miércoles, 28 de julio de 2010
Consterna a juarenses asesinato de quinceañera
Staff
El Diario | 28-07-2010 | 00:08 | Local
El asesinato de una joven quinceañera por parte de agentes federales, al parecer sin un motivo aparente o por error, ha causado gran consternación entre diversos sectores, que exigen una investigación objetiva del hecho y castigo para los responsables.
El próximo sábado sería el gran día. Todas sus ilusiones estaban puestas en la fiesta de quince años que con sacrificio sus padres y padrinos le iban a celebrar en su propia casa, pintada de rosa ex profeso para el baile.
Hoy, Rosa Angélica Marín Hernández, yace en un ataúd ataviada con su vestido largo y una tiara de plata sobre la frente, tal y como había soñado.
“Llegó la noche y de una salida a comprar hamburguesas se hizo una tragedia muy fea”, relata Janeth, hermana mayor de Rosa, al recordar los hechos ocurridos el sábado anterior en la colonia Patria, cuando fueron agredidos por agentes federales que sin un motivo aparente dispararon contra los tripulantes de un auto negro.
El saldo fue la joven de 15 años muerta, su hermana mayor lesionada, un agente federal herido y un niño de 4 años con heridas en el rostro.
Oficialmente la Policía Federal no ha emitido información. El portavoz se ha limitado a mencionar que esperan los resultados de balística que determinen si los casquillos asegurados en la escena del crimen pertenecen al armamento oficial de la Policía Federal, aunque la Subprocuraduría de Justicia dio a conocer que en el lugar no fueron asegurados elementos balísticos, ya que al llegar al lugar habían sido levantados por manos ajenas a la Unidad Especializada en la Escena del Crimen.
El vehículo baleado, que forma parte de las evidencias, no le fue recogido a las víctimas.
El conductor del auto baleado, donde pereció la adolescente Rosa Angélica, expresó que “queremos justicia, que paguen por lo que hicieron, porque ellos vienen a cuidar al pueblo, no a matarlo”.
Janeth, la hermana mayor de la quinceañera, no piensa lo mismo: “Quiero que se larguen, ¿a qué vinieron, a quién sirven? Que se vayan los federales”.
Íbamos por la calle Puerto de Palos y los federales nos empezaron a balacear el carro y a mi hermana la mataron”, recuerda Janeth.
“Íbamos en el carro de un amigo por la calle Puerto Palos, cuando íbamos tiraron un balazo los agentes y de ahí empezaron los demás disparos”, recuerda, y dice que en ningún momento les pidieron que se detuvieran o les dieron indicaciones de que serían sometidos a una revisión.
Dentro del automóvil viajaban dos hombres adultos, Janeth y su hermana Rosa, así como un pequeño de 4 años, hijo del conductor y quien era vigilado por las dos jóvenes.
El vehículo recibió al menos 10 impactos de bala.
Cuando dispararon, los federales dijeron a los muchachos que se bajaran, ellos gritaban que no dispararan que había mujeres y niños heridos.
Cuando bajaron del carro los agarraron y los tiraron al piso, agrega.
“Nos callaron, uno miró al niño llego de sangre, volvió a disparar dos veces y cuando me vieron a mí llena de sangre y al niño se asustaron los agentes, pero yo no veía a mi hermana, ella estaba dentro del vehículo”, recuerda Janeth
Los agentes gritaron como locos, los vecinos empezaron a salir y al ver lo que pasaba le empezaron a gritar a los policías “malditos perros”, “desgraciados”, muchas cosas, dice.
La joven no ha recibido asistencia médica y convalece en una cama, pese a las heridas que tiene en piernas y cabeza.
La joven asegura que, aunque tiene miedo, puede reconocer a los oficiales que dispararon contra ellos y está dispuesta a identificarlos.
“Con mucho sacrificio le iban a hacer su fiesta el sábado, ella estaba tan ilusionada”, dice mientras se aferra a no derramar más lágrimas.
“Justicia, queremos justicia, que los agentes federales no queden sin castigo”, demanda Janeth mientras toca las gasas que se puso para impedir que se le infecten las heridas de bala.
A su lado, muy pendiente de lo que dice, se encuentra el pequeño de 4 años que viajaba con ellos.
“Me asusté mucho”, exclama el menor y narra que cuando escuchó los disparos “lloré... lloré”.
“Los agentes dispararon y yo no me detuve porque no pensé que fuera contra nosotros, pero cuando me quise orillar oímos muchos disparos, cuando me estacioné habían reventado las llantas y roto el vidrio de atrás, ya estaban heridos en el asiento trasero”, dice el conductor que solicitó el anonimato.
Explica que los federales que dispararon inicialmente se retiraron por órdenes de uno de los mandos que llegó al lugar y éste les dijo que los tripulantes de una camioneta Suburban accionaron las armas de fuego.
“Me dijo que andaban tras una Suburban y un carro negro, que los de la Suburban dispararon, pero no es cierto, fueron ellos”, asegura el entrevistado.
Refiere que fue por la presión de los vecinos que les permitieron trasladarse a una clínica particular cerca del lugar para que Rosa recibiera atención médica.
Los agentes federales, afirma, en ningún momento pidieron ambulancia o asistencia médica de la propia corporación. El motivo fue evitar llamar la atención de los medios de comunicación para poder evadir su responsabilidad y manipular los hechos, como ya lo han hecho en otras ocasiones, asegura el quejoso.
Hoy miércoles, Rosa será sepultada en un panteón local. Se espera que todos sus invitados a la fiesta la acompañen en su despedida.
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