lunes, 25 de enero de 2010

Astillero


¿Réquiem por un sueño?
Alianzas pírricas
Deslindes de palabra
Ganar al PRI, con el PRI
Julio Hernández López



La aceptación y promoción de alianzas electorales con el PAN marca el fin de una etapa del movimiento lopezobradorista-perredista. Ir de la mano a los comicios de este año con los mismos a los que durante un trienio se acusó de cometer fraude equivale a reconocer que no se tuvo razón o que ésta no vale más que el pragmatismo desbocado. Perder el pasado para ahora apostar, con cartas marcadas en contra, es una forma segura de no ganar más que retrocesos y, si acaso, migajas de victorias pírricas.
Chuchismo-camachismo del que López Obrador tibiamente se desmarca de palabra pero tolera de obra a cuenta de una zanahoria llamada 2012. El tabasqueño deja a un lado la etiqueta de presidente legítimo y dice allanarse a las decisiones de los partidos pues, explica a nivel de piso, él no es cacique. Tampoco es el flamígero y contundente político que sabe usar verbo y amagos para hacer que las fuerzas a su alrededor se muevan en el sentido que él cree correcto y necesario. Ahora se queda nada más en el “creer” que las alianzas no son “convenientes”. Y los partidos que le siguen, Convergencia y el del Trabajo, participan autorizadamente en las negociaciones que colocan ahora en la misma trinchera al PAN/Fraude 2006, todo bajo el pretexto compartido de que se debe frenar a cualquier costo al PRI encarrerado rumbo a Los Pinos (¿Podrían entonces PAN, PRD, PT y Convergencia en 2012 postular a Diego Hildebrando Zavala, para así garantizar la derrota del tricolor, aunque sea por un 0.56 por ciento de diferencia?).
La hipótesis central no parece provenir de una racionalidad seria: para tener posibilidades de ganarle al enrachado PRI, la “izquierda” debe hacer alianzas con el mismo partido que le robó el 2006 pero que ahora está en la lona. Asociarse con el asesino de uno mismo para así aspirar a tener vida futura; compartir proyectos con el carterista de ayer para tener dinero mañana; poner la otra mejilla electoral para esperar el evangelio de 2012.
Pero ni siquiera acompaña a tan discutible estrategia la posibilidad real de alzarse con un botín electoral importante, que acalle cargos de conciencia en las elites con ganancias contantes y sonantes: el polo de izquierda (¿por gélido e inhabitado?) solamente estará apoyando a los candidatos del panismo militante, “ciudadano” o disfrazado, sin esperar más que el beneficio de que en Oaxaca le permitan avanzar a Juabino Cué, un cuadro del ex priísta Diódoro Carrasco –ahora distinguido panista– que en aquella entidad significaría el relevo de un grupo tricolor por otro partidistamente camaleónico.
En Durango, por ejemplo, la alianza Perrean (para seguir el modelo neológico usado para formar el vocablo Prian) está a la espera de que el todavía priísta José Rosas Aispuro Torres (apellido de concertación providencial: a la mitad de espurio y puro) renuncie a su partido de toda la vida para hacerlo candidato “opositor” y “ganarle” al PRI de Ismael Hernández Deras que pretende, como sus demás colegas que este año dejarán el poder, imponer sucesor-guardaespaldas. En Puebla, el Perrean le “ganará” al PRI mediante Rafael Moreno Valle Rosas, quien dejó el tricolor en 2006 para ser postulado candidato a senador por el PAN; Moreno Valle Rosas no oculta su orgullo por ser ahijado político de Elba Esther Gordillo y su carrera en el tricolor la hizo bajo el impulso de su todavía promotor, el ex gobernador priísta Melquiades Morales. Y en Hidalgo, de madruguete, va una foxista especializada en hacer apuestas de elite para donar computadoras a comunidades indígenas e incluso, como sucedió en una jugada que hizo con el entonces gobernador potosino Marcelo de los Santos, aventurar recursos del erario en relación con un puente. Oaxaca, Durango, Puebla e Hidalgo, más las que se vayan acumulando, pues en otras entidades ha prendido el pragmatismo centralmente aceptado y brotan los corredores de bienes “izquierdistas” en busca de cerrar transacciones de remate. ¿Alianzas para ganarle al PRI postulando a sus escisiones sin más compromiso que el electorero? ¿Ganancia electoral con candidatos en los que no hay ni un perredista o izquierdista, más que el sabinismo ya mostrado por Cué?
El generalizado cuadro de desquiciamiento partidista y electoral tiene en Zacatecas otra expresión no por anunciada menos aberrante: el PRD, convertido en partido de estado por la familia gobernante (Amalia García y su hija dotada de una senaduría, Claudia Corichi), y con el apoyo de los Chuchos, hizo que el candidato a la sucesión proviniera de un par de apropiadas encuestas de opinión que acabaron beneficiando al deseado, el senador Antonio Mejía Haro, contra cuya imposición se rebelaron cuatro precandidatos del sol azteca que planean luchar contra el PRD amalista desde opciones que podrían incluir la alianza PRI, PT, Verde que busca encabezar David Monreal, hermano de Ricardo.
Tal aliancismo aventurero ha generado oposición verbal tajante de Fox y el ex jefe Diego, mientras Creel ha encontrado que “hay ideología, no pragmatismo”, y Mariana Gómez del Campo ha declarado con espíritu conquistador que su partido va con todo por el Distrito Federal en 2012. Los priístas, controladores de la mesa de juegos y apuntalados por el ejército de mapaches que el año pasado apabulló al calderonismo, se hacen los indignados para ganar más, para condicionar y chantajear, por lo pronto mediante el anuncio de que buscarán reinstalar el formato presencial del informe presidencial, que auditarán las cuentas del último tramo de Fox (en el que podrían estar las huellas del apoyo oficial a la campaña del siempre alicaído Felipe) y que controlarán más las cuentas del calderonismo.
Y, mientras el embajador gringo palomea el buen cumplimiento felipista de la nueva estrategia contra el narco, más policial que militar, y la Inquisición Norbertina pone en leña verde a la ALDF, ¡hasta mañana, dejando constancia de que para encabezar esta columna se usó, por causa justificada y en sentido interrogatorio, el título de la gran película de Darren Aronofsky!

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