de México, único territorio del país donde se han logrado avances, como la despenalización del aborto y el reconocimiento del matrimonio homosexual.
Hace cuatro años, el Distrito Federal fue escenario de las movilizaciones ciudadanas encabezadas por Andrés Manuel López Obrador; en 2007, en la plancha del Zócalo, miles de personas que participaron en el desnudo colectivo organizado por el fotógrafo Spencer Tunick evidenciaron así su rechazo a la mojigatería panista y clerical.
Sin embargo, la derecha lucha por conservar e incluso ampliar sus espacios políticos, usando los recursos del poder económico, el respaldo mediático de Televisa y otras empresas, e incluso comprando a personajes oportunistas que aceptan cambiar su filiación política a cambio de las ventajas que conlleva estar bien con los más poderosos.
Jerarcas católicos derechistas constantemente critican al Gobierno del Distrito Federal, al que se han enfrentado con motivo de las mencionadas reformas que amplían las libertades en la ciudad.
Fundamentalismo en extinción
A principios del siglo XX, en la ciudad de México, la jerarquía católica y los grupos vinculados a ella tenían una influencia que hoy sería inimaginable.
Gran parte del activismo cristero se desarrolló en la capital mediante organizaciones como los Caballeros de Colón, la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, la Unión Nacional de Padres de Familia, y otras.
En las décadas de 1920 a 1940, colonias como la Roma y Del Valle, así como Las Lomas y otras zonas ubicadas en las inmediaciones del Campo Militar, fueron núcleos del activismo derechista.
Por ejemplo, la parroquia de la Sagrada Familia, en la colonia Roma, fue centro de actividad de las fuerzas clericales y pro cristeras. Hasta la fecha, el lugar sigue siendo el principal bastión de la propaganda favorable al cura Miguel Agustín Pro, fusilado durante la cristiada.
A unas calles de allí, en la avenida Álvaro Obregón (nada menos), la madre Conchita tuvo su última morada, en una vecindad situada a unos pasos de los locales del Partido Popular Socialista.
En la misma zona subsiste la sede de las Congregaciones Marianas, impulsadas en 1929 por el jesuita Benjamín Pérez del Valle, al cobijo de la Parroquia de la Sagrada Familia.
“Hasta la fecha, la sede de esa organización sigue estando en Tabasco 164, pero en los últimos tiempos (2008-2009) luce semiabandonada, descuidada. Durante décadas, las congregaciones se apoyaron en otras iniciativas donde se combinaban las actividades deportivas o estudiantiles con la propaganda y el activismo de signo conservador.”
La cita anterior proviene del trabajo La derecha católica en la ciudad de México: 1926-2008, presentado como tesis profesional en la Universidad Nacional Autónoma de México por Bertha Teresa Ramírez, reportera del periódico La Jornada, y anteriormente de Notimex, donde en la década de 1990 cubrió la fuente religiosa.
Basada en fuentes documentales, hemerográficas y en trabajo de campo, la tesis ofrece abundante información acerca del declive que a lo largo del siglo XX sufrió en la capital la derecha católica hasta llegar a 2007 y 2008, en que Serrano Limón, cuestionado dirigente de Provida, convocó a manifestaciones donde asistieron unas cuantas personas.
Sin embargo, mientras más impopular es el activismo conservador es también más agresivo, prueba de ello es que, el 22 de agosto de 2010, en la Catedral Metropolitana, mientras desarrollaba su labor periodística, la autora de esa tesis fue agredida por Iván Manjarrez Meneses, exdiputado por el PAN y miembro de agrupaciones ultraderechistas, quien había acudido a ese recinto a manifestar su respaldo a las posiciones homofóbicas de Juan Sandoval y de Norberto Rivera (véase el desplegado publicado en ese diario el 30 de agosto de 2010).
Días después, Manjarrez anunció que con apoyo de grupos como Provida y la Unión Nacional de Padres de Familia, formaría plantillas para participar en los comicios vecinales del 24 de octubre de 2010.
Por cierto, el 24 de abril de 2007, Manjarrez acudió a respaldar a Provida y otros grupos conservadores que ese día se manifestaban cerca de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal con motivo de la inminente despenalización del aborto en la ciudad de México.
A mediados del siglo pasado, en colonias como las mencionadas, Roma y Del Valle, proliferaron lo mismo colegios confesionales que centros de la colectividad española, donde los franquistas apuntalaban a la derecha mexicana, e incluso clubes deportivos como el Vanguardias, fundado por Pérez del Valle, donde se dieron cita los activistas católicos.
Una de las principales avenidas de la colonia Del Valle lleva el nombre de Ángel Urraza, quien fuera uno de los empresarios españoles promotores del franquismo.
A la fecha, la calle Durango alberga recintos derechistas, como el edificio del Arzobispado de México y el del PAN capitalino.
A principios de la década de 1940, en Córdoba 56 estaba la casa del entonces arzobispo de México, Luis María Martínez, personaje que impulsó la reconciliación del gobierno con el clero para favorecer las actividades de éste.
Desde 1936, y especialmente desde fines de la década de 1940, algunas encumbradas damas, como Josefina Belloc, impulsaron iniciativas para que el clero penetrara en las filas castrenses, como la construcción del templo Cristo Rey de la Paz, cuya primera piedra fue colocada por el entonces arzobispo Luis María Martínez en 1949, y que bajo el gobierno de Calderón ha tenido ostensible apoyo por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Martínez inauguró templos monumentales en las décadas de 1940 y 1950, en la colonia del Valle, y en la zona de Polanco y Las Lomas. Desde luego, perviven esas edificaciones, pero muchas de ellas lucen vacías, excepto para eventos sociales o los fines de semana.
Así se ha ido quedando el PAN y la jerarquía católica en la capital: sin poder de convocatoria, ante una sociedad que no acepta la amalgama de la política con la religión. Sin embargo, es significativo que precisamente esas zonas donde el activismo católico tuvo tanta fuerza, ubicadas en las delegaciones Benito Juárez y Miguel Hidalgo, son hoy los únicos bastiones panistas en la ciudad.
Aunque sin la fuerza de otros tiempos, todavía en las década de 1970 y 1980, la jerarquía católica y grupos afines a ella pudieron organizar en la capital manifestaciones contra el aborto, o en apoyo a la derecha panista, como ocurrió en las elecciones de 2000.
En 2010, es decir, a sólo tres años de la despenalización del aborto en la ciudad de México, el tema ha dejado de ser un asunto candente para la sociedad capitalina, que en los hechos ha comprobado que esa despenalización no implica la obligación de abortar ni tiene que ver con una supuesta “cultura de la muerte”, pero sí con el respeto a las decisiones ajenas, con el derecho que cada quien tiene a decidir según su propia conciencia.
El PAN contra la capital
Hoy, la derecha católica ya no sale a la calle en la ciudad de México, porque nadie la apoya y ha optado por el ataque a las fuerzas de izquierda o por provocaciones como las que encabezó en su periodo al frente del PAN capitalino Mariana Gómez del Campo, protegida y parienta política de Calderón, cuyo sucesor ha sido Obdulio Ávila, quien en contraste ha desarrollado una gestión bastante oscura.
La televisión y otros medios oficialistas le hacen cotidianamente una propaganda desmesurada a Calderón y a los panistas, simplemente para evitar que el pueblo tome conciencia de sus verdaderos intereses.
Pero en las manos del pueblo está, expresándose en las urnas, siempre contra el PAN, y en movilizaciones pacíficas, sacar definitivamente a la derecha de la capital y lograr en la ciudad de México la extinción de esa fuerza clerical y reaccionaria.
*Maestro en filosofía; especialista en estudios acerca de la derecha política en México
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