domingo, 25 de abril de 2010

La caída


Manú Dornbierer

Satiricosas

En la reunión en Acapulco de la banca extranjera que opera en México, ya que bancos mexicanos no hay gracias al vendepatrias Zedillo, por cierto hoy uno de los 15 miembros del consejo del Citigroup, Calderón suplicó a los tiburones, grandes beneficiarios del Fobaproa, que le hagan el favorcito de “propagar las señales que hay de recuperación económica al grueso de la población, que no guarda expectativas que le lleven a gastar más… No compra una casa y no acude a su banco a pedir un crédito y esto es finalmente un impacto que no permite que la economía se despliegue en todo su potencial”. ¿El grueso de la población mexicana? Pero ¿en dónde vive este señor que cree que después de tres años de su desgobierno la gente que apenas sobrevive, no gasta por capricho? No sabe lo que pasa dentro ¿y fuera?

El 14 de abril pasado hubo una reunión del TLC en la universidad de San Diego, California, en la que México fue a exponer lamentablemente una profunda incapacidad y a hacer el ridículo. Gerardo Ruiz Mateos, secretario de Economía de Calderón, pidió a Estados Unidos y Canadá avanzar más rápido en una agenda de competitividad para América del Norte, “una región que ha perdido participación en el comercio mundial desde el 2000”, es decir (aunque no lo dijo el secretario por supuesto) desde que el PAN ha estado destruyendo este país, así Manuel Espino quiera hacer lo imposible para convencer al público que Vicente Fox era otra cosa. Las palabras textuales del secretario de Economía de Calderón en San Diego fueron: “Tenemos que avanzar hacia una agenda competitiva post-TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) para promover fluidez del comercio entre nuestros países”, dijo a sus interlocutores Gary Locke de USA y Tony Clement de Canadá. Ellos probablemente atacados de la risa, se salieron por la tangente. Y es que decir que América del Norte ha perdido desde el 2000, más de 30% de sus exportaciones en el mundo y no darse cuenta que el protagonista del desastre es el demandante, sólo le puede pasar a un funcionario de Calderón.

Arnulfo R. Gómez, uno de los grandes expertos en materia de comercio internacional, opina sobre lo dicho, la caída de las exportaciones y la competividad, un peligroso desfasamiento de México con sus principales socios y competidores en el comercio mundial, lo siguiente: “El Secretario de Economía ignora que el problema de competitividad en el área del TLCAN corresponde fundamentalmente a México que actualmente ocupa el 60° (sexagésimo) lugar mundial en la materia, en tanto que EEUU y Canadá se ubican en el 2° y 9° lugares, respectivamente. Por ese motivo, nuestros socios del TLCAN han desplazado producciones que realizaban en México hacia otros países, principalmente de Asia y América Central, e importando de esas regiones para sólo realizar el ensamble, sin mayor valor agregado, en nuestro territorio. En consecuencia, México cayó del 12° lugar como exportador mundial en el año 2000 al 16° en el 2008, en tanto que la exportación per cápita pasó de la 51ª a la 68ª posición. Como “potencia económica”, México cayó del 9° al 13° escalón y nuestro PIB per cápita descendió del 48° lugar al 57° en el mismo periodo. Desgraciadamente la agenda de competitividad de México es casi inexistente y lo poco que pretende hacer el Gobierno se centra más en la desregulación de trámites de importación, en tanto que la desregulación del mercado interno queda intacta a pesar de que su mejora es lo que nos ayudaría a tener un poco más de competitividad”.

Y hablando de la actuación internacional de este malahadado gobierno hay que leer a Dolia Estévez, largamente corresponsal en Washington de medios nacionales, para entender en qué grado de peligrosa incompetencia se encuentra en realidad el calderonismo. Lo que nos relata en los párrafos relativos a México, que extraigo de su artículo, pone los pelos de punta. Vea usted.

GOLDMAN SACHS, LA CONEXIÓN MEXICANA.
Dolia Estévez 21/04/10, para Prensa de Negocios, S. de R.L. de C.V.

“Pocos bancos, quizá con la excepción de Citigroup, han jugado un papel tan protagónico en las finanzas mexicanas como Goldman Sachs, el más poderoso, temido y envidiado Titán de Wall Street, acusado de defraudar a miles de inversionistas la semana pasada. Si bien los cargos competen la venta de activos hipotecarios, que secretamente estaban diseñados a fracasar, Goldman no está exento de sospechas de inside trading. En México, ha sido uno de los principales receptores de los capitales golondrinos que han antecedido las crisis cíclicas; podemos decir, sin riesgo a equivocarnos, que no ha habido crisis de pagos –desde las pioneras en los años 80, hasta la emblemática de 1995– de la cual Goldman no se haya beneficiado.

Pero la relación con el gigante, que durante 130 años de vida ha personificado la avaricia de Wall Street y de sus timadores en trajes Armani, no se limita al ámbito financiero. Alejandro Werner, actual subsecretario de Hacienda, es hermano de Martín Werner, socio y representante itinerante de Goldman en México. En 2000, luego de la derrota del PRI, los hermanos toman senderos diferentes, mas no opuestos. Alejandro se une al equipo de Agustín Carstens, mientras que Martín, subsecretario de Hacienda durante el zedillismo, se incorpora a la plutocracia de Goldman. Con el cambio de Carstens a Banxico, Alejandro permanece en Hacienda para “darle confianza” a los banqueros, enfadados por la llegada del neófito de Ernesto Cordero. Alejandro, mano derecha de Carstens a quien Wall Street prefería sobre Cordero, fue persuadido a quedarse, “por el bien de las finanzas nacionales” (vox populi dixit).

La asociación simbiótica de la élite mexicana con Goldman se fortalece bajo el gobierno de Felipe Calderón. Antes de que se confirmara su triunfo, los personeros del panista estaban tocando las puertas de Goldman. En julio de 2006, el embajador Arturo Sarukhan, a la sazón coordinador de Asuntos Internacionales, y Juan Molinar, se entrevistaron con 20 banqueros de Goldman en sus oficinas en Nueva York para adelantarles el plan de vuelo de Calderón. La reunión la convocaron Martín Werner y Paulo Leme, otro contacto de alto nivel de los mexicanos.

ENCUENTROS CON CALDERÓN

No sólo eso. En febrero de 2008, entre los 17 potentados que se reunieron con Calderón a puerta cerrada en Nueva York, se encontraba Gerald Corrigan, presidente de GS Bank USA, el holding de Goldman. Cuando empezó la avalancha financiera, volvieron a encontrarse. Corrigan y John Winkelried, presidente de Goldman y lugarteniente de Lloyd Blankfein, el CEO bajo sospecha de haber supervisado la venta fraudulenta de acciones, fueron dos de ocho comensales invitados por Calderón a cenar en el lujoso Waldorf Astoria, en septiembre de 2008. Calderón trató de dorarles la píldora en cuanto a que la “solidez” de las variables financieras “blindaba” al país del tradicional contagio. Los hechos, sin embargo, se encargaron de desmentirlo. En mayo de 2009, Goldman fue el primero en bajar el pronóstico de crecimiento negativo de México”.

JOAQUIN SABINA:

No Absuelvas a Calderón

Tratar de “ingenuo” a un mandatario espurio, que por una decisión personal sume al país en una guerra absurda, que ha cobrado la muerte violenta de 22 mil mexicanos y la caída en picada de México, es poco ético. En el caso, de un extranjero visitante puede ser “diplomático”, pero de ninguna manera valiente ni útil. Y Joaquín Sabina es ambas cosas, además de ser un testigo preciso de nuestra época, un delicioso escritor amén de buen músico, defensor de causas justas, de ciudadanos de carne y hueso y nunca adulador de políticos. Había dicho que “lo bueno de venir esta vez sin Serrat, como en su gira anterior, “Serrat & Sabina, dos pájaros de un tiro”, era que “no tenía que comer con presidentes”. Y por eso naturalmente lo invitó Calderón. Y por eso tuvo que ir a servir de bufón a la corte con todos estos tipos que tienen frito a nuestro país. Y hasta escucharlos cantar. Y no importa que al fin se haya mantenido en sus trece con el epíteto de “ingenuo” ni tampoco que haya hablado de soga en casa del ahorcado al cantar en Los Pinos “Llegó borracho el borracho”. No se vale llamar ingenuo a un maligno.

Si Calderón cometió el verdadero crimen de utilizar al Ejército en su guerra no fue por “voluntad de detener el narco” ni por “ingenuidad” fue: 1.- Para legitimarse, arropándose en el Ejército. En 2006 la mitad de la población votó contra él y se indignó por el fraude electoral: Una supuesta victoria de Calderón por 0.56% que le obtuvo su operadora Elba Esther Gordillo y refrendaron luego las más que sospechosas autoridades electorales. En 2007 muchos capitalinos se enojaron por el estorboso plantón en el corazón de la Ciudad de México, a mi entender la única opción de lucha por el recuento del voto por voto que le dejaron al candidato robado, López Obrador, conteo que debió hacerse si no había nada que ocultar. El plantón lo perdonará todo aquel que lea la crónica de Elena Poniatowska “Amanecer en el Zócalo”.

2.- La otra razón por la que han muerto en estos tres años 22 mil personas en “la guerra”, sin ningún viso de legalidad, y las que se suman cada día fue la orden imperial en marzo de 2007 directamente emitida por George W. Bush, entonces presidente loco de Estados Unidos de establecer un Plan México, similar al Plan Colombia. Calderón fue y es apoyado por Washington. La guerra motivó el derrumbe de la inversión y el turismo, disminuyendo drásticamente las posibilidades de crear empleos del que prometió ser “el presidente del empleo”.

Y la orden de permitir la guerra se extiende a gobernadores y alcaldes cómplices de Calderón que ni siquiera mueven un dedo para proteger a sus gobernados, verbigracia, Zeferino Torreblanca, falso PRD, y Manuel Añorve, PRI, en Guerrero. Día tras día Calderón, PAN, está siendo juzgado ya, pero no por “ingenuo”.

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