miércoles, 30 de septiembre de 2009
Diálogo de Sordos, las Comparecencias en el Congreso
Impuesto por el PRI a partir de 1997 y santificado por el PAN desde el 2000, el llamado formato de comparecencia, lo mismo ante el Pleno que ante Comisiones, de los funcionarios gubernamentales "invitados" por el Congreso dizque para "aclarar" asuntos relativos a su cargo, no sirven para nada.
Resultan, en el mejor de los casos, una simple pasarela para el lucimiento del funcionario o de los legisladores que lo cuestionan o lo defienden.
Es otra vertiente de la ficción democrática que vive México. Otra expresión de la "dictadura perfecta", que dijera Mario Vargas Llosa sobre el PRI.
No hay un aireamiento de dudas para ser resueltas. No hay un verdadero intercambio de preguntas y respuestas, ni las aclaraciones supuestamente buscadas.
El funcionario empieza dando un discurso lleno de vaguedades y demagogia, ensalzando "al señor presidente" en turno. No se mete en las honduras de su cargo. Le interesa sólo quedarse en la superficie, calmada y placentera.
Luego, el "formato" prescribe posicionamientos de los grupos políticos participantes en el Congreso, ya sea la Cámara de Diputados o la de Senadores. En ocasiones se omite la obligación de este "posicionamiento", que de todos modos hacen los legisladores para lucirse.
Inmediatamente se da turno de 5 minutos a cada grupo legislativo para que "hagan" sus preguntas en serie, que el funcionario supuestamente apunta para darle respuesta cuando le toque su turno, pero que en realidad le sirve para eludir las que les resultan comprometedoras o molestas, y concentrarse en agradecer, también por 5 minutos, los elogios de sus partidarios y recitar más demagogia.
Después de la intervención del funcionario gubernamental que no responde nada, hay otros 5 minutos para "réplica" de cada legislador... pero como el funcionario ya no puede responder, todo termina sin respuesta. De 5 en 5 minutos, se va el tiempo en florituras y lances para esquivar lo importante.
Cada comparecencia es un auténtico diálogo de sordos, cada quien hablando para sí mismo.
Jamás una respuesta directa a una interrogante planteada, jamás la aclaración de alguna duda. Se trata de no importunar a uno de los semidioses del olimpo político sexenal.
Para eso sirve el Congreso. Hacer como que hace, para no hacer nada.
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