Sanjuana Martínez
Como “maquillaje” y “control de daños”, calificaron ex legionarios de Cristo el hecho de que la congregación religiosa haya decidido retirar la foto de Marcial Maciel de los centros educativos, reditar sus sitios web y rescribir su historia en libros y folletos para distanciarse de su fundador ante las graves acusaciones de pederastia y el descubrimiento de su paternidad clandestina.
Las víctimas entrevistadas por La Jornada consideran “hipócrita” la carta firmada por los sacerdotes Scott Reilly, director territorial de Atlanta, y Julio Martí, director de Nueva York de los Legionarios de Cristo, dada a conocer el pasado primero de septiembre, en donde la orden expresa una especie de mea culpa.
El ex legionario Juan José Vaca, ex presidente de la congregación en Estados Unidos y hoy profesor en Nueva York, fue víctima de abuso sexual por parte de Marcial Maciel y dice que la misiva no es más que la intención de quitar “una máscara para poner otra; siguen la misma pauta de mentiras y doble lenguaje. Intentan tapar toda la podredumbre que dejó su fundador, pero mientras no quiten a sus secuaces: Álvaro Corcuera, Luis Garza Medina y el resto de la cúpula, todo va a seguir igual con su sistema de tapar y encubrir”.
En la carta, dirigida a los miembros y amigos del movimiento Regnum Christi, los legionarios piden disculpas por las “graves fallas humanas” de su fundador, pero Vaca considera que los sucesores de Maciel siguen utilizando un lenguaje ambiguo y se niegan a llamar “crímenes” a los delitos de su fundador.
La carta asegura que la legión ha pedido perdón a las víctimas de Maciel, “y eso es mentira. Nadie nos ha pedido perdón”, afirma Vaca. “Es una falsedad, al igual que la supuesta intención de abrirse a la inspección del Vaticano. Precisamente esta carta va previniendo a los miembros. Es una pauta a seguir”, agrega.
En el texto, los legionarios precisan que el deber cristiano de no “hacer público el pecado de otros” les ha obligado a no hacer una declaración directa sobre la polémica vida de Maciel: “Ellos están preparando el terreno para que todo siga igual; sólo están haciendo un control de daños. Es como poner una curita a un cáncer”.
Nada de borrón y cuenta nueva
El ex legionario Saúl Barrales Arellano coincidió en señalar que los supuestos cambios anunciados por la legión son solo “maquillaje. Esto no puede ser borrón y cuenta nueva. ¿Y qué pasa con las más de 200 vidas de víctimas que Maciel destruyó? Escriben una carta llena de palabras vacías. Una verdadera transformación requiere revisar y cambiar las normas, y ellos no lo están haciendo”.
En la carta, los legionarios aseguran que la congregación está en proceso de acreditación por Praesidium Inc., una organización de “manejo de riesgos” sobre la pederastia de los sacerdotes, pero Barrales expone sus reservas sobre la efectividad de dicha organización, enfocada más a cuidar los costos provocados por el abusador que a proteger a las víctimas. “Maciel era un verdadero depredador que dañó muchas vidas y sus sucesores están marcados por él. Es una cadena. Ellos siguen hablando hábilmente de ‘fallas humanas’ y no de delitos”, señala.
Para José Barba –otro de los nueve ex legionarios de Cristo que firmaron la carta enviada a Juan Pablo II en noviembre de 1997, en la que denuncian los crímenes cometidos por Marcial Maciel–, que lleva 15 años junto a sus compañeros buscando justicia y reparación, la carta forma parte de “la retórica del engaño conspirativa” utilizada por los legionarios, y es una muestra de su falta de voluntad para corregir: “quieren suavizar al máximo el lenguaje llamando ‘fallas’ a los delitos de Maciel. ¡Por amor de Dios! Que tengan un poco de decencia”, comenta indignado.
En el aspecto financiero, la legión señala que han contratado un sistema profesional de administración de negocios denominado Integer Group, algo que revela, según Barba, lo más importante de la carta: “se nota el miedo que tienen de una auditoría. El dinero les preocupa. Y me parece una desvergüenza tan grande que vengan a decirnos a las víctimas que le pidamos a Dios que nos dé la virtud cristiana del perdón, cuando ellos nos han estado victimando sistemáticamente sólo por decir la verdad”.
El ex legionario Arturo Jurado le restó importancia al conjunto de la carta emitida oficialmente por los legionarios: “es puro maquillaje. Quieren poner una cara diferente a la que tienen. Aparentan estar haciendo el bien, pero no es así”.
Considera que la supuesta distancia que están tomando del fundador al descolgar sus fotos de los colegios y rescribir libros y folletos es falsa: “les conviene hacer eso, pero es todo lo contrario. Ellos nunca van a desconocer a Maciel, porque su esencia es la mentira, la hipocresía. Simplemente quieren aparentar una cosa que no son”.
El ex sacerdote Alberto Athié, quien ha acompañado a los afectados en la búsqueda de la verdad y abandonó los hábitos luego de comprobar la protección que las autoridades eclesiásticas de México y el Vaticano le brindaron a Marcial Maciel frente al clamor de justicia de sus víctimas, afirma que la carta utiliza un lenguaje ambiguo: “no hay un reconocimiento claro de toda la responsabilidad de Maciel y por tanto muestran una intención de matizar sus delitos con frases como “fallas humanas”, frases que son gravísimas para una congregación que se supone es ortodoxa y muy moral”.
Athié señala que es inaceptable que los legionarios sigan sin utilizar la palabra crimen para los delitos de pederastia de su fundador: “hacen calificaciones suavecitas y dulzonas de ese tipo de conductas que son absolutamente deplorables. Aceptan que hubo un daño, pero a continuación dicen que lo más importante es que nos perdonemos. Un mensaje que no va a la verdad, que no le interesa la justicia y que busca ese perdón barato que trata de olvidar”.
Sobre los supuestos tres hijos mexicanos de Maciel, identificados como Norma Hilda, quien radica en Madrid, España; Raúl y Cristian, que viven en Cuernavaca, y “varios” hijos biológicos más de su fundador, la legión asegura que en este momento no está en condiciones de dar una respuesta, “dada la naturaleza parcial de la información disponible”.
“Aquí hay muchos intereses económicos de ambos lados –dice Barrales–; si son sus hijos, tendrán que demostrarlo con el ADN. Hasta ahorita no hemos visto pruebas. Y dependiendo del arreglo económico será el silencio.”
Juan José Vaca considera que es una mentira que la legión no supiera de la existencia de la hija de Maciel, Norma Hilda. “Durante años todos estos jerarcas que le han ayudado en la legión sabían de la existencia de ella. Sabían que Maciel estaba mandando dinero para comprarle su apartamento de lujo, mandarla de vacaciones y comprarle regalos. Lo encubrieron siempre. Y lo siguen encubriendo”, concluye.
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