jueves, 30 de septiembre de 2010

La gran solución - Sergio Conde Varela - Abogado

Hace unos días en la llamada “Isla del Padre”, en el vecino Estado de Texas, se llevó a cabo una serie de conferencias relacionadas con las adicciones que padecen miles de personas en estos tiempos de inseguridad, de angustia y de injusticia. El problema se refleja en muchas comunidades, especialmente en nuestra querida ciudad calificada como la más insegura del mundo, y en meses pasados como el centro generador de los mayores homicidios del globo terráqueo.

Desde luego que en la reunión indicada los temas fueron variados y los testimonios impactantes, especialmente aquellos referidos a las conversiones de personas que transformaron su existencia, desde una posición antisocial hasta convertirse en seres reintegrados a la vida normal y productiva, de valores materiales y espirituales.

Fueron muchas las ideas que se desprendieron, las sugerencias y los planes de restauración del tejido social que ha sido afectado no sólo por los hechos criminales, sino por las caprichuda e irresponsable apatía de no enfrentarse con decisión, empeño y profesionalismo a una problemática que exige compromiso real, auténtico y no desperdiciar el tiempo como el avestruz, metiendo la cabeza bajo la tierra para no ver los problemas por los cuales atravesamos.

Los deseos de los participantes se expresaron en puntos de vista muy valiosos, cargados de cifras y de métodos tradicionales utilizados para la solución de conflictos sociales; sin embargo, un testimonio se presentó de parte de un hombre cuyo nombre omitimos por razones obvias, que dejó sin aire a buena cantidad de conferencistas y del público que asistió al evento.

El personaje en cuestión, fue el dirigente número uno de las organizaciones antisociales del área este del vecino país y tuvo una conversión cristiana de impacto colectivo estremecedor.

Al terminar el testimonio, la persona empezó a recibir comentarios y preguntas del público y una de ellas, se relacionó con nuestra ciudad. Se le inquirió qué sugería que los juarenses hiciéramos frente a los graves problemas de inseguridad por los cuales atravesamos y él solícito, sin pensarlo mucho contestó que la gran solución para Juárez, era la petición al Creador para que llegara la respuesta.

Sin venir muy cargada de teología la respuesta, sino de una vivencia tremenda por la cual atravesó el ex dirigente, el público se remolinó, unos con incredulidad, otros con curiosidad y los más con un asentimiento tradicional de saber teóricamente qué esa era la gran solución esperada para nuestra ciudad.

Sin embargo, pasando la respuesta dada del dicho al hecho, surge en el horizonte trabajo incesante para muchas personas, especialmente para los sacerdotes, pastores y creyentes comprometidos. Hay una energía desconocida cuando una persona ocurre con voluntad férrea ante Dios en petición de alguna gracia y la respuesta es mayúscula, cuando son miles los que acuden a ese expediente y en el caso de Juárez el camino sugerido por alguien que vivió las circunstancias parecidas a las que hoy vivimos se despejó de manera maravillosa, y posiblemente estemos en el tiempo de intentarlo.

Algunos piensan que al aplicar este tipo de remedios nos alejamos de una realidad que exige otro tipo de respuestas, pero no es así. El camino sugerido es real. Quiéranlo o no, el dueño de este mundo es Dios y quizás no esté muy conforme con lo que aquí sucede y en camino viene la respuesta porque hay muchos creyentes de todas las denominaciones que constantemente han levantado su plegaria para que esto termine y cambie y con seguridad así será.

Tiene razón el converso, solamente el Creador tiene la respuesta y si bien es cierto que por palabras no queda, los encargados de dar respuesta a lo que pasamos no lo han podido hacer, no con declaraciones, no con acciones contundentes. Ha pasado mucho tiempo y el asunto se sigue empantanando, de tal suerte que la solución suprema, debe implementarse y de verdad, no tarda.

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