domingo, 21 de febrero de 2010

¿A quién odia más Calderón: al PRD o al PRI?


Alvaro Cepeda Neri

Prólogo Político

Con su mañosa contrarreforma político-electorera y cuyo factor común es fortalecer a su presidencia de mano militar y policiaca y disminuir las facultades del Congreso General, el señor Calderón está en el filo del precipicio y amenazando para que la aprueben en sus términos.

Pero será echada abajo por la mayoría de los legisladores que miran cómo el inquilino de Los Pinos, en su huída en zig-zag para tratar de burlar lo duro y tupido de la oposición, es el único interesado en hacer alianzas hasta con el Diablo y por eso, ventrílocuo, habla por medio de Cesarín Nava y pacta alianzas con el PRD para supuestamente tener la seguridad de vencer en las urnas a un PRI que lleva ventaja para estas elecciones con las que fincaría su victoria en la competencia por la Presidencia de la República.

En las aguas negras de la política, traicionar y no pagar favores es regla general. Y Calderón, en su carrera burocrática-partidista para lograr ejercer el poder, se ha caracterizado por esas perversidades sintetizadas en su lema: “haiga sido como haiga sido”.

Y si sus transas condujeron al despedazamiento del PRD y el ascenso de Los Chuchos (siempre dispuestos a la componenda) a su cúpula; está pasando por alto que el PRI, para coadyuvar a la legalidad y legitimidad (abolladas por su más que dudoso triunfo electoral y la oposición al recuento de los sufragios), colaboró para su toma de posesión y durante tres años contribuyó a su sostenimiento.

Actualmente, si bien Calderón no traga a López Obrador (y éste ha cumplido su promesa de traerlo “del mecate corto”) y tiene tirria por la mayoría perredista (a excepción de Los Chuchos y su camarilla) de pronto sacó el cobre y muestra repulsión por el PRI y trata de atravesársele en el camino, alentando las alianzas con Los Chuchos, para evitar que los priístas se lleven las doce gubernaturas, al menos mil municipios y 300 diputados de las entidades que este año se encaminan al hervidero electoral. El rencor ahora es contra el PRI que apunta a recobrar la Presidencia de la República, no a la antigüita, sino con votos.

Los electores dispuestos a ir a las urnas (y muy probablemente con un mínimo abstencionismo) están decepcionados del PAN y de Calderón sobre todo. Hasta quienes, sin inclinaciones partidistas, votaron por el PAN. Esos y muchos de los 78 millones de ciudadanos, también quieren darle la espalda al PRD (no así a López Obrador quien se perfila a dar nuevamente la batalla) y, en conjunto, apoyar al PRI que se moderniza vía sus propuestas de Reforma del Estado.

Y que además, tiene carácter de oposición constitucional que impidió la caída de Calderón durante la mitad de su período. Y esto cuenta para los electores que prefirieron estabilidad y gobernabilidad antes que la renuncia de Calderón que, vistas las consecuencias de su mal gobierno, mejor hubiera sido su renuncia por causa grave: no saber gobernar y haber llevado al país al desastre de una crisis que sólo se resolverá si el PAN y Calderón pierden las elecciones de este año y del 2012.
cepedaneri@prodigy.net.mx

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