martes, 11 de agosto de 2009
Astillero
Dimas y Gestas
Pormenores y pormayores
La Corta mantiene fuero militar
Julio Hernández López
El dato noticiosamente más relevante de la autodenominada Quinta Cumbre de Líderes de América del Norte fue que el mismo día de su clausura, unas pocas horas antes de los comunicados conjuntos y las conferencias de prensa, la administración de Felipe Calderón dio a conocer la existencia de un brumoso proyecto de narcoatentado contra el mismo michoacano que así ganó titulares en medios internacionales, tuvo materia propicia para robustecer en su discurso el tono de valentía, reto y triunfalismo que tanto le complace, ofreció anticipado testimonio oficial de que acá los soldados respetan puntualmente los derechos humanos que los comerciantes internacionales de droga sí violan, y consiguió apoyo expreso, casi militante, de su principal invitado, el presidente de Estados Unidos, que ofreció fondos y lo que sea necesario para que Calderón siga en territorio mexicano la guerra” contra los cárteles estupefacientes.
La oportuna detención de los presuntos aspirantes a asesinos de elite se habría producido apenas un día antes, el domingo, en Culiacán, según la información ofrecida por un funcionario de talla burocrática muy reducida, en comparación con el objetivo en riesgo: Ramón Eduardo Pequeño García es el encargado de la sección tercera y del área antidrogas de la Policía Federal e hizo entender que cinco delincuentes adscritos a la banda de El Mayo Zambada fueron capturados el mismo día en que llegaban a México el presidente Obama y el primer ministro Harper, como resultado de una investigación iniciada un año atrás, cuando los directivos del cártel del Pacífico emitieron una amenaza de muerte contra Calderón a raíz de “una serie de detenciones y aseguramiento de grandes cantidades de dinero” a esa agrupación nada pacífica. Para cumplir tal amago, el decano Zambada habría comisionado a un operador financiero y no a un experto en ejecuciones, a Dimas Díaz Ramos, que ayer tuvo sus trágicos momentos de fama. Dimas, como el ladrón que junto a Gestas habría de acompañar al también crucificado Jesús, según los evangelios apócrifos que sí dieron los nombres de los dos ejecutados sin gloria que en los textos del cristianismo oficializado no fueron mencionados.
Aunque, a decir verdad, la crucifixión mediática que ayer vivió Dimas, el narco bajo órdenes de El Mayo Zambada, bien podría ser echada abajo por un juez que se atuviera tan sólo a las palabras acusatorias expresadas muy temprano por el funcionario Pequeño: según “reportes de inteligencia” de la administración felipista, dijo, “la amenaza fue realizada por el cártel del Pacífico, encomendando a Dimas Díaz Ramos los pormenores de un posible atentado”. ¿Los pormenores de un posible atentado? Un pormenor (término usado principalmente en plural) es, según la Real Academia Española, un “conjunto de circunstancias menudas y particulares de algo” o una “cosa o circunstancia secundaria en un asunto”. ¿A Dimas le encargaron lo secundario, lo menudo y particular de “un posible atentado”?
La peculiar coincidencia de tiempos entre la detención y la presentación en público de “El Dimas”, y el así inducido final declarativo de los autodeclarados líderes de Norteamérica, no debe llevar a suponer que no existan y no sean firmes las amenazas de muerte que ciertos bandos de narcotraficantes han hecho y seguirán haciendo contra el comandante en jefe de las operaciones bélicas en su contra. Lo llamativo del caso es la puntería con que fue insertado el tema por los propios subordinados del amenazado en la agenda mediática de un día que de otra manera habría quedado en un rosario de buenas intenciones y de presuntas hermandades subcontinentales asimétricas. Por cierto, y a propósito de “El Dimas”, que en el relato policiaco de ayer es el insospechado alias de una persona llamada Dimas, ha de mencionarse aquí la ridícula costumbre de los redactores de boletines policiacos de adjudicar a los presuntos delincuentes un obligatorio sobrenombre que así confirmaría la pertenencia al “bajo mundo”: si este tecleador algún día fuera acusado de pertenecer a la banda de “Dimas y Gestas: ¿qué tiznaderas son éstas?”, sin duda sería llamado “El Julio” en el reporte de barandilla.
Por lo demás, nada nuevo hubo. Rollo, retórica, bla, bla, bla. No tiene varita prodigiosa para hacer que se aprueben reformas migratorias, ha dicho el mago Obama (su número más reciente de ilusionismo ha sido el truco hondureño que permite sustituir un sombrero incómodo por un títere golpista, haciendo creer al respetable público que se conduele por la desaparición de uno y la imposición del otro; la maniobra ha recibido el más amplio reconocimiento de la publicación especializada en esos temas, El Pentágono). Y el ministro canadiense no ha querido moverse ni un centímetro atrás en materia de las visas que ahora exige a los mexicanos para ingresar a ese país crecientemente tomado por exiliados económicos.
La cortina de humo mediático de ayer, sin embargo, fue debidamente aprovechada para que la Suprema, Corta de Justicia, hiciera malabares técnicos que le permitieran eludir el entrar al fondo del tema del fuero militar. La decisión, tomada por una mayoría de ministros (de los pormenores a los pormayores), permitirá que los delitos y agravios cometidos por miembros de las fuerzas armadas queden, como hasta ahora, sometidos a los procesos internos de esas corporaciones. Grave es para México esa determinación superficial de la mencionada Corta, pues así continuarán las violaciones castrenses a los derechos humanos, en el marco de la “guerra” contra el narcotráfico, que Calderón tan vehemente niega (confeso espíritu de cuerpo), al grado de lanzar un reto tramposo para que se le diga de un ejemplo de esas violaciones en que “no haya actuado la autoridad (...) en que no hayan respondido las autoridades competentes”. Claro: en todos los casos han actuado las autoridades “competentes”, es decir, los propios mandos militares que dan curso a procesos íntimos, sin transparencia, a cuyo final los castigos son ínfimos o inexistentes. ¡Hasta mañana, con la venia de El lector!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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