Urge otro montaje
Pitorreo por el
secuestro
¡Ya viene: Influenza, segunda parte!
Julio Hernández López
Un día después, a ninguno de los funcionarios y entrevistadores a modo se les cayó la cara de vergüenza por el numerito aéreo al pastor que resultó más burdo e inverosímil que el de aquellos tiburoneros nayaritas que a seis semanas de las elecciones fraudulentas de 2006, en plenas protestas masivas, aparecieron milagrosamente luego de, según eso, nueve meses de navegar a la deriva, expuestos al sol y el frío, comiendo peces voladores y tomando agua de lluvia. El firme aspirante al Felipe (premio a la mejor obra cinematográfica, que se otorga en Los Pinos, en emulación del Óscar de Hollywood), Genaro García Luna (director, guionista, productor, escenógrafo y cobrador en taquillas) paseó por hangares televisivos y radiofónicos amables, casi admirativos (nada más faltó que López Dóriga le entregara un diploma de reconocimiento), para difundir su historia de presuntos heroismos rescatistas al pastor (con dos botecitos de jugo, un poquito alumbrados, plis).
Por su parte, el propietario de los derechos de explotación de Felipe, la marca cinematográfica antes mencionada, continuó echándole la culpa de todo lo malo que hoy sucede a quienes en el pasado no hicieron nada, a pesar de que sabían los riesgos que se corrían. Nomás le falta al michoacano recién llegado al mundo (su fecha de nacimiento político es el 2 de septiembre, en un acto en Palacio Nacional) señalar que uno de los responsables de la catástrofe actual es un tal Felipe Calderón Hinojosa, al que, en un arranque discursivo de ésos que trae ahora, hasta lo podría tachar de espurio e ilegítimo. Ayer, los guionistas de Los Vinos le instruyeron para que cargara el acento en el costo que se tiene que pagar por poner al país a tiempo, cuota que el héroe del momento cubre con gran satisfacción.
El pitorreo colectivo por la mala calidad de las obras presentadas por GGMoon, compañía especializada en cintas policiacas dobladas, hizo que de inmediato el público devolviera la mirada al género de la tragedia, en particular al texto de la vida real escrito por la pareja del momento, CAlderón y CArstens, en materia de atracos económicos que nomás no pasan ni entre los propios legisladores panistas que en privado se quejan de que los estén obligando a aparentar “unidad” partidista frente a los disparates lanzados por la antes mencionada dupla CA-CA. Pero no es tan sólo este paquetazo de propuestas económicas para 2010 lo que está expuesto al ácido de la crítica extendida, sino también los nombramientos de corte político que el ex presidente Calderón (presidió el comité nacional del PAN) tuvo a bien hacer en días pasados, en particular el candidato a procurador general de la República, Arturo Chávez Chávez, a quien se le han aparecido todos sus fantasmas acumulados, comenzando por el de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez a las que no procuró justicia cuando tuvo un encargo estatal en Chihuahua del mismo corte que el que ahora pretende ejercer a nivel nacional. Y también crece la preocupación en torno a la personalidad, intereses y compromisos del depredador sabido que es el nuevo director de Pemex, Juan José Suárez Coppel, protegido de Francisco Gil Díaz y protector de, entre otros, los Bribiesca.
Afortunadamente, el precandidato panista a gobernador de Guanajuato, José Ángel Córdova Villalobos, ha comenzado a preparar la segunda entrega de Las Malas Influenzas, una película familiar que hace ver los peligros que acechan a la humanidad si se reúne en actos públicos o hace manifestaciones de solidaridad o compañerismo. La productora GGMoon y la distribuidora KK (todo un klan) estudian las condiciones del mercado para decidir la fecha de lanzamiento y el tiempo que habrá de durar en cartelera, dependiendo, como se ha dicho, de las circunstancias y las protestas que se vayan dando (protestas porque no se estrena con rapidez; así es de exigente el público). De lo que no hay duda es de que vaiga a ser como vaiga a ser, urge que salga otra historieta de acción, antes de que a los embebidos ocupantes de las copas de los pinos se les acabe de caer todo el teatrito.
Tanto ruido le ha quitado, por desgracia, reflectores a la que hasta hace poco era la telenovela política más taquillera, la de la Cándida Clara y su Guanito desalmado. Resulta que el Josmar de Iztapalapa ya decidió creérsela y quedarse con la jefatura delegacional de la discordia, pero su estremecedor anuncio fue opacado por la apresurada filmación en el aeropuerto capitalino que ni los Almada habrían hecho peor. De cualquier manera, el delegado electo Rafael Acosta (de lo que sea) es un activo en el inventario televisivo para seguir bombardeando al peje viajero que necesita rediseñar tácticas ante un México aceleradamente encaminado hacia el abismo.
Astillas
Francisco Thomas pregunta: “¿No es una soberana estupidez el que, ya con la amenaza de hacer explotar el avión, lo hayan traído a sobrevolar la ciudad de México? ¿Y si era cierto que el ‘secuestrador’ traía una bomba y hacía explotar el avión sobre cualquier parte de la ciudad? ¿No era más lógico, en todo caso, aterrizarlo en el aeropuerto militar de Hidalgo (creo que Santa Lucía), librando previamente cualquier lugar poblado? Si no lo pensaron, qué inútiles, pusieron en peligro a muchos capitalinos, o tal vez concluyeron que allá no iba a tener tanta difusión su faramalla”... La cúpula priísta está aprovechando con especial deleite los múltiples tropiezos del calderonismo en tan poco tiempo. Todo le será cobrado política y electoralmente a precio de oro al Solitario de Los Pinos, dicen... Y mientras cae un helicóptero de la Marina (cada vez más presente, cada vez más comprometida con las políticas fallidas de su comandante civil) y mientras la Sonora Dinamita es “levantada” para que amenizara una fiesta particular norteña, ¡feliz fin de semana les desea esta columna amante del buen cine (y crítica de obras como Las Torres Gemelas)!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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