áLVARO DELGADO
MEXICO, D.F., 14 de septiembre (apro).- Tal como se exhibe hoy --dispersa, anquilosada, antropófaga, reactiva y agria--, la izquierda en México no es opción de nada.
Sólo de más derrotas, claro.
Me refiero a la izquierda que, se supone, genera ideas libertarias y transformadoras por la ruta electoral.
La otra, la izquierda armada, es obvio: tiene la marginalidad como destino.
Mala hora vive México con la derecha en auge --la priista y la panista que se alternan para servir a los mismos amos--, y la izquierda partidaria que, por su fragmentación, se neutraliza como opción de cambio.
Como partidos y como gobiernos.
Da lo mismo.
Justo cuando Felipe Calderón exhibe la fiereza de su proyecto económico --que ratifica los privilegios de la minoría que lo impuso y se ensaña con la clase media y los más pobres--, afloran las conductas más serviles de la izquierda y el movimiento de Andrés Manuel López Obrador carece de iniciativa política.
El senador Carlos Navarrete, igual que lo hizo la diputada Ruth Zavaleta, se postra ante Calderón y se llena la boca de alabanzas al "señor presidente", a quien todas las instancias del partido en que milita definieron como espurio.
Después de que se hincó ante Calderón en la ceremonia de homenaje por el 162 aniversario de la defensa de los Niños Héroes de México ante la invasión de Estados Unidos, Navarrete hasta convocó a conferencia de prensa para regodearse de tal abyección.
No debe haber asombro de tal conducta, porque ha sido Navarrete uno de los principales negociadores --obviamente en la oscuridad-- con Calderón, aun antes de la toma de posesión, el 1 de diciembre de 2006, y desde entonces autor de enjuagues que le han redituado ser presidente del Senado y su compadre Jesús Ortega nada menos que dueño de las prerrogativas de PRD.
Marcelo Ebrard, el jefe de gobierno del Distrito Federal que ahora satura los espacios televisivos y radiofónicos, marcha por el mismo sendero: Fue uno de los aplaudidores en el mitin de Calderón, en el Palacio Nacional, el 2 de septiembre, cuya respuesta de éste fue el desprecio.
La bofetada de Calderón a Ebrard --y sobre todo a los capitalinos-- no podía haber sido más sonora: En el proyecto de presupuesto para 2010 se le recortan a la Ciudad de México 10 mil millones de pesos, que afectan a proyectos claves como la línea 12 del Metro que, inclusive, Calderón publicita como suyo.
La conducta de Ebrard ante tamaña agresión, que se suma a las que año con año el PAN ha instrumentado desde que en 1997 la ciudadanía le ha mostrado su desprecio, ha sido sospechosamente moderada, muy semejante a la asumida por el gobernador de Michoacán, Leonel Godoy, quizá porque también hay una sujeción desde el gobierno federal por nexos con el narcotráfico.
Los otros gobernadores del PRD tampoco han mostrado, ya no digamos proyectos de gobierno auténticamente de izquierda --que se contrasten con los priistas y panistas--, sino la reproducción de los mismos vicios en el ejercicio del poder y una falta de dignidad ante el gobierno central, como si no supieran que los recursos por participaciones federales deben transferirse a los estados por ley, y no por capricho del sujeto que despacha en Los Pinos.
Al expriista Juan Sabines, de Chiapas, además de darles negocios a los parientes de Carlos Salinas, de levantarle un monumento a Juan Camilo Mouriño y de hacer ganar a sus amigos panistas y priistas, se le conoce más por sus fiestas personales y el culto a la personalidad.
Con el sudcaliforniano Narciso Agúndez pasa algo semejante –pasión por los negocios-- y Zeferino Torreblanca, en Guerrero, ha gobernado más como panista y con talante que no puede disociarse con el asesinato del diputado local Armando Cavaría, prospecto para sucederlo.
La única gobernadora de raíz de izquierda, Amalia García, de Zacatecas, gobierna a través de su hija, la senadora Claudia Corichi, cuyo capricho es suceder a su madre que, a su vez, pretende hacerlo con Ebrard en la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.
Quien se presenta como la opción ante el enjambre de izquierdistas de discurso, López Obrador, mantiene su tenaz oposición a Calderón y a la oligarquía, pero tampoco ha logrado articular o transmitir el mensaje de opción de cambio distinto y distinguible.
Quizá dentro de una semana, el lunes 21, López Obrador efectivamente haga un sólido planteamiento programático para afrontar la crisis económica que aún no toca fondo, pero a tres semanas de que inició la actual Legislatura en la Cámara de Diputados no ha habido una sola acción del grupo de legisladores afines a él para diferenciarse del resto.
Ni siquiera las exigencias de austeridad a la alta burocracia federal han sido correspondidas por la disminución de los altos sueldos de los diputados lopezobradoristas. Qué curioso: Fueron los nuevos legisladores panistas lo que se disminuyeron 10% de sus salarios.
Así, con la izquierda fraccionada en tres partidos, sin gobiernos eficaces y carentes de congruencia y eficacia política, difícilmente puede augurarse éxito electoral en 2012 ante el polo de derecha que tiene como mariscal a Carlos Salinas, que corrompe hasta las piedras...
Apuntes
Calderón ha tenido la virtud de unir a todos en contra, pero el amarre en el PRI de Salinas está hecho: Los impuestos, en lo fundamental, se mantendrán y si acaso desaparecerá el más escandaloso: El 2% al consumo...
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
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