martes, 14 de septiembre de 2010

Estructura crujiente - Sergio Conde Varela

Poco a poco las estructuras políticas y administrativas gubernamentales empiezan a crujir por su desgaste ante los problemas que tenemos juarenses, chihuahuenses y mexicanos.

Por una parte, los costos en los servicios públicos concesionados como la luz, el gas natural, el agua, los transportes y el aumento sin fin de multas, impuestos y pagos al SAT, IMSS, Infonavit, han hecho que los usuarios, causantes y demás afectados pasen por problemas sin solución.

Son miles de pesos que se cobran por los tales servicios y es injusto que personas que perciben mil 600 pesos al mes puedan con las cargas de los servicios que se supone eran para beneficio del pueblo. En estos renglones ni los diputados locales, los federales ni los miembros de los poderes ejecutivos, decretan medidas que favorezcan a la economía popular.

Por otra parte, haciendo caso omiso de lo que sucede en ciudades como la nuestra, los robos, homicidios y demás delitos graves, no siguen la ruta que las leyes marcan. La impunidad es manifiesta y la población no puede hacerse justicia por su propia mano ya que primero la desarmaron y luego las autoridades monda y lirondamente establecieron la política de brazos cruzados, tratando de responsabilizar a la sociedad civil para que se defienda y ellos, quienes tienen la obligación de garantizar la vida en común, por razones ignoradas, marcan con ausencias manifiestas los remedios institucionales que pudieran servir para que termine este pandemonium.

Las autoridades federales se molestaron hasta decir basta cuando se empezó a manejar la tesis del Estado fallido, es decir, que el Estado mexicano le había fallado en todo a la población mexicana.

Luego, un grupo importante de la población empezó a pedir la presencia de los “cascos azules”, fuerza de la ONU, para que pusiera orden en el territorio nacional y eso produjo efervescencia manifiesta y coraje de los órganos gubernamentales nacionales que se sentían desplazados por su incompetencia.

De todo lo anterior es fácil concluir que debido a tantos errores, apreciaciones falsas, ausencia de medidas efectivas, posturas demagógicas y ausencia de profesionalismo en la resolución de problemas, las estructuras conectadas con la seguridad, la impartición de justicia, la economía, están prontas al colapso, el cual afectara a las grandes masas populares, a los medianos y pequeños comerciantes e industriales y a muchos sectores, con excepción al de los barones del dinero y a quienes se codean con el “jet set” financiero internacional.

Cuando en un país como el nuestro, no se hace caso a la solución de problemas de fondo y forma, la inercia social puede llevar a condiciones desastrosas y esas no las perciben quienes se han hecho dentro de las burbujas del dinero y el tráfico de influencias y quienes tienen la posibilidad de cambiar de nación cuando las cosas no caminan como ellos quisieran, a pesar de que sus fortunas las han hecho por las dadivas y estímulos que recibieron en México.

Un ejemplo de lo anterior son los miles y miles de juarenses que se han cambiado al otro lado del río, con sus economías sanas y todavía percibiendo ingresos firmes del comercio o industria que tienen en nuestra frontera y que no tienen ninguna vocación social de ayudar a la ciudad del gran túnel de pesadilla en la que se encuentra.

Más de dos mil muertos en este 2010, los secuestros, el cierre de negocios, la ausencia de planes sociales que sirvan para detener la ola impulsiva de jóvenes que pisan fuertemente las áreas antisociales indican que el estado de derecho está pulverizado y las acciones oficiales efectivas no existen, salvo en las declaraciones a los medios.

El cuerpo social ciudadano, no encuentra la medicina apropiada para curar de la enfermedad terminal que tiene nuestro entorno regional y nacional y la pregunta ¿Cuándo acabará esto? Se ha convertido en el estribillo de la desesperanza porque nadie tiene respuesta para el mismo. ¡Lástima

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