lunes, 13 de septiembre de 2010

La doble moral de Televisa - Miguel Ángel Granados Chapa


Distrito Federal– Con precario sentido de la oportunidad, Televisa tomó de pretexto un debate planteado en España hace dos meses –el 15 de julio–, para trasladarlo a México. Se trata de la publicidad del comercio sexual. Como si su práctica fuera exclusiva de Reforma y Metro, el principal noticiario del monopolio de la televisión abierta dedicó largo tiempo la semana pasada a exhibir la “doble moral” de la casa editora de esos diarios, que por un lado en sus contenidos informativos y editoriales denuncia la trata de personas con fines de explotación sexual y por otro la propicia con fines puramente mercantiles mediante anuncios de servicios sexuales.

El asunto ha sido debatido en España. Televisa hubiera servido a la sociedad mexicana si lo planteara a México en todos sus términos. Pero esa noción de servicio es ajena a la práctica del monopolio. De lo que se trata es de atacar a un medio, Reforma, caracterizado por la puntual cobertura de los abusos del negocio de la familia Azcárraga, y su fructífera relación con el gobierno. Las particularidades de la licitación 21 mediante la cual Televisa ingresa directamente a la telefonía móvil, en medio de una polémica que incluyó al Congreso de la Unión frente al Ejecutivo, fueron seguidas puntualmente por Reforma, y abordados por varios de sus colaboradores, entre los cuales se encuentra Javier Dondé, director de información de Televisa, que con la libertad que caracteriza a quienes participan en este diario expuso sus criterios o los de la empresa a que sirve en un cargo de alta responsabilidad.

Un artículo de Purificación Carpinteyro mereció una respuesta del consorcio, que no pudo ser publicada de inmediato porque no se atenía a las reglas que rigen la correspondencia de los lectores. Era demasiado extensa, y Televisa no accedió a reducir su extensión, como en cambio suelen hacer lectores que practican su derecho de réplica. Entonces, como si se tratara de un acto de censura, Televisa publicó su texto como desplegado en otros medios, pretendiéndose indefenso ante un poderoso medio cerrado a la crítica.

Esa reacción evidenció el estado de ánimo de los dueños y directivos de la televisora, que acaso con la información sobre su cobertura del quinto informe de Enrique Peña Nieto, su candidato a la Presidencia de la República, llegó al colmo de la intolerancia. Televisa y no la televisora estatal, el canal 34 produjo el informe. Se pretendía hacerlo subrepticiamente y por eso los logotipos de casi todos los vehículos utilizados al efecto fueron ocultados. Pero uno quedó al descubierto, y ofendidos empleados de la televisora pública revelaron con pormenores este nuevo aspecto de la estrecha relación entre Televisa y Peña Nieto.

Entonces se resolvió castigar o intimidar a Reforma, por entrometerse Es una práctica bien conocida en Televisa. Un caso paradigmático de ese uso faccioso de una señal concesionada fue el que frustró un intento de participación del multimillonario Isaac Saba en una alianza con Telemundo y General Electric para constituir una tercera cadena que compitiera con Televisa y TV Azteca. Mediante reportajes que atribuían a la empresa distribuidora de medicamentos propiedad de Saba los altos precios de los fármacos y hasta la muerte de quienes no estaban en condiciones de comprarlos, denigraron la imagen del empresario y le hicieron saber cuán firme era la decisión de impedir la competencia. Ante semejante agresión, que nada tenía de periodismo de servicio público, Saba abandonó su intento de participar en el negocio de la televisión.

A esta altura de mi exposición me asalta una duda. Me pregunto si en realidad Televisa ha iniciado un debte sobre la publicidad impropia y se propone obtener conclusiones que modifiquen las pautas de los medios de comunicación en esa materia. Ello implica una severa autocrítica, y el señalamiento de otros medios cercanos a la televisora a los que se puede tachar con los adjetivos lanzados contra Reforma. El socio de Televisa en la radio, el consorcio español Prisa, publica como es bien sabido el diario madrileño El País. Como casi toda la prensa española, ese diario incluye en su sección de avisos clasificados publicidad como la que Televisa reprocha a Reforma. Es de suponer que los socios del monopolio mexicano han encontrado sano ese propósito y lo comparten.

En ese afán de denuncia de la doble moral, Televisa hará en el examen autocrítico que imagino, una revisión de sus emisiones electrónicas y de sus publicaciones impresas. Una de ellas, TV y novelas merece la descalificación asestada a Reforma, porque sus páginas finales están dedicadas íntegramente a anunciar películas pornográficas y avisos de adivinas y hechiceras cuyo negocio consiste en explotar la candidez de los lectores de esa revista de frivolidades. Semejante actitud debe asumir la televisora respecto de sus propias pantallas. No me refiero, porque no me impulsa ningún afán moralista, a los contenidos de algunas de sus telenovelas, que escandalizan a no pocas buenas conciencias. Me refiero a la violación de la ley en que incurre cotidianamente la televisora al exceder con mucho los límites de tiempo dedicados a la transmisión de comerciales y a la naturaleza de muchos de ellos. Proliferan, no sólo a deshoras sino en el mismo noticiario pudibundo, anuncios de productos que engañan con la promesa de belleza o salud inmediatas, y aun los de brujas capaces de escudriñar el futuro y modelar las vidas con sus augurios.

¿Doble moral? He ahí la de Televisa.

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